COMUNICADO MARZO 31, 2017
1.- Los acontecimientos de los últimos días, la reunión de
la OEA y las decisiones del TSJ, plantean a la conciencia de los que habitamos
este país una seria reflexión. Lo sucedido ha repercutido en las instancias
políticas, jurídicas y sociales nacionales e internacionales. Es un claro
indicio de que se trata de una nueva crisis nacional sumamente grave que
lesiona la democracia y la convivencia de los venezolanos.
2.- En nuestra condición de pastores de la Iglesia
Católica, sentimos que estamos ante unas ejecutorias que desconocen e
inhabilitan el órgano público que representa la soberanía popular, en función
del ejercicio omnímodo y unilateral del poder, sin tomar en cuenta a la gente.
Son decisiones moralmente inaceptables y, por tanto, reprobables. Las dos sentencias,
producto de unas medidas que sobrepasan el ejercicio equitativo del poder, han
provocado reacciones de numerosos países y pueden generar en Venezuela una
escalada de violencia.
3.- Existe una distorsión en el ejercicio del poder en
Venezuela. Pareciera que todo gira en torno a lo político, entendido como
conquista del poder, olvidando que las necesidades reales de la gente reclaman
otra visión del poder. La incapacidad para dar solución a la escasez y carestía
de los alimentos y medicinas, la creciente violencia, la incitación al odio y
el desconocimiento de las normas elementales para una convivencia en paz, son,
entre otras, las causas que nos tienen sumidos en un marasmo que entorpece el
entendimiento y el progreso.
4.- Más allá de las consideraciones jurídicas y
constitucionales, la eliminación de la Asamblea Nacional, suplantándola por una
representación de los poderes judicial y ejecutivo, es un desconocimiento
absoluto de que la soberanía reside en el pueblo y de que a él le toca, en todo
caso, dar su veredicto. Una nación sin parlamento es como un cuerpo sin alma.
Está muerto y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o contraria a
quienes están en el poder. Se abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción
y la persecución, un despeñadero hacia la dictadura siendo, como siempre, los
más débiles y pobres de la sociedad los más perjudicados. Por estas razones,
repetimos, esta distorsión es moralmente inaceptable.
5.- Desconocer la existencia del otro y sus derechos es,
sencillamente, destruir toda posibilidad de convivencia democrática y plural.
Es más bien una provocación a la desesperanza ante el atropello de derechos
fundamentales del que todo gobierno debe ser el primer garante. Por el
contrario, es necesario generar gestos valientes e iniciativas innovadoras que
motiven a esperar contra toda esperanza (Cf. Rom. 4,18), para construir una
convivencia libre, justa y fraterna; es tarea que nos compete a todos, cada
cual según su posición. Es una responsabilidad ineludible porque frente al mal
nadie puede permanecer como simple espectador. El llamado es a ser
protagonistas del presente y del futuro de nuestro querido país (Exhortación de
la CEV, Enero 2017).
6.- Estamos muy cerca de la Semana Santa. Para los
católicos la conmemoración de los atropellos contra Nuestro Señor Jesucristo es
un urgente llamado a tomar conciencia y a actuar de manera pacífica pero
contundente ante la arremetida del poder. No se puede permanecer pasivos
acobardados ni desesperanzados. Tenemos que defender nuestros derechos y los
derechos de los demás. Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si
no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las
manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos
nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas.
7.- Como católicos, debemos vivir los actos religiosos de
la Semana Santa, conmemoración de la pasión y resurrección de Cristo, las
celebraciones litúrgicas y los actos piadosos, con un contenido social que nos
ayude a mantener la esperanza, la alegría y la solidaridad, en medio de las
naturales diferencias, propias de los seres humanos.
8.- Invocamos la Intercesión del Nazareno y de María
Santísima para que esta hora menguada que vive nuestra patria encuentre, en la
sensatez y prudencia de sus hombres y mujeres, los caminos para superar tan
grave y riesgosa crisis.
Con nuestra afectuosa bendición episcopal.
Diego Rafael Padrón Sánchez
Arzobispo de Cumaná
Presidente de la CEV
José Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
1° Vicepresidente de la CEV
Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
2° Vicepresidente de la CEV
Víctor Hugo Basabe
Obispo de San Felipe
Secretario General de la CEV
Emmo. Sr. Cardenal
Jorge Urosa Savino
Arzobispo de Caracas
Emmo. Sr. Cardenal
Baltazar E. Porras Cardozo
Arzobispo de Mérida
Presidente de Honor de la CEV
@CEVmedios
@CEVmedios
http://www.el-nacional.com/noticias/iglesia/conferencia-episcopal-venezolana-pronuncio-sobre-sentencia-del-tsj_88436
Que Dios nos oiga! Profunda alegria ver que la Jerarquia de la Iglesia se pronuncie claramente a favor de la libertad y la justicia para Venezuela. Sera necesario luchar por los valores eticos que Cristo y sus discipulos promovieron y que el Presidente Maduro y sus compinches desconocen. AMDG, Gonzalo Palacios Galindo.
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