El mundo democrático propiamente dicho o, por lo menos, el mundo que constituye un patrón político donde existe justicia social, seguridad jurídica, respeto a la empresa privada, respeto a la libertad de expresión y de movimiento, seguridad alimentaria y de salud, no sale del asombro que ocasiona la existencia de individuos (lideres) en quienes persisten sesgos de barbarie respecto a mantener una sensible interrelación violenta, tanto cultural como política entre su nación y la nación de los vecinos. El caso Putin es un ejemplo especifico de esta observación, en él, la estirpe tártara eslava se fosilizo en el siglo XV, afloró en el XXI por efecto de una escuela cruel y perversa la KGB que irónicamente fuera heredera de espíritu de las fuerzas represivas de la Rusia zarista cuya máxima representación la protagonizaba la Ojrana. Justificada por argumentos fútiles, absurdos y alimentada por un nacionalismo chauvinista cuya verdadera inspiración es el ansia de poder que ejerce la expansión imperial soviética extinta en 1991 y, añorada por él y los dinosaurios del Kremlin.
Mientras que unos apuestan por la internacionalización comercial; o sea, el libre comercio entre las naciones vecinas y allendes o alejadas para enfrentar el problema de abastecimiento alimentario, él, se aboca en una incursión invasiva de un belicismo de la magnitud de Atila y los Hunos contra Ucrania. Este problema ha traído como consecuencia la disminución del abastecimiento agrícola en gran parte de Europa oriental y un sector considerable de Europa occidental.
La columnista Sadcidi Zerpa de Hurtado en "el Republicano liberal II" en un artículo publicado el 21'06'2022 titulado: "SEGURIDAD ALIMENTARIA, COOPERACIÓN Y G20, dice lo siguiente:
"En poco más de dos meses, la situación alimentaria mundial ha ido de mal en peor. Los llamamientos cayeron en saco roto, incluso, si de alguna manera Ucrania gana la guerra, pasarán décadas antes de que su economía y sus exportaciones agrícolas vuelvan a sus niveles anteriores"
De nuestro lado, en la América Latina, la gleba comunista no cede espacio al sosiego de nuestras naciones ya maltratadas políticamente en otrora por el colonialismo español, luego por la saga caudillista de finales del S. XIX y principios del siglo XX, pasando por dictaduras militaristas y populistas para finalizar en una primavera pseudo democrática que muy pronto ha caído en un vacío retórico que solapa un deseo centenario de poder de los revolucionarios de la desesperación marxista.
El ejemplo lo han sufrido por varias décadas países que en un pasado no muy lejano gozaban de muchísima mayor libertad individual, seguridad jurídica y respeto a la propiedad e industria privada. Exceptuando Brasil, con un patrón de subdesarrollo económico cómodamente pujante.
Para estos países la tortilla política se ha volcado con un colonialismo maquiavélico silente, generado por directrices propagandísticas diseñadas en el seno del aparato estratégico castro comunista -ahora chavista- para expandir sus tentáculos colonizadores entre las esferas sociales más sensibles de sus poblaciones. Poblaciones marginales y sectores populares son invadidos por misioneros con un propósito definido, sembrar odio a todo lo que sea producto del esfuerzo de la voluntad individual o privada basado en el deseo de acabar con una supuesta explotación de un sector desposeído por parte de otro explotador. Este mecanismo complementado por la actividad subversiva urbana, protestas violentas comandadas por líderes mercenarios, han sustituido la guerra de guerrillas, derrotadas en el siglo XX, para ganar votos y ganar elecciones. Habiéndose del poder, transforman el aparato democrático en un totalitarismo criminal de corte tiránico. El primer paso, acomodar la constitución al beneficio de los electos comunistas, segundo expropiaciones, tercero crear dependencia alimentaria, cuarto desarmar la población, quinto regular y racionar servicios públicos, sexto controlar el transporte y suministro de combustibles, paralelo a todo esto darle prioridad a la creación de cuerpos represivos para defender una revolución inventada cuyo verdadero propósito es proteger a los líderes del gobierno.
Maquiavelo, sabiendo el poder del pueblo o soberano aliado a posibles defensores externos en contra de gobiernos opresores, ideó como se debía ejercer el funcionamiento del Estado y su interacción con otros, por lo cual lo llevó a plantear una estrategia imperialista como la de la Roma clásica inviable en el mundo moderno.
“O las colonias que envíe el príncipe al país conquistado han de ser grandes, o pequeñas: si lo primero, tendrá que despoblar sus antiguas provincias y expulsar un crecido número de sus nuevos súbditos para dar cabida a los antiguos; con lo cual debilita sus propias fuerzas: si lo segundo, mal podrá una colonia pequeña sofocar el descontento, en un país que llora su perdida independencia; de modo que habrá sido preciso expulsar a los habitantes y hacerlos desgraciados, sin que de ello resulte al conquistador una utilidad tal, que compense su injusticia.” Maquiavelo en “el príncipe”
Esa es la nueva estrategia del comunismo Castro chavistas, colonizar, como el comején en la madera sana y carcomerla desde sus fibras y volverlas un cascarón un objeto sin fuerza que se destruye con el menor índice de agresión. En otras palabras, volver a los pueblos, moral y físicamente miserables.
Joise MORILLO
@kao_joi_lin
Venezuela-USA
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