El triunfo del nuevo Presidente colombiano, Gustavo Petro, ha despertado todo tipo de comentarios entre los vinculados a la política, y también entre quienes opinan desde su particular visión de la vida e intereses.
Los colombianos de manera mayoritaria decidieron libremente en segunda vuelta por la opción de Petro, y afortunadamente para los fines de la seriedad y la gobernabilidad, fue reconocido de inmediato, tanto por el contendor derrotado Rodolfo Hernández, como por el resto de los factores políticos que hacen vida en la hermana República.
Tanto el Presidente Duque, como los ex presidentes Uribe, y Santos, felicitaron como corresponde en democracia al ganador, y han estado reuniéndose con el Presidente electo, el primero para organizar las comisiones de enlace que hagan entrega del poder al nuevo gobierno en la fecha prevista, y los otros, para intercambiar opiniones acerca del destino que a todos les preocupa. En nuestra opinión, eso es lo correcto, no solo por la cordialidad, sino para ofrecer alternativas para el sostenimiento de las instituciones democráticas.
Todo lo demás, acerca de su pasado guerrillero ya no cuenta en esta hora, porque se acogió al sistema, y este lo asumió; razón por la cual, debe acatarse su participación y su triunfo.
Todo va a depender de la intención verdadera que traiga Petro, y eso solo se verá en el desempeño de su cargo. El interés general de los colombianos debe ser la preservación del sistema democrático, y que el nuevo gobierno cumpla con la redención social prometida en campaña.
No olvidemos la separación de poderes, y en este caso él va a representar uno muy importante como es el ejecutivo, como jefe del Estado y del Gobierno; jefe supremo de las Fuerzas Armadas; jefe responsable de las relaciones exteriores, de la política interior, y de la Hacienda nacional. Tareas todas complejas, que por competencias constitucionales le corresponden como prerrogativas.
Menuda tarea la de los Presidentes, de manera que lo se impone de entrada es un amplio espíritu de colaboración entre poderes, a objeto de la consecución de los fines del Estado, y la tranquilidad de todos los colombianos.
El anuncio de conversaciones con el gobierno del Presidente Maduro para retomar las relaciones diplomáticas, y comerciales entre ambas naciones es un excelente mensaje inicial, porque ya basta de la diatriba en materia política y diplomática entre vecinos, y especialmente, porque del comercio binacional a lo largo de más de 2,000 kilómetros de frontera dependen muchas empresas y ciudadanos de ambos países.
Otro hallazgo interesante desde el triunfo de Petro, es que la guerrilla del ELN ha anunciado su disposición a negociar con el nuevo gobierno, lo cual, podría contribuir -con las garantías internacionales del caso- a abrir nuevas posibilidades para la gobernabilidad de Colombia.
Apostar por la paz, y el buen desempeño democrático en Colombia, es un deber de todos, y para lograrlo, los colombianos en primer lugar, vecinos de la región, y los interesados en el desarrollo del hemisferio y del mundo, debemos contribuir.
Tiene una gran oportunidad Petro de demostrar que las etiquetas de ex guerrillero, son parte del pasado, y garantizar entonces que está preparado para gobernar a todos los colombianos, y no solo para sus socios partidistas, donde no faltarán presiones obviamente.
Ahora es cuando viene la parte difícil del trabajo para Petro: gobernar!
No es lo mismo hacer promesas de campaña, que cumplir; pero la sociedad organizada en partidos; gremios; sindicatos, así como la gente común y los medios están para recordar la necesidad del cumplimiento de esas promesas.
Suerte para los colombianos en esta nueva empresa, y ojalá haya desarrollo y progreso en paz. Más de 60 años en guerra son más que suficientes. Nuestros mejores deseos por la paz y la felicidad de Colombia.
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