martes, 8 de junio de 2021

OSCAR ELÍAS BISCET: CUBA CASTROCANELISTA, UNA CONTINUIDAD ANTISEMÍTICA

Israel ha ofrecido la paz sincera a los árabes. La soberbia de los líderes palestinos ha arrebatado esa dicha a su pueblo.

La guerra siempre conlleva un peso psicológico y emocional elevado y sobre todo cuando es impuesto por el pánico a la muchedumbre durante los bombardeos a las ciudades. El bombardeo ya no era sorpresa por lo diario de los acontecimientos y por lo general la moral ciudadana era alta, pero causaba un efecto deteriorador de la salud psicológica de algunos ancianos y niños.

En una noche se lanzaron más de 200 bombas y más de 70 cayeron en la capital del país. Esas bombas voladoras (V-I y V-2) causaron la muerte a unas seis mil personas en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y solo fueron detenidos esos crímenes con el desembarco de los Aliados en Normandía, el Día D.

Del mismo modo, después de 77 años de aquellas incursiones aéreas para bombardear ciudades británicas por la aviación nazi y sus bombas voladoras, se imita bajo el mismo concepto amedrentador y de destrucción de la vida y la salud, aunque ahora con armas más modernas y poderosas contra pueblo de Israel. Realmente algo devastador, 4 000 cohetes fueron lanzados desde la Franja de Gaza por las bandas terroristas de Hamas y Yihad Islámica contra varias ciudades israelíes, incluyendo su capital Jerusalén.

En otras de las circunstancias que asemejan los crímenes de guerra nazi y los de los terroristas palestinos de Gaza, son su crueldad y desprecio a la normas civilizadas y convenios internacionales en relación con los conflictos bélicos, donde las armas de guerra no solo se disparan contra ciudades y su personal civil, sino que las baterías de cohetes se emplazan dentro del perímetro de las ciudades y usan a los inocentes civiles como escudo de guerra. Cuando la fuerza hitleriana bombardeaba las ciudades británicas lo hacía desde el centro urbano de la ocupada ciudad de La Haya, Países Bajos, tal como hacen hoy los terroristas palestinos desde la ciudad de Gaza.

Las palabras del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, definió muy bien la agresión al pueblo y territorio israelitas y dijo que "Israel no inició este conflicto. Fuimos atacados de forma provocadora por la organización terrorista Hamas que disparó cuatro mil cohetes contra nuestra capital y nuestras ciudades. Ningún país se queda de brazos cruzados al ser atacado de ese modo criminal; Israel no es diferente, pero sí hicimos algo distinto. Luchamos contra terroristas que se esconden entre los civiles en unos sitios más densamente poblados en la tierra".

Netanyahu continua con su explicación: "Ellos disparaban cohetes contra nuestros civiles mientras utilizaban a sus civiles como escudos humanos. Hemos hecho todo lo posibles para evitar víctimas civiles, las bajas innecesarias de no combatientes. Mientras intentamos atacar combatientes que estaban tratando de asesinar a nuestros ciudadanos. Lamentamos cada perdida de vida, pero puedo decirle categóricamente que no hay ejército en el mundo que actué de forma más moral que el ejército de Israel".

Algo todavía insólito por su vigencia a pesar del paso de los años y la derrota del nazismo, sus justas condenas en Nuremberg y la desnazificación de las sociedades de los países involucrados en tan despreciable sistema, es el plan la Solución Final de Hitler y la adhesión de los líderes árabes de aquel tiempo, el abominable ideario nazi aún vivo en las acciones de las bandas terroristas de Hamas, Hezbolá, Yihad Islámica y su protector y financiador el régimen iraní. Irán prometió públicamente apoyar al grupo de Hamas en su guerra de rapiña y destrucción de Israel.

Los Estados árabes no tuvieron de acuerdo con la resolución de independencia de Israel en la Naciones Unidas y desencadenaron cinco conflictos bélicos contra los israelitas. Estos son denominados las guerras árabe-israelíes: La Guerra de Independencia, mayo de 1948-enero de 1949; Guerra de Egipto-Israel, octubre-noviembre de 1956; Guerra de los Seis Días, junio de 1967; Guerra del Yom Kippur, octubre de 1973 y Guerra del Líbano, 1981-83.

La arrogancia de Fidel Castro le conllevó a realizar varias guerras imperialistas por el mundo, como un satélite soviético, estos aportaban las armas de guerra y Castro ponía los hombres de carne de cañón. El régimen castrista aprovechó el conflicto árabe-israelí y no solo se alió a los agresores sirios y egipcios, sino que participó directamente en ellos, la Guerra del Yom Kippur, 1973 y la Guerra de Desgate entre Egipto e Israel, 1967-70. Castro, después de ser derrotados en ambos conflictos bélicos, se enfocó en la diplomacia guerrera en las Naciones Unidas y todos los foros internacionales, propuso o coauspició resoluciones contra el Estado Judío de Israel.

El antisemitismo del dictador Fidel Castro y su régimen fue heredado por su designado sucesor Miguel Díaz-Canel, que mientras los grupos terroristas de Hamas y Yihad Islámica agredían el territorio nacional hebreo con cerca de 4 000 cohetes en siete días y 1000 solo en la primera noche sobre la población civil. Al menos, en la capital Jerusalén violentaron su cielo con siete misiles, otros 130 sobre Tel Aviv y 150 a Ascalón y así en ciudades vecinas. En cambio, el mandatario Díaz-Canel condenaba el derecho a la legítima defensa de Israel, el Ius ad bellum, del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas; sin embargo, guarda un silencio protector y cómplice con los ataques de los terroristas palestinos.

Israel ha ofrecido la paz sincera a los árabes. La soberbia de los líderes palestinos ha arrebatado esa dicha a su pueblo; ahora tienen una magnífica oportunidad con el Acuerdo de Paz de Abraham y el Levante Mediterráneo sería una región pacífica en beneficios de sí mismo y el mundo.

Oscar Elías Biscet: 

lanuevanacion@bellsouth.net

@oscarbiscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

Cuba - Estados UnIdos

http://www.lanuevanacion.com

https://www.diariolasamericas.com/opinion/cuba-castrocanelista-una-continuidad-antisemitica-n4224278

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