miércoles, 21 de octubre de 2015

JOSÉ TORO HARDY, QUIEN NO LA DEBE NO LA TEME

La presencia de observadores internacionales constituye una práctica usual en los procesos electorales del mundo moderno. En los manuales internacionales de Derecho Electoral, se define esta observación como:

"Un conjunto de actividades de preparación, instalación, vigilancia e información desplegadas por personas o agrupaciones especializadas … cuyo objetivo es plasmar en la ciudadanía una razonable seguridad de que las elecciones se han desarrollado con equidad y son reflejo de su espontánea voluntad".

Los casos de fraudes electorales son frecuentes. La observación internacional tiene por objeto tratar de impedirlos.

En los regímenes totalitarios, la presencia de observadores no es bienvenida. Muchos gobernantes que llegaron al poder a través de procesos electorales no están dispuestos a entregarlo por la misma vía.

Hay casos muchos que nos muestra la historia. Uno de ellos es el de Hitler en Alemania quien sin haber conquistado nunca una mayoría en las urnas, logra acuerdos con otras fuerzas que le permitieron acceder al poder.

En las elecciones de marzo de 1933, los Nazis se convirtieron en la mayor de las minorías dentro del Reichstag.  Ante la imposibilidad de gobernar, el presidente Hindenberg se ve obligado a designar a  Hitler como Canciller.

El 24 de marzo de 1933 el Führer obliga al Reichstag a aprobar una Ley Habilitante, que le otorgaba plenos poderes. El argumento de Hitler era contundente: “A ustedes les toca,  caballeros del Reichstag (parlamento) decidir entre la guerra y la paz”.  Afirmaba esto mientras en las afueras del recinto se apostaban amenazantes los Sturmabteilung o Camisas Pardas de las SA.  A partir de ese momento, nunca más hubo elecciones en la Alemania Nazi.

Desde luego, tampoco hubo observadores internacionales en las elecciones de la URSS.  La posición de Stalin era muy clara: “Basta con que el pueblo sepa que hubo una elección. Los que emiten los votos no deciden nada; los que cuentan los votos lo deciden todo”.

Veamos el caso de Fujimori en Perú quien consuma un fraude en la primera vuelta de las elecciones del año 2000. Toledo se abstiene en la segunda vuelta y los observadores internacionales como la OEA, la Unión Europea y Transparencia se retiran.  Fujimori concurre solo y gana las elecciones pero fue una victoria pírrica. Poco tiempo después tiene que huir del Perú. Actualmente está preso.

En democracia los observadores son bienvenidos.  Distintos nombres se les da a estos observadores, pero en general cumplen las mismas funciones.  En Rusia (si es que allí existe la democracia) se les denomina Nablyudatel, en Alemania Bundeswahlleiter, en EEUU  Poll Watchers, en Japón Tohyo yachiai-jin, en el Reino Unido Returning officer, etc.

Entre las organizaciones que han formado equipos y procedimientos especializados para la observación internacional están el Centro Carter, la Unión Europea, la ONU, la OEA y otras.

Aquí se intenta crear una suerte de modelo híbrido en el cual invitan solamente a gobiernos y organizaciones afines. Les llaman “acompañantes” en lugar de “observadores” y les permiten una participación limitada comprometiéndose a no emitir opinión alguna. Desempeñan un papel similar al de los Tres Monos Sabios de la leyenda: Kikazaru (el mono que no oye), Iwazaru (el mono que no habla) y Mizaru (el mono que no ve).

Es evidente que la observación internacional debe ser conformada por expertos de los organismo electorales de cada país y no por miembros de sus gobiernos.

Conocedores de la situación aquí planteada, más de 30 ex mandatarios de América Latina y España suscribieron el llamado Acuerdo de Bogotá en el cual demandaron que se permita una observación verdadera en el proceso electoral del próximo ‪6 de diciembre en Venezuela.

Mientras se niega a convocar observadores internacionales, el  oficialismo exige la firma de un acuerdo para el respeto de los resultados. Aunque no es necesario acordar lo que ya está convenido en la ley, yo le recomendaría a la MUD suscribir, con gran ceremonia, un acuerdo electoral con motivo de los comicios del 6D; pero no ante el CNE, sino ante la comunidad internacional. Sugiero invitar a líderes relevantes y periodistas de todo el mundo pidiéndoles que sean testigos de lo que vaya a ocurrir. Que se exponga ante ellos los ventajismos,  abusos, limitaciones a la libertad de prensa, persecución a editores, uso de bienes públicos en favor del PSUV, fraudes, inhabilitaciones, presos políticos y estados de excepción impuestos  en extensas zonas favorables a la oposición y que se ratifique la voluntad de la oposición de respetar y hacer respetar los resultados electorales, siempre y cuando estos reflejen la voluntad espontánea del pueblo de manera transparente.  A la vez, que se ratifique la exigencia a que el CNE invite observadores internacionales para el proceso a celebrarse el 6D. “Quien no la debe no la teme”  podría ser el leimotiv de este evento. 

‪José Toro Hardy
petoha@gmail.com

@josetorohardy

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