Hoy las efemérides. Nos trae a Rafael José Remigio Urdaneta Farías (Maracaibo, 24 de octubre de 1788 – París, 23 de agosto de 1845) fue un militar y político venezolano, prócer de la Independencia de Venezuela, el «más leal de todos los leales a Simón Bolívar» y sexto presidente de la Gran Colombia. Otro Padre Fundador de lo que hoy conocemos como República. Muy propicia la ocasión. Bienvenida su presencia.
Es un momento histórico y crucial que determinará la calidad de la reforma política, económica y social que inevitablemente vendrá. Debemos recomponer la República, fortalecerla para poder hacerla más grande. Es muy larga la lista de calamidades que hoy sufrimos, Sin embargo, es menester estimular una mejor calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Hoy se me antoja que esta crónica debería escribirse en clave de optimismo. De real optimismo y en todo el espectro de nuestras vidas. Hay que hacer la tarea. No todo esta perdido.
Creo que hay que resistir y éste ha sido siempre mi lema. Pero, cuántas veces nos hemos preguntado cómo encarnar esta palabra. Pues hoy les digo, el pájaro cantor jamás se para a cantar en un árbol que no da flor. Cambiemos la receta y lo vamos a lograr. Atrevámonos a promover el cambio hacia una nueva República. La primera libertad de un ser humano es la del pensamiento. Ya lo decía Hermann Hesse: “La verdadera profesión del ser humano es encontrar el camino hacia sí mismo” y a mi me lo complementa el Lao Tsé con esta cita “Un viaje de mil kilómetros siempre comienza con el primer paso” Tratado místico que cubre muchas áreas de la filosofía, desde la espiritualidad individual hasta las técnicas de buen gobierno.
Sabemos que esta apreciación no es lo que millones de venezolanos quieren leer o escuchar. No está claro cómo se resolverá la crisis. Ninguna condición es cierta en la Venezuela de este momento. La incertidumbre se apodera de nosotros los ciudadanos, la gente común. La que solo quiere paz y sosiego a guarda; pero siempre expectante en la calle en protesta ciudadana.
Coincido plenamente con Gabriel Boragina, compañero de habitáculo en el http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com y de él tomo algunas ideas leídas de sus innumerables artículos.
Es habitual que el ciudadano común tienda a culpar a los políticos de su suerte cuando es mala y a alabarlos cuando es buena, pero -en rigor- ese ciudadano que vota es el artífice de su propio destino político, y lo bien o lo mal que le vaya resultará -en última instancia- de como vote y a quien lo haga.
No menor, por cierto, es la responsabilidad del ciudadano que vive bajo una tiranía, ya que por muy reducida que sea su libertad y por muy grande que sea su opresión puede, no obstante, decidir si coopera con el régimen o si lo resiste con los medios que tiene a su alcance. En ningún caso puede eludir su responsabilidad final al respecto, viva en democracia o en dictadura. La calidad de sus instituciones estará en manos de sus propias decisiones y acciones públicas, las que sumadas al del resto de los ciudadanos fijará el destino de la República y el suyo personal dentro de ella.
Planteada de este modo la cuestión, pareciera que entraríamos en un círculo vicioso, en donde -como expresa el célebre dicho- no se sabe que es lo primero "si el huevo o la gallina". Sin embargo, esto es solo aparente. La salida a este supuesto dilema creemos encontrarla en la estructuración de una conducción política con ideas claras y firmes, que siente las bases de un cambio cultural en materia de conductas, acciones morales y éticas, elevando el nivel de la identificación política. Cuando hablamos de recuperar los valores que hicieron grande a Venezuela nos referimos enteramente a este aspecto. En lo político-social es la transformación cultural la que determina la ulterior variación de todos los demás factores que dependen de aquella.
Pero, como nunca se puede ni se debe "poner el carro delante del caballo" tampoco es posible soslayar que la clase política es consecuencia y producto de la sociedad en cuyo seno nace. Si los estándares de la dirigencia política son bajos, es porque los de la sociedad civil de donde surge esa cúpula política también lo son y en proporción mayor aun, toda vez que los políticos no "aparecen por generación espontánea", ni son el resultado de una repentina o gradual invasión extraterrestre. Son la secuela necesaria de la sociedad de la cual emergen y buscan representar. Si el nivel educativo y cultural de esta sociedad es pobre, la representación política que brote de ella será del mismo tenor.
Cuando se observa el decadente nivel de los competidores por cargos políticos que habiendo pasado por la función pública se presentan nuevamente como "alternativa" para "solucionar" los mismos males que ellos generaron o contribuyeron a formar, uno no puede evitar reflexionar pesimistamente sobre el futuro político del país. No es que la situación sea irreversible. Nunca hemos creído en irreversibilidades de ningún tipo. Pero debemos recordar -junto al decimonónico Lord Acton- que "El poder tiende a corromper" y que "el poder absoluto corrompe absolutamente". Y toda posición política equivale a una de poder, en una cuota que puede ser mayor o menor, pero que -en suma- será apreciada como cuota de poder, a la cual siempre habrá candidatos que la deseen.
La difícil pero importantísima cuestión de la idoneidad de quienes aspiran a cargos de representación popular es un tema que debe ser objeto de profundo debate y meticulosa reglamentación. De la misma manera que existe exigencias de admisión y evaluaciones diversas en empleos privados, cursos y exámenes en escuelas y universidades, la carrera política debe -con mayor razón que en aquellos ámbitos- contar con un método de examen público y transparente que acredite las virtudes suficientes como para continuar en carrera. El modo de implementar un procedimiento semejante será objeto de debate, pero la idea debe comenzar a considerarse públicamente antes que la debacle aparezca. Es una suerte de voto calificado invertido donde, en lugar de calificar al votante, se debe calificar al candidato al cargo para que pueda obtener la categoría de candidato o postulante y -a partir de allí- estar en circunstancias de competir con sus pares de otros partidos.
Quienes militamos el republicanismo estamos en plena ejecutoria de ello. Imperfecta aun, pero en el firme propósito de hacer de esto una sana practica. Postular a los sobresalientes con las mejores cualidades para el cargo. Probos, capaces y altamente eficientes. El Proyecto Republicano. Un Estado DE, POR y PARA Ciudadanos en la Venezuela Posible. En una Nación con Orden y Ley.
Hagamos que si valga la pena salir a votar, que por cierto según algunas encuestas ha subido ostentosamente un 61%. Es la Rebelión de las Regiones. Pero queremos más. Una nueva oposición agrupada bajo las banderas de la búsqueda de un bienestar en libertad, la descentralización, un gobierno limitado y un estado de derecho. Debemos trabajar por ello.
Vamos por la calle del medio.
Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!
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Coordinación Ejecutiva Republicana Nacional.
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