jueves, 2 de marzo de 2017

EGILDO LUJÁN NAVA, Y ECUADOR GRITÓ: ¡CUIDADO,VENEZUELA¡

 “EL QUE NO OYE CONSEJO, NO LLEGA A VIEJO"
FORMATO DEL FUTURO…

Los propósitos del Foro de Sao Paulo, una vez más, han terminado haciendo aguas en el Continente. Y tanto se ha desplazado el péndulo político y de la gobernabilidad apegada a los fundamentos de la Democracia y, con ella, hacia la libertad plena y la economía de mercado, que, hasta su mentor, Inacio “Lula” Da Silva, y su mítico comportamiento moralista -como se lo autoatribuyen todos los que se autocalifican “de izquierda”-, están a las puertas de un posible encarcelamiento. ¿Y por qué?. Porque tampoco fueron todo lo sinceros y firmes en la práctica de esa cansona prédica también muy conocida por Venezuela, de que “ser rico, es malo”.

Es decir, del cuento del Comunismo disfrazado de oveja Socialista, varios países Latinoamericanos, sencillamente, han  comenzado a sacarle provecho con sus particulares aprendizajes de las repercusiones que implica vivir influidos por el aura populista y fascista. Y lo han hecho incorporándose a los imponderables de un sacudón ideológico, es verdad. Pero también apelando a las ventajas de disponer todavía de un basamento institucional público funcional,  como al compromiso -otra vez-  de aceptar que la obligación actual es la de ocuparse de lo determinante.

Por supuesto, lo determinante es una realidad de vieja data, más que el Foro ideado por “Lula” asistido logísticamente por los hermanos Castro Ruz: asumir el reto de trabajar responsablemente para evitar que sus países, como los otros del Continente, sigan siendo actores protagonistas de otras de las mayores tragedias del mundo: ser asiento añejo históricamente injustificado como sede de los peores desequilibrios sociales a los que las instituciones multilaterales le vienen haciendo seguimiento desde siempre.

En Brasil y en Argentina, sus terremotos políticos han comenzado a convertirse en piso firme para la acción administrativa apegada a los fundamentos de una evolución administrativa, económica, social y moral. En Bolivia, por su parte, las aguas siguen agitadas en respuesta a lo que gran parte de su población demanda, es decir, cambiar. Y eso ha sido posible porque  sus ciudadanos le han dicho no, y haciendo uso de su legítimo derecho constitucional a decidir por la vía electoral, a que su Gobierno ya no sea el mismo; el que lidera Evo Morales, quien insiste en continuar siendo expresión de un componente de choques que han ahondado sus históricas fracturas sociales, aunque ahora  envenenadas con resentimiento étnico.

Mientras que Nicaragua, sencillamente, ha terminado convirtiéndose en la gran hacienda Centroamericana de Daniel Ortega y de su otrora cuestionadora esposa. Y todo porque el sandinismo, siempre asistido y asesorado por el combo de los Castro Ruz y de su estructura invasora, supo entender perfectamente cómo es que se puede controlar a un país desde arriba hasta abajo, cuando sus autocalificados dirigentes políticos opositores -que no líderes-, afectados por su egolatría patológica, prefieren condenar a sus países al sometimiento de un falso caudillo, antes que sacrificar sus ambiciones de mando.

Se recuerda que ese cuarteto de países apostó a triunfar políticamente  en la región de la mano del para entonces dispensador de fondos Hugo Chávez Frías, el Presidente de Venezuela. Y lo hizo valiéndose de la ventaja de que el  petroestado se posicionó en la región en el Siglo XXI, montado sobre un banco de dólares al servicio de las llamadas causas de la visión progresista de los pueblos latinoamericanos .

Una inmensa fortuna, entonces, cohabitó  con el Foro de Sao Paulo y fueron capaces de engendrar la neoversión del Comunismo en esta parte del mundo, conocido como Socialismo del Siglo XXI. Comenzó la compra de solidaridades incondicionales, la seducción de frágiles voluntades políticas en la región, hasta que se cambia el panorama comercial petrolero influido por la crisis económica norteamericana y europea, además de hostilidades en el Medio Oriente y la aparición de la oferta energética del fracking.

Con la caída del precio del crudo, desde luego, se desploma el ingreso. Y ya no fue posible la continuidad del derroche y de la mitomanía, mucho menos del uso pedante y arrogante de la espada que camina por América Latina. Pero sí es suficiente para recordar que esas naciones y otras, hay escuelas, hospitales, carreteras, sistemas de electricidad, acueductos, aeropuertos y hasta lo que se hizo con el desfile de una comparsa de carnaval en Río de Janeiro construidos o donados por Venezuela. En fin, todo se produce de la misma manera como sucede en la casa del pobre, cuando éste se gana el gordo de la lotería: es querido y muy bien amado mientras abunda el dinero, pero luego queda arruinado y abandonado.

Como componente de dicha realidad política y social regional, aparece inmersa la Venezuela de comienzos de 2017: un país en ruinas; en una condición administrativa y social desastrosas, y, de paso, involucrada, en su nombre y por la gracia de individualidades, en un innumerable grupo de hechos nacionales e internacionales  que la presentan en peores ruinas  en su esencia ética y moral.

