Asistiendo a las
controversias entre liberales sobre comunicación del liberalismo a los
no-liberales y estilos para ello (polémicas en las que nunca me ha agradado
intervenir porque creo que no es demasiado conducente) diré ahora algunas pocas
palabras.
En Argentina -y después
de aproximadamente 1920 en adelante- el mensaje liberal nunca fue demasiado
efectivo. Menos aún de aceptación masiva. Solo existió un muy breve periodo
durante la década del 80 y comienzos de la del 90 en que el mensaje liberal
tuvo una importantísima aprobación en el país.
Ello fue de la mano de
la conjunción del trabajo de un numero de pensadores liberales que coordinaron
las ideas, por un lado, con la acción política por el otro. Casi una
coordinación espontánea entre académicos liberales y políticos liberales dio un
amplio fruto.
Por primera vez en el
país aparecieron cátedras o profesores liberales en la Universidad de Buenos
Aires. Y, paralelamente, surgió un partido denominado "Unión del Centro
Democrático" más conocido por sus siglas UCEDE.
En aquellos años, la
UCEDE organizó un acto político en el estadio Monumental de River Plate
logrando asistencia masiva, al punto tal que lo colmó. nada igual se había
visto antes. Y en 1989 el mismo partido llegó a ser la tercera fuerza política
del país.
Por primera vez en la
historia, en el Congreso Nacional hubo numerosos legisladores liberales.
Todo esto comenzó a
esfumarse a comienzos de la década del 90 con el acceso de Menem al poder, ya
que la UCEDE apoyó incondicionalmente al programa menemista. Es cierto que un
importante porcentaje de la UCEDE era conservador. Y entre ese porcentaje
conservador y el apoyo de algunos dirigentes de relieve (tampoco todos) a
Menem, destruyeron el partido. Literalmente lo pulverizaron.
Pero no solo lo
desintegraron, sino que desde entonces el liberalismo cayó en un tremendo
desprestigio, del cual, al día de hoy, no ha podido recuperarse.
No obstante, es bueno
recordar que en Argentina existió una alternativa política liberal o parecida a
ello. Hoy esa alternativa directamente ni siquiera existe.
Si nos atenemos a la
historia reciente del liberalismo (brevemente resumida en los párrafos
precedentes) juzgo que -hoy en día- en materia de difusión y admisión de sus
ideas está en una posición mucho peor que la que tuvo en las décadas del 80/90.
Resulta muy claro: hoy
no hay ningún partido liberal de peso en la Argentina. Menos aún legisladores
liberales, como si los hubo en aquella época.
La conclusión es clara.
Si nos atenemos a los resultados en números, el liberalismo de hoy comunica peor
que el de entonces. Y es por ello que nunca después de aquella época volvió a
surgir ni un partido liberal ni legisladores liberales. Incluso en el ámbito
académico se advierte un retroceso después de aquel entonces.
Y esto no se debe a que
los liberales discuerdan ahora entre sí. Siempre hubo desacuerdos y rencillas
entre los liberales. Quienes pertenecieron al partido testimonian que la ex
UCEDE tenía muchas líneas internas dentro del partido, con visiones del liberalismo
totalmente opuestas. Pero -a diferencia de ahora, coinciden- existía algo que
no se ve hoy: todas esas líneas y todas esas personas que las integraban se
respetaban entre ellas. Disentían en detalles, o en los medios para alcanzar el
fin, pero acordaban en el mutuo respeto de las personas y las ideas ajenas.
Ningún liberal insultaba a otro liberal. Se discrepaba en los procedimientos,
matices, pormenores. Pero no en los fines. Y aquellos liberales comunicaban
mucho mejor que los de ahora y con menos medios.
Esto último,
desgraciadamente, parece que se ha perdido entre muchos liberales de hoy. No
todos. Pero si muchos. Y es a esto a lo que atribuyo que las ideas liberales no
tengan hoy día el peso y la penetración que tuvieron entonces.
El éxito de cualquier
cosa se mide por sus logros. El liberalismo recién estará avanzando cuando
vuelva a tener legisladores liberales, partidos liberales, candidatos
liberales. Y vuelva a haber cátedras en muchas universidades que lo divulguen.
Pero nada de eso existió después de los hechos narrados antes. Ni hoy tampoco.
Y no parece que los liberales de hoy se encaminen en esa dirección.
A ello hay que sumarle
las dificultades propias intrínsecas al mensaje liberal. Para entender al
liberalismo hay que entender de economía y, como enseña Friedrich A. von Hayek,
la economía es una ciencia contraintuitiva, lo que pone a los economistas
liberales -aun aquellos que mejor difunden el mensaje- en inferioridad de
condiciones respecto de los economistas marxistas, dirigistas, estatistas, etc.
Tal instruye Alberto
Benegas Lynch (h) el liberalismo no es un producto que "esté a la
venta" y que pueda ofrecerse como si fuera un dentífrico. Si a esto se le
suma la permanente descalificación entre quienes quieren arrogarse el monopolio
de la comunicación de la filosofía liberal, el panorama no puede ser más
desolador. Hoy por hoy, asistimos a una verdadera y triste batalla campal entre
pseudo-comunicadores del liberalismo, que no solamente se agreden verbalmente
entre ellos, sino que, además, denostan con gruesos epítetos al que piensa
diferente, ofreciendo un patético espectáculo ante quienes nunca comulgaron con
nuestras ideas, y que menos aun lo harán si un "producto" invendible
(como es el liberalismo) se "ofrece" insultando o denigrando a quien
se abstiene de comprarlo.
A diferencia del
socialismo, no es frente a las cámaras de TV o los micrófonos radiales las vías
por donde la gente aprenda y acepte el ideario liberal. No porque el
liberalismo sea de inferior calidad al socialismo, ni porque sus verdades sean
menores a las de este (de hecho, en el socialismo no hay ninguna verdad
identificable) sino porque no todos los medios son aptos para todos los
mensajes, dado que lo relevante no es sólo el medio por el cual se transmite el
mensaje, sino el contenido del mismo, y al respecto cuentan tanto las formas
como los objetivos. Continuando con la analogía del dentífrico, este puede
venderse perfectamente a través de un spot publicitario, pero el liberalismo
jamás, porque es necesario conocer todo el proceso de producción (desde la
materia prima hasta el producto final) cosa que -como afirma el profesor ya
mencionado antes- no es necesario en el caso del dentífrico.
El mismísimo premio
Nobel de Economía Milton Friedman intentó divulgar el liberalismo a través de
una serie de televisión que llevó por título "Free To Choose", una
sucesión de varios capítulos basada en su libro homónimo. Como el propio
Friedman relata en el libro, la serie fue un fracaso completo y el libro demostró
ser más exitoso que la serie misma. Con todo, el liberalismo está en franco
retroceso en el mismo país de Friedman, los Estados Unidos.
Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
No hay comentarios:
Publicar un comentario