Sí, como la canción,
“Silent Night, Holly Night” así fue la Navidad de 2018. (Noche en silencio,
noche de paz)
No deben haber ocurrido accidentes con los juegos pirotécnicos,
no hubo. Recuerdo cuando era comunista, y preguntaba: ¿Qué se hace en estas
fiestas en los países comunistas? “Nada, la gente es tan felíz que no se
necesita más nada, el sistema les da todo”. Sí, como no.
Ahora las navidades en
Moscú, son otra cosa. Los amigos chinos, las tienen prohibidas, desde 1949, en
tiempos de Mao, por cuanto el presidente Xi Jinping no quiere nada con los
cristianos, menos con los católicos. Igual que, los sectores radicales de los
mulsumanes, saben que el amor y el perdón, dos legados fundamentales de Jesus
Cristo nacido en Belén como judio, creador y propagador de una doctrina de amor
y perdón pueden transformarse en enemigos terribles e invencibles, solo con ese
predicado: el amor y el perdón.
Lo que no se puede combatir con armas, ni con
nada. Sin embargo, los comunistas ateos afirman que la vida, este paso fugaz
por la tierra, es todo. Una vez muertos, no hay más nada que hacer, todo acabó.
Cuando se les acerca la muerte, empiezan a tener dudas, como se dice
corrientemente: “se acuerdan de Santa Bárbara, solo cuando truena”. Y, en el
“por sí acaso” empiezan a aproximarse a la espiritualidad y, a hacer
peticiones, además de algunos cambios. Del arrepentimiento y la reparación
nada. Dos cuestiones fundamentales a la hora del balance.
Con amor inmenso,
Dios está dispuesto a perdonar a quien ha cometido horrores: solo pide que se
arrepientan, que no lo repitan y que reparen el daño. Es aquello del propósito
de enmienda, que muchos olvidan. Una de las doctrinas surgidas del
cristianismo, dice que basta con arrepentirse. No es suficiente. El
arrepentimento es necesario, pero no puede seguir la persona en el mismo
camino. He visto, algunos que se arrepienten en la noche y al día siguiente
vuelven a lo mismo. De eso trata el propósito de enmienda, de no repetir, ni
cometer el mismo acto que ha llevado a la persona al arrepentimiento. Es
perfecto, si además ocurre la reparación de lo realizado.
¡Dios! Casi me vuelvo
una predicadora. Deseo a ustedes todo lo bueno para el próximo año,
contradictorios lectores.
Gloria Cuenca
@editorialgloria
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