Está llegando el momento
de aislar a los extremos, de dar la espalda a quienes desde el anonimato acusan
de cobarde a los que arriesgan. Luce
absurda la crítica mordaz y obstinada desde Miami contra los que hacen política
y procuran construir una salida real, más allá de fantasiosas invasiones o
salidas mágicas que francamente no existen.
El país está hastiado del show y las faltas promesas de un liderazgo
mesiánico que tiene meses autoproclamándose como una “reserva moral” y
cuestionando a todos los demás. Esa
pretensión de pureza, de ser una raza superior predestinada, tiene un
insoportable tufo fascista. No tengo
dudas que el país está colocando a esos sectores en el hombrillo y está
circulando una ruta distinta. Quizás lo
haga en silencio, sin estridencia, pero el país se mueve bajo otras
referencias. Lamentablemente, también en
nuestras organizaciones encontramos gente incapaz de comprender procesos que se
están dando en diversos ámbitos y esferas de la sociedad, articulados por un
hilo invisible. En todas las
organizaciones encontramos gente que piensa en la confrontación como único
recurso político, que cree que Twitter es Venezuela, que convierte cualquier
grupo de WhatsApp en su campo de batalla y persigue victorias minúsculas. Es hora de empinarse por encima de lo
subalterno, centrarse en lo relevante y dejar en el hombrillo a quienes carecen
de la madurez política para colocarse a la altura de las circunstancias. Es la
hora del deslinde…. No perdamos ni un minuto en ese debate estéril.
En efecto, el país está
cambiando. En gremios profesionales, empresariales y sindicales, en ONG`s y
grupos de trabajo, en distintos escenarios se está hablando de la necesidad de
incrementar la presión interna y articular la elevada presión internacional para
forzar la negociación de una salida a la descomunal crisis que sacude al
país. Hace unos meses, tal posibilidad
habría sido molida por una opinión pública radicalizada pero como decía Teodoro
“solo los estúpidos no cambian de opinión”.
Comienza a sentirse una ola de sensatez.
Hay políticos de diversa procedencia pensando como estadistas y
articulando esfuerzos unitarios en bajo perfil.
Aun cuando incipientes, los avances en el Frente Amplio hay que
valorarlos como positivos. En fin,
aunque muchos no las vean, están pasando cosas.
La política no se hace a
partir de dogmas sino de realidades. Votar o abstenerse no es un asunto de
principios sino de estrategia y está asociada a una condición determinante: la
Unidad. En dictadura, concurrir a un
evento electoral sin la unidad de las fuerzas democráticas es francamente una
ociosidad que eventualmente termina fortaleciendo al régimen. Sería algo tan
estúpido como la abstención crónica o la necedad de que “no voto porque
legitimo al gobierno”. Las dictaduras
son ilegítimas por definición y tal condición no depende de su participación o
no en determinado evento electoral. Lo
cierto es que una oposición democrática debe procurar el escenario electoral,
donde el arma es el voto y no el fusil, máxime si el gobierno tiene un rechazo
superior al 80%. Entonces, de lo que se
trata es de “hacer política”. El
liderazgo debe trabajar en generar las condiciones políticas para que cualquier
escenario democrático pueda traducirse efectivamente en un resultado y no sea
un ejercicio quimérico de grupos principistas.
Ese es un cambio sustancial en la Política y el país se está moviendo en
esos nuevos referentes. Además, la
inmensa fuerza internacional que respalda una salida democrática en Venezuela,
no puede entender que no exista una interlocución unitaria que le brinde
coherencia a esa política. Sin duda, ha llegado la hora del deslinde…
Richard Casanova
@RichCasanova
No hay comentarios:
Publicar un comentario