El “ciclo económico”
es un círculo vicioso de la economía.
Los Gobiernos tienen la máquina de
imprimir billetes sin respaldo, de puro papel; y los bancos, el poder de
expandir el crédito, muy por encima de sus depósitos y reservas.
Estas
políticas demagógicas traen una fase de “bonanza” artificial o auge ficticio:
el dinero sale a la calle, y la gente, contenta, se lanza a consumir.
Pero después viene la inflación: los precios se disparan, y todo se encarece, incluso las divisas, pero los préstamos han de pagarse. Los planes de los empresarios optimistas se frustran, y cunde el desempleo, a pesar de las leyes “sociales”. Los mercados hacen los inevitables y naturales aunque dolorosos ajustes a la baja, cuando las realidades tocan a la puerta, en la fase recesiva de crisis, cancelación de planes, y vuelta a la pobreza.
Este ciclo tiene su
correlato en el ciclo político, que llaman “ley del péndulo”: de la derecha a
la izquierda, otra vez a la derecha, y así. Es el círculo vicioso de la
política.
Primero la izquierda
neta desata la fase expansiva en la economía, subiendo el gasto del Estado,
emitiendo billetes y usando préstamos para no recargar demasiado los impuestos,
y relajando las exigencias para créditos. Con mucho empleo estatal y “planes
sociales”, para comprar votos.
Pero la “fiesta” no es eterna. Si no hay ahorro ni capitalización, no hay desarrollo. La borrachera “social” termina con la “resaca”: estanflación (inflación con estancamiento), desinversiones con quiebras o cierres de empresas, cesantías y paro masivo.
Entonces llegan los
“Neo” liberales, la derecha mala, mercantilista, por lo común en alianza con la
“centro-izquierda”, y su recetario, el “Consenso de Washington”, para la fase
de “contención”. Como los bomberos: apagar el fuego, “a nivel macro” nada más;
sin reformas micro. Lo que en navegación se llama “control de daños”: parches y
remiendos en las áreas más visiblemente afectadas por el accidente.
Los “ajustes” son
insuficientes, porque no van a la raíz del problema: no hay cambios
estructurales, por eso no hay mejoras sostenibles. Tarde o temprano surge
descontento, que va “in crescendo”, hasta que la izquierda radical regresa al
poder, con su demagogia, unos años más tarde. Y el ciclo recomienza.
Para entenderlo
mejor, sugiero dos libros del periodista venezolano Julio Camino: “Historia y
futuro de dos partidos”, y “Estados Des-Unidos de América”, que se compran por
Internet en “Amazon”.
¿Qué hacemos para
terminar por fin con el ciclo? Sólo hay una vía, las Cinco Reformas:
(1) En la política,
poner al Gobierno en su lugar, en sus tres funciones propias: seguridad,
justicia y obras públicas de infraestructura física. Y desligarle de todas las
funciones por naturaleza privadas, que han sido usurpadas en los últimos 50 o
100 años, en moneda y banca, economía y finanzas, salud y educación,
jubilaciones y pensiones; y sustituyendo todos los impuestos actuales por un
impuesto a las ventas, único, uniforme y universal (“tres U”). Y además, poner
a los partidos políticos en manos de sus afiliados y adherentes, y no de la
burocracia del órgano electoral del Estado. Es la Reforma No. 1.
(2) En la economía,
poner respaldo en metálico al dinero; y suficiente respaldo en depósitos para
el crédito bancario. Con plenas libertades a la iniciativa privada para hacer y
desarrollar empresas en abierta competencia, sin restricciones ni privilegios.
Es la Reforma No. 2.
(3) En la educación,
acabar con el “appartheid” actual entre la enseñanza estatal, muy mala, para
los pobres, y la privada, algo mejor, para los ricos. ¿Cómo? Entregando los
institutos educativos del Estado a sus maestros y profesores, como dación en
pago por obligaciones pendientes, bajo la figura jurídica que escojan en cada
caso: asociación civil, cooperativa o la que sea. Para que compitan en igualdad
con las entidades privadas, y tengan buenos ingresos. Y en la transición al
capitalismo, bonos para los buenos estudiantes sin recursos, reembolsables en
dinero a las entidades docentes por ellos escogidos. Es la reforma No. 3.
(4) En la salud, lo
mismo: entregar los hospitales y postas médicas del Estado a sus doctores y
enfermeras, a su personal, para ofrecer sus cuidados al público, en competencia
con las clínicas privadas, cobrando por sus servicios, de acuerdo a su valor,
como debe ser. Y en la transición: bonos, para los pacientes sin recursos
económicos, reembolsables a los institutos. Es la reforma No. 4.
(5) En las
jubilaciones y pensiones, igual: entregar el Seguro Social estatal a sus
operadores naturales y personal, para ofrecer sus pólizas y planes al público,
en competencia con las aseguradoras privadas.
Y en la transición, bonos para que la gente sin recursos económicos
pueda comprar un digno plan mínimo de previsión social. Es la reforma No. 5.
No es imposible de
explicar. No es tan difícil para persuadir. Los del Centro de Liberalismo
Clásico para América Latina estamos convenciendo gente, en varios países, con
éxito. ¡Puedes unirte!
Muchas
gracias, y hasta la próxima.
Alberto
Mansuetti
alberman02@hotmail.com
@alberman02
Bolivia
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