Cuando Thomas Jefferson decidiera permanecer en el gobierno de EU más del que había planeado, lo hacía tratando de salvar el país de aquellos elitistas que él había bautizado como “monócratas”. Su gran temor era la posible formación de un monopolio bancario que, en su opinión, sería lo que no solo frenara la carrera del país hacia la grandeza, sino también la causa de su pérdida de libertad para iniciar su declive. Jamás se hubiera imaginado su profecía se haría realidad y, sobre todo, la forma en que se lograría dándole vida a su verdugo: El Fondo de la Reserva Federal. Un verdugo que, como él lo había afirmado, sería más poderoso que los ejércitos de Europa.
Desde 1913, el mundo entero ha visto al FED como algo intocable, un semidios ante el cual hay que arrodillarse y orar, siempre fuera de cualquier intromisión. Es bien sabido que quien se atreva a atacarlo automáticamente está condenado. Nos dicen que cualquier investigación de parte del congreso, puede provocar caos económico mundial y una estrepitosa caída de los mercados de valores a nivel global. Cuando Clinton nombrara a Alan Blinder como miembro del consejo formado por 7 gobernadores, iniciaría una serie de críticas de sus acciones exponiendo difería con las políticas establecidas por su presidente Alan Greenspan.
Blinder no tendría que esperar mucho por respuestas y se iniciaban feroces ataques en su contra de parte de la prensa del establishment, y sin duda recibiría alguna agresiva reprimenda y consejo de mantenerse callado porque, a partir de sus primeras quejas, repentinamente se convertía a la religión del “maestro” afirmando que no tenía diferencia alguna con la política de Greenspan y, después de su mea culpa, jamás volvió a expresar ese tipo de opiniones.
Como todo organismo semi secreto hay gran confusión acerca del FED. El presidente y el Congreso no tienen la mínima influencia en las políticas que se establecen en dicho organismo. En 1913, después de la famosa reunión de Jekyll Island en la cual participaron los propietarios de los grandes bancos del mundo, el Congreso entregó al FED poderes monetarios ilimitados. Lejos de lo que se piensa, es un banco privado cuyos propietarios son otros bancos extranjeros y, como accionistas, les paga dividendos de acuerdo a su porcentaje de acciones.
Es decir, la política del FED no es necesariamente la del gobierno y es un factor dominante en el comportamiento de las economías del mundo. Tiene el poder de crear empleo abriendo la llave del crédito. Y, aunque los gobiernos hablan mucho de esa creación, es bien sabido que lo único que puede crear son burocracias que, en lugar de apoyar, restringen la actividad empresarial. Y el sector privado es quien crea empleos productivos y, para ello, en gran medida, en este campo depende de las políticas que establezca el FED.
El congreso jamás ha investigado a ese organismo y es seguro que nunca lo haga. Nadie puede examinar sus cuentas y tampoco son auditadas. No publican estados financieros. Nadie, y repito, nadie que se atreva a criticar su forma de operar ha podido sobrevivir política o profesionalmente. Pero ¿Por qué tanto secreto? Simplemente porque el FED tiene el arma más poderosa del mundo, el monopolio de la creación de dinero de la nada con lo que lo armaron, utilizando procedimientos anticonstitucionales y totalmente fraudulentos. Los miembros del congreso y el presidente no conocen ni tienen la menor idea del contenido de la legislación que le dio vida, una pieza legislativa que fuera firmada por el presidente Wilson, un hombre propiedad de Wall Street.
El FED tiene el poder de crear dinero en un mundo de ficción pues lo crea de la nada. Puede ser dinero creado a base de crédito a través de la ventana que establece la tasa de descuento a la que otros bancos lo reciben, o pueden ser notas emitidas por la tesorería y vendidas al FED que, para pagarlas, tiene que crear esos fondos, y esas compras la lleva a cabo con grandes descuentos a cargo de la gente. Esto es un grupo privado de banqueros propietarios de una maquinaria para crear dinero y protegidos con su carácter monopólico. Un monopolio sin control que tiene sus ganancias garantizadas. Un monopolio que no tiene obligación de informar, tampoco de mantener ni dar a conocer sus libros, ni llevar registro de sus operaciones para informar anualmente. Un monopolio de dinero sin restricciones ni vigilancia.
Al congreso y a la gente les mintieron engañándolos cuando su proyecto era discutido. Y el mejor aliado de ese fatal organismo es la pereza de la gente que, mientras que en el pequeño mundo de sus necesidades las tengan medio satisfechas, no les importa lo que haga este monstruo. Y, aun si lo trataran, no encontrarían fuentes de las cuales podrían obtener la verdadera información. Los académicos solo están interesados en que siga protegido. Y, si algún atrevido decidiera escribir algún libro exponiendo estas anomalías, jamás encontraría quien lo publicara y al autor se le decretaría su muerte profesional.
El mundo entero, como el elefante en la sala del alcohólico, ha decidido completamente ignorar los poderosos argumentos de los padres fundadores, especialmente los de Jefferson, Madison, Jackson. Ellos afirmaban que la República y la Constitución estarían siempre en peligro ante los “poderes del dinero”. Un grupo elite de autócratas que manipularían el poder político para lograr esa potente arma y mantenerla, el monopolio de la creación de dinero. El ideal Jeffersoniano, algo que a las elites y a los marxistas preocupaba sobremanera, era el de una república de pequeños propietarios que Marx bautizara como burgueses y Rockefeller como campesinos ignorantes, con un gran sentido cívico siempre alertas ante los peligros de sus derechos individuales. Una saludable sociedad civil.
Para Jefferson, el mejor gobierno era “menos gobierno”, donde el individuo tomara la responsabilidad de la defensa de sus derechos individuales y los de todos los miembros de la sociedad. El rechazaba las ideas socialistas con el mismo vigor que rechazaba y alertaba la posibilidad de poderosos monopolios bancarios que, si triunfaban en su oscuro propósito, harían desaparecer los derechos individuales y la libertad. Y, en estos momentos, ante la realidad que temían y que entregaran sus vidas para evitarla, finalmente, los enemigos de la patria ha tomado el timón de la nave apuntando hacia la tormenta que, sin lugar a dudas, destruirá todo lo que se lograra en dos siglos, estoy seguro estarán derramando sus lágrimas que solo los grandes patriotas pueden derramar.
El espíritu Jeffersoniano y Jacksoniano ha muerto frente a la avanzada de los monócratas apoyados por tantos traidores que le pusieron precio a su país, a su dignidad y, deshaciéndose de su moralidad entregaron su libertad y su país.
Ricardo Valenzuela
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