Hace días ocurrió un incidente en una de las carreteras próximas a Jerusalén, que por poco les cuesta la vida a una mujer judía embarazada y a su esposo. Un motociclista les fue cortando el paso y chocando hasta que llegaron a Beit Hanina, un barrio árabe israelí. De pronto, una veintena de personas intentaron linchar a la pareja. Ambos fueron golpeados y tuvieron que ser hospitalizados. Pocos medios publicaron el caso y prácticamente no sabemos más. Lo que observamos es una ola de crímenes que está sacudiendo a la sociedad árabe en Israel, al punto que el primer ministro Naftali Bennett está aprobando planes para combatir la violencia en las comunidades árabes israelíes.
Precisamente ello aconteció en los días que se cumplieron 21 años de otro linchamiento que sí se concretó, cerca del actual percance. Nos referimos al brutal asesinato de dos reservistas israelíes, Vadim Nurzhitz y Yossi Avrahami, que equivocaron el camino y fueron a parar a Ramalla, capital de la Autoridad Palestina, en donde la policía en lugar de indicarles la vía, los arrestó y los llevó a una comisaría en dicha ciudad. Una gran turba rodeó el predio, clamando por la sangre de los israelíes; los policías permitieron que la muchedumbre invadiera la estación policial; los israelíes fueron golpeados y apuñalados hasta la muerte. Luego fueron lanzados por una de las ventanas del segundo piso. La multitud enardecida despedazó y quemó los cuerpos.
El dantesco crimen fue filmado por un equipo de TV Mediaset de Italia y las espeluznantes imágenes fueron difundidas en el mundo. La grabación de uno de los asesinos agitando sus manos empapadas con sangre, a través de la ventana, se convirtió en símbolo del apoyo palestino al terror. Años después, la TV oficial de la Autoridad Palestina honró como héroes a los atacantes de aquel linchamiento en Ramalla.
En 2018, pudo haberse repetido la ejecución: dos soldados israelíes entraron por error a Jenin y fueron sitiados y heridos; pero, en esa ocasión, unos policías palestinos los rescataron.
Esas bestiales matanzas no pueden ser motivo de orgullo; los árabes y los palestinos deben decidir qué tipo de sociedad quieren y sobre todo elegir a los líderes apropiados a fin de alejarse de la violencia, característica de sus actuales autoridades.
Beatriz De Rittigstein
bea.rwz@gmail.com
@caivenlinea
Venezuela
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