viernes, 10 de julio de 2020

ROMAN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN IX

Cerramos el capítulo anterior, recordando la manera como el ex presidente Caldera alcanzó por segunda vez la silla de Miraflores, y dijimos como en efecto lo recoge la historia contemporánea, que él formó parte muy importante de la construcción de la democracia civil, que va de 1958, a 1998. 

No obstante, también advertimos que para acceder a la Presidencia de la República en esa segunda ocasión, a nuestro juicio, se valió de los peores argumentos, y acciones lamentables, en contra de un patrimonio que si bien fue fundado por él como líder fundamental, no es menos cierto, que pasó a ser patrimonio de una parte muy relevante de la sociedad venezolana, como fue el partido social cristiano Copei. 

Luego del Pacto de Punto Fijo, suscrito por los tres más importantes líderes de la política de entonces: Rómulo Betancourt; Jóvito Villalba, y Rafael Caldera, Copei el partido fundado por él bajo inspiración social cristiana, se convirtió en una referencia obligada para la sociedad toda. 

En artículo reciente recordamos como Caldera en su discurso del 4F/92, justificó de manera inaceptable –irresponsable diría yo- el golpe de estado perpetrado por un asesino y cobarde como Hugo Chávez, quien utilizando las armas de la República, insurgió de manera criminal contra un gobierno legítimo. El discurso de Caldera (está registrado en internet y es de libre acceso) justificó –repito- el golpe, diciendo: ¨… no se le puede pedir a un pueblo que se inmole por la libertad y la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer¨. ¨cuando no ha sido capaz de ponerle un coto definitivo, al morbo terrible de la corrupción¨! 

Retórica hueca y vacía, pero sobre todo lamentable por parte de quien ya había gobernado en el período 1969-1973, de cuyas ejecutorias no solo no existen loe mejores recuerdos, sino que tampoco acabó las causas por las cuales, el pueblo padecía carencias y discriminaciones. Del mismo modo, no se puede asegurar que el suyo haya sido un gobierno probo y limpio en el manejo de la cuestión administrativa. 

También sus acciones fueron decisivas, ésta vez desde el gobierno,  para infligirle un daño inmenso, un daño terrible a la democracia, de la cual,  era coprotagonista.  

La guinda de la torta fue en el ejercicio de su segundo gobierno, cuando de manera antipatriótica; indigna; antihistórica, e terriblemente contradictoria con su experiencia de jurista y político de altos kilates, promovió y aprobó el Sobreseimiento de la causa de Chávez, con lo cual, reconvirtió a un militar mediocre; ignorante; repulsivo; y derrotado, en un súper candidato presidencial, al cual por cierto, se le brindaron garantías exageradamente buenas. Todo lo contrario de las humillaciones y violaciones que sufren hoy los presos políticos venezolanos en la dictadura de Chávez y Maduro.  

A partir del Sobreseimiento de Caldera a Chávez, éste que en rigor jurídico tenía que haber cumplido la pena máxima por el magnicidio intentado y gracias a Dios frustrado, pasó a ser el campeón de los candidatos presidenciales, de la mano de lo peor de la política venezolana, como ha sido esa izquierda desleal, Notables llenos de odio y revanchismo, y algunos medios de comunicación, que convencieron a la sociedad de llevar a Chávez al poder electoralmente.  

Un indicio importante de cómo actuó Caldera, y como eran sus compromisos, es el que tiene que ver con el nombramiento de su primer gabinete ejecutivo. Allí aparecen dos miembros muy importantes de la conspiración contra el gobierno de CAP II: Ramón Escovar Salom, Ministro del Interior (Ex Fiscal General de la República), y Miguel Angel Burelli Rivas, Ministro de Relaciones Exteriores (Los Notables que encabezaba Uslar Pietri). Continuará. 

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra  

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