domingo, 1 de marzo de 2020

RAUL AMIEL: LA CRISIS POLÍTICA DE VENEZUELA: LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO Y LO QUE ESTÁ POR VENIR

La intuición siempre ha sido un elemento trasgresor en mi vida. Destreza, pericia, gracia para ver más allá.  Los matices nunca fueron mi habilidad. 

Después de la inercia que destrozó el ecosistema político democrático hacia los finales de los años 90, el chavismo puso el tema de la pobreza sobre la mesa. Nos obligó a hablar de eso. Ya conocemos los resultados: una sociedad que no solo es más pobre, sino que se muere de hambre. Pero además de nuestra actitud hacia la pobreza y la desigualdad, ¿nos volvimos más solidarios después de 21 años de chavismo? Más allá de nuestra orientación política, ¿nos hemos vuelto más conscientes de la injusticia y la necesidad de ponerle fin? ¿O nos rendimos ante el resentimiento social y los viejos dogmas positivistas de que el pueblo venezolano es inútil por nacimiento y pobre porque quiere? 

En este punto, ¿queda alguna fe en el mantra de “cese de usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”? ¿O en las negociaciones ayudadas por el arbitraje extranjero? ¿O incluso en una intervención armada que romperá la alianza entre los grupos armados que rodean a Maduro? 

Con todo lo que ha sucedido desde enero de 2019, parece que los diferentes escenarios para la partida de Maduro se han desvanecido. Cada lado no solo desprecia al otro, sino que también pierden la fe por su cuenta. La discusión parece haberse trasladado a quién tiene la culpa de este nuevo fracaso, en un nuevo alboroto dentro de la oposición del que siempre se beneficia el régimen. 

Aún así, la pregunta de cómo caería Maduro es válida. Porque tratar de responderlo lleva a estrategias políticas. Guaidó y su gente están tratando de forjar un nuevo camino, mientras que otros simplemente lo culpan por la falta de resultados, en lugar de culpar a los que mantienen a Maduro en su lugar: los militares.  

Finalmente, ¿habrá realmente una transición democrática en Venezuela? Por supuesto, la pregunta opuesta, tal vez la más desagradable de todas, también se ajusta a la ley, una investigación abierta desde el arco de la esperanza que despegó en 2019: ¿me voy o me quedo y me adapto a cosas que no puedo cambiar? 

¿Podemos seguir pensando en derrotar al régimen? Esto es lo que el régimen quiere que dejemos de preguntarnos, y hay razones para preguntar esto sin ser llamados divisores, derrotistas, colaboracionistas o traidores. No atreverse a reflexionar sobre ello no anula el hecho de que hemos intentado diferentes formas y ninguna ha funcionado. La verdad es que con la represión, el apoyo internacional y la debilidad de sus oponentes, el régimen sigue ganando en su única política: aferrarse al poder para que los sátrapas puedan seguir saqueando. Y nadie parece saber cómo sacarnos de esto. 

Quizás debamos buscar arrebatas de esperanza y centrarnos en comprender la realidad que tenemos, en lugar de estar atascados soñando despiertos sobre lo que desearíamos tener. Pongamos nuestros pies en el suelo, prestemos atención y encontremos respuestas a lo que no queremos preguntarnos. Y no encontramos respuestas. 

Independientemente de lo que pensemos, o nos guste o no, no hay forma de devolver el país a la superficie sin enfrentar la pobreza catastrófica de la mayoría de la población. Ni siquiera el camino de recuperación más pragmático, un horizonte inspirado en China con una economía en crecimiento pero cero cambios políticos, puede lograr el objetivo sin al menos recuperar parte de la capacidad de compra o la capacidad mínima para sobrevivir en medio de una gran parte de los venezolanos. El escenario en el que no se hace absolutamente nada por los pobres es lo que tenemos ahora, el status quo, la dictadura de Maduro. Significa disolución interna, éxodo, violencia, atraso y dolor. 

Entre aquellos que buscan un "cambio", en ese 85% que quiere que Maduro se vaya, ¿cuántos de nosotros realmente queremos una democracia? ¿Cuántos quieren un régimen abierto, con diversos partidos políticos, reglas justas que se apliquen a todos, con autoridades autónomas, controles y equilibrios, y un Parlamento en el centro, donde incluso el chavismo pueda participar, en una lucha de poder que este verdaderamente regulada por ¿la Constitución?. Es que no hay otra opción. 

En ese gran rechazo hacia Maduro, y estoy muy preocupado con esta pregunta porque no creo que me guste la respuesta, ¿cuántos simplemente le guardan rencor porque no pudo proporcionar lo que hizo Chávez? ¿Cuántos quieren un nuevo Chávez que vengará todos los recelos del chavismo y, al igual que Chávez, no se centrará en la justicia sino en arreglar la cuenta? 

De John Dryden leí alguna vez esta frase que hoy traigo a la palestra: “Tenga cuidado con la furia de un hombre paciente”  lo cual me viene al pelo para el ultimo minuto: Atentado criminal a Guaido y marchistas en Barquisimeto.  Productivo Marzo nos espera. .

Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!

Raul Amiel
raulamiel@gmail.com 
@raulamiel

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