viernes, 5 de abril de 2019

JOSÉ DOMINGO BLANCO, GUAIDÓ CONTRA MADURO


Tres meses contra dos décadas. David contra Goliat. Guaidó contra Maduro. Son expresiones que, más o menos, cuantifican lo mismo. En apenas tres meses de gestión del Presidente (E) Juan Guaidó estamos esperando resultados que pongan fin, inmediatamente, a esta tiranía. Tiranía que tiene dos décadas y que, a la postre, ha tenido el tiempo suficiente para consolidarse, reestructurarse y reorganizarse, cada vez que recibe un golpe que la hace tambalear. Sin querer ahondar en temas filosóficos o religiosos, tres meses contra dos décadas, sigue siendo desproporcional porque este régimen tiene experiencia haciendo lo que sabe: actuar con calculada perversidad, sembrando el mal.

Hace ya unos días, hemos escuchado a algunos analistas y abogados sugerir la pertinencia de invocar el artículo 187, numeral 11, de la Constitución Nacional. Un artículo que, para su aplicación, debe ser discutido y aprobado en sesión del parlamento. El parlamento legítimo. El que elegimos nosotros. No la Asamblea Nacional Constituyente usurpadora e ilegítima, que preside Cabello. Pero, resulta, tal como contabiliza mi respetado amigo, el doctor José Vicente Haro, en las últimas ocho sesiones de la Asamblea Nacional, se ha propuesto considerar la aplicación del citado artículo y, reiteradamente, “se ha negado incluir ese punto en el orden del día de las sesiones de los días 19 y 27 de febrero; 6, 11, 12, 19,26 de marzo y 2 de abril”. 

Y aunque quisiera interpretar esto como un acto de prudencia y sindéresis en el que, como parte de la estrategia, algunos diputados buscan el momento preciso y adecuado para su aprobación; en el fondo, la intuición, los años en estas lides y el olfato periodístico me rebaten el argumento. Entonces, comienzo a pensar en los cómplices de este régimen que, a lo largo de estas dos décadas, han ayudado a enquistar aún más a esta tiranía perversa. Pienso, por ejemplo, en todos quienes, en este momento crucial, les gustaría ser Guaidó: ocupar el rol protagónico que hoy tiene el presidente Guaidó. Que no resisten la importancia que ese nombre ha adquirido en el ámbito internacional. Esa reacción infantil y egoísta de quienes aspiran el poder y no soportan que otro les haya robado lo que ellos consideran su derecho natural. Un asunto de ego y envidias que muchas veces les impulsa a actuar de acuerdo con los más bajos instintos; sin reparar en que, en el medio, lo que está en juego, es la vida –o muerte- del país y quienes en él vivimos.

Nuestra más reciente historia, está repleta de oscuros personajes -porque así quedarán identificados para beneficio de nuestras generaciones futuras- que, consciente o inconscientemente, o quizá tentados por promesas de gloria y recompensas futuras, se han dado a la tarea de bloquear todos los esfuerzos orientados a la libertad de Venezuela. Que han permitido la continuidad de esta narcotiranía, en detrimento de un país destruido y en la ruina. En este momento decisivo, en el que la mayoría de los venezolanos deseamos el éxito de esta gesta que ha asumido el Presidente (E) de Venezuela, no me preocupa su juventud ni la corta trayectoria política del ingeniero Guaidó, me preocupa los buitres que le merodean y que, dicen, estar brindándole respaldo, cuando en realidad, quizá, las intenciones son todo lo contrario. Y esos bloqueos y zancadillas que le ponen, se evidencian en esa táctica de posponer, olvidar, postergar la discusión y aprobación del artículo 187.11 de la constitución. En sus más recientes apariciones, el Presidente Guiadó ha mencionado que la opción que ofrece este artículo no está descartada. Imagino que, a su juicio, no ha llegado el momentum de plantearlo formalmente en la Asamblea Nacional, para lograr su aprobación. Supongo, también, que estarán tratando de convencer, sobre la viabilidad de esta alternativa, a quienes hasta ahora consideran que es errada.

Cuando he expresado, pública y abiertamente, mi opinión sobre el terrible problema venezolano y que, en este momento, para salir de él requerimos el apoyo y la intervención internacional -que pudiera ser por la vía de la aplicación del artículo 187.11; o, como propone el doctor Juan Carlos Sosa Azpúrua, “por la vía de una operación quirúrgica de la DEA, visto que en Estados Unidos, tienen más que identificados a los cabecillas de este narcoestado”; hay quienes refutan esta intervención extranjera alegando que los problemas del país, los solucionamos los venezolanos. Pues, está más que comprobado que hemos fracasado en nuestro intento de hacerlo solos. Que, a lo largo de estas dos tortuosas décadas que lleva el régimen con los colmillos clavados en las arterias del país, no hemos logrado como hasta ahora, con Guaidó al frente, tanto apoyo internacional ni tanto interés por evitar que este mal, llamado Chavismo/Madurismo, se propague y contagie al resto del continente. Las oposiciones, en sus intentos anteriores, en su afán por resolver en casa, los problemas que son de casa, han fracasado. Entonces, apártense y dejen de sabotear al que no deben, porque fortalecen al que sí deberían boicotear.

José Domingo Blanco
@mingo_1

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