Y si esa es la fachada  de lo inocultable, peor todavía es saberse convertida en el acusado lugar del mundo en donde más del diez por ciento de su población, para satisfacer su derecho a la alimentación, tiene que disputarse las bolsas de desechos de otros habitantes que, en el medio del contraste económico y social que siempre ha estado presente a pesar de más de cien años de trayectoria de nación petrolera, puede adquirir ciertos productos a precios internacionales. Muy pobres, pobres, sobrevivientes y pudientes convertidos, además, en imagen de víctima permanente, real o potencial, para múltiples grupos delictivos siempre dispuestos a agredir o a asesinar.

En el medio de este 0céano de dificultades de todo orden, sin embargo, y mientras reconocidas individualidades se atreven a perseverar en la necesidad de no flaquear ni claudicar en reclamos y participación para enfrentar las causas del panorama general que, por igual, lo asocian con causas políticas y económicas,  emerge el nombre de Ecuador. No sólo por su experiencia iniciada en el año 2000, cuando decide hacerle frente a una destructiva hiperinflación con base en un proceso dolarizador, sino también por su reciente vivencia electoral presidencial.

Fue un evento que  capturó la atención del Continente a partir el 19 de febrero hasta el 22, cuando la ciudadanía, finalmente, supo qué había sucedido durante dichos comicios. A ellos, concurrieron Lenín Moreno, Candidato que siempre se identificó como continuador de la gestión del saliente  Rafael Correa, y que obtuvo 39,91% de los votos, con su bandera del Socialismo del Siglo XXI. De igual manera,  e insólitamente,  7 candidatos  que se autodenominaron oposicionistas  al Gobierno de Correa, y que lo hicieron de manera individual.

De este último grupo,  los 2 primeros fueron Guillermo Lasso, con 28,27% de respaldo,  y Cynthia Viteri, con 16,3% de los votos. Ellos, y los otros 5 aspirantes, sencillamente, ignoraron la experiencia venezolana de 2015, cuando la expresión opositora consolida un entendimiento  electoral alrededor de la figura de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y logra propinarle una sonora derrota al llamado movimiento chavista, hasta convertirlo en una expresión grupal minoritaria dentro y fuera de la Asamblea Nacional. Pero, además, en una fuerza política que hoy está consciente de su inevitable derrota, en caso de no mantener el mismo esquema, y si es que  se realiza algún día un nuevo proceso electoral general.

Tan segura es la eventualidad de una victoria electoral oposicionista venezolana unida - y si se diera un proceso comicial en esos términos- que al Gobierno no le ha quedado otra alternativa que violentar todas las normas vigentes que hagan posible dicho proceso, incluyendo a la Constitución,  y mostrar un rostro y una conducta ajenos a lo que significa decir ser demócratas y actuar como tales.

Desde luego, el reto para Ecuador y los dirigentes políticos ecuatorianos es determinar qué van a hacer ante lo que está en juego el 2 de abril del año en curso, cuando se produzca la segunda vuelta, con un enfrentamiento electoral Moreno-Lasso. Porque si lo que persiste entre ellos son las aspiraciones personales y se desecha la obligación de pensar primero en el país, nada impedirá que Moreno pase a ser el nuevo puntal del Socialismo del Siglo XXI, y los ecuatorianos, con o sin dolarización, terminen convirtiéndose en el tercer peón de lo que otros países han desechado, y que en el nuevo escenario serían la expresión prolongada con Nicaragua y Venezuela.

Sin duda alguna, hay otra lectura ante dicha realidad. Y es que ese mismo conglomerado electoral opositor decida unirse, reeditar el episodio venezolano del 2015, y proyectar hacia acá lo que se haga. Entonces, si así sucediera, ese hecho le debería servir de espejo a Venezuela y a su dirigencia política opositora, hoy literalmente secuestrada por ambiciones e intereses personales y en abierto menosprecio a lo que plantea más del 80% de los venezolanos. Este alto porcentaje de ciudadanos insiste en exigir que se  ocupen más del país, antes que del parcelamiento  con el que hoy andan por las calles de la nación.

Lo de Venezuela y la unidad opositora, no es asunto de frías frases o de discursos cargados de expresiones acomodaticias a la circunstancialidad de un hecho electoral. El asunto es de interpretación del firme grito que se dejó escuchar en Ecuador, luego de que los opositores, al unísono,  y por intereses creados, decidieran crear las condiciones para que Rafael Correa y lo que él representa, pudiera seguir siendo mayoría dominante y determinante en el gobierno de dicho país.

Los ecuatorianos,  aún alineados con los postulados del Foro de Sao Paulo, decidirán qué camino tomar el 2 de abril. ¿Y en Venezuela?. ¿Bajar tranquilos y desunidos al sepulcro de la política?. ¿No entendiendo todavía que el individualismo sólo puede traducirse  en lágrimas y dolor?. En todo caso, la historia de los países se escribe cada segundo que transcurre, y si esa presunta –y muchas veces presuntuosa- dirigencia política nacional no asume el rol que le corresponde, la historia se ocupará de juzgarla, sobre todo como ejemplo de una reprobable y cuestionable conducta negativa, y asumida conscientemente en rechazo al importante hecho de amar a su Patria y respetar a sus ciudadanos.

Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Coordinador Nacional 
de Independientes por el Progreso (IPP) 
Gente 
Miranda - Venezuela

Eviado a nuestros correos por
Edecio Brito Escobar
ebritoe@gmail.com
CNP-314

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