El gasoil es el principal combustible para el traslado
de alimentos, medicinas y demás enseres en Venezuela. Al no contar con red
ferroviaria para carga, el transporte público y de la agroindustria es
básicamente dependiente de este combustible y la falta del mismo hace difícil o
compleja la distribución de los productos que consume nuestro pueblo.
En la actualidad ese combustible es escaso motivado a
que ambos extremos abandonaron, acabaron e hipotecaron a intereses foráneos
nuestro parque refinador compuesto por las refinerías de Amuay, Cardón, El
Palito, Bajo Grande, Puerto La Cruz y Citgo Petroleum. Así de simple.
A nivel nacional existe una capacidad instalada para
refinar más de 1.300.000 barriles diarios de crudo pesado y extra pesado en
gasolina, diésel, grasas, lubricantes y otros rubros. Lamentablemente en la
actualidad lo que se produce es totalmente insuficiente para cubrir la demanda.
En lo que a diésel se refiere, la producción ha mermado en 75% en relación a lo
que producíamos hace apenas cinco años.
Ese hueco que veníamos arrastrando, producto de la
paralización de la economía, se tapaba con una exención humanitaria en función
de los intereses nacionales con las transnacionales Repsol, ENI y Reliance a
razón de un intercambio que consistía en un barril de diésel por tres barriles
de crudo liviano. Sin embargo, a partir de noviembre del 2020 ese trueque
humanitario fue obstruido debido a que la administración del saliente
presidente de EE.UU., Donald Trump, lo impidió mediante sanciones impulsadas
por un extremo radical que, desde 2017, se ha sumado a la antipolítica que no
ha logrado otra cosa más que contribuir a la desmovilización y sufrimiento del
pueblo venezolano.
Como consecuencia de toda esa situación, desde un
primer momento nuestro secretario general nacional; diputado Omar Ávila hizo el
alerta y responsablemente presentó unas propuestas puntuales al vicepresidente
del área económica Tareck El Aissami. Lamentablemente los inventarios de diésel
disminuyeron drásticamente y se empieza a evidenciar el racionamiento de ese
combustible preciado.
En resumen, la situación es realmente crítica, al
punto que diversos gremios han realizado protestas sociales exigiendo diésel
para poder trabajar y los productores agropecuarios están perdiendo en estos
momentos parte de sus cosechas y rebaños.
La Asociación Venezolana de la Industria Química y
Petroquímica (Asoquim) planteó que el 80% de la industria tiene problemas para
abastecerse de este rubro y el 76% tiene problemas con proveedores para obtener
materia prima por razones similares.
Se estima que ocho de cada diez camiones ya están paralizados
y este gremio de transporte ha denunciado que pasan hasta una semana en cola
para abastecerse en las estaciones de servicio. Los camiones que transportan
alimentos y otros enseres permanecen varados por muchos días, lo que ralentiza
su llegada a las ciudades.
La Federación de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga), ha
expresado que “la falta de diésel hace imposible producir y distribuir
alimentos como carne, huevos, leche y queso”.
Bien vale destacar que las sanciones a la importación
estatal de combustibles lejos de perjudicar al gobierno del presidente Nicolás
Maduro, lo ha beneficiado, abriéndole camino para imponer a través de la
escasez de diésel, mayor control social.
Una parte importante del sector privado ha manifestado
su preocupación e intención de importar el combustible, lo cual desde nuestra
óptica puede, en gran medida, contribuir a paliar esta crisis y con ello
recobrar la normalidad en la cadena de suministros.
Desde Unidad Visión Venezuela llamamos a la sensatez y
creemos que la solución de fondo a esta gravísima carencia pasa por reactivar a
su máxima capacidad el parque refinador nacional y recuperar Citgo, pero ello
no es posible a corto plazo y, en consecuencia, se impone la necesidad de un
acuerdo por la vida en función de hacer e implementar una iniciativa similar a
la que propuso en su momento el economista Francisco Rodríguez y el presidente
de Fedecámaras, Ricardo Cusano. Eso es lo responsable.
En lo inmediato, exigir al gobierno del presidente de
EE.UU., Joe Biden, que corrija el error de su antecesor y permita el
intercambio de crudo por diésel para nuestra Venezuela y, por último, abogar
para que sea un organismo multilateral con credibilidad, como la ONU
(Organización de Naciones Unidas), quien arbitre la importación y distribución
del combustible en aras de evitar desvíos.
Finalmente, vale la pena reflexionar sobre la
importancia de ponernos de acuerdo en desterrar definitivamente ese ámbito
emocional que nos ha fraccionado como país. Privilegiar la sabiduría y pasar de
la retórica a un acuerdo por la vida
Juan
D. Villa Romero
juandiegovillaromero27@gmail.com
http://visionvenezuela.blogspot.com
@jdiegovillave
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Venezuela
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