miércoles, 2 de enero de 2019

RAFAEL RAMÍREZ, LA PÉRDIDA DE LA V REPÚBLICA


Finaliza este año 2018 y con él llega a sus últimos estertores el período de gobierno encabezado por Nicolás Maduro. Llega, “rampando” con los codos, el fin de este período de gobierno que, sin duda alguna, puede catalogarse como el peor gobierno que hemos tenido en nuestra historia republicana.

Éste culmina sin ningún logro que mostrar, ningún avance, un fracaso en toda la línea como diría el comandante Chávez. Un gobierno profundamente impopular que pasará a la historia como una época de destrucción y caos, el gobierno donde se entregó la V República iniciada en el proceso Constituyente de 1999, luego del ascenso al poder del Presidente Chávez.

PRIMERA PARTE

No hay nada que celebrar, probablemente sólo aplaudan los enemigos de la Patria, por el flaco favor que ha hecho el madurismo en destrozar la obra del período revolucionario de gobierno entre 1999-2012.

Parecía increíble que la nueva institucionalidad y los extraordinarios avances políticos, sociales y económicos alcanzados a costa de tanto trabajo y sacrifico de todo el país durante el gobierno Bolivariano, hayan sido destruidos por este gobierno, cuyo presidente ha actuado como el verdugo del chavismo, como Herodes: implacable contra los débiles, le pasó cuchillo a la aún joven revolución Bolivariana.

Está claro para nosotros que este gobierno no es un gobierno chavista y ni siquiera un gobierno progresista, tal vez es peor, que el peor gobierno adeco de la IV República. Lo mejor que podría sucederle a la Patria, es que el pueblo vuelva a tomar el poder usurpado por esta camarilla infame y restablezca la plena vigencia de nuestra Constitución Bolivariana, asumiendo una Junta Patriótica de Gobierno.

Si las fuerzas progresistas del país, civiles y militares, salieran de su parálisis y su silencio, y se dieran cuenta de que ésta es una necesidad impostergable, estaríamos evitando un daño aún mayor al futuro del país y todavía a tiempo de atajar las poderosas fuerzas antinacionales que avanzan soterradamente, en medio del caos, en un nuevo pacto con el madurismo, que pretende darle algún piso de estabilidad o legitimidad a este gobierno del despojo, que, increíblemente, asume un nuevo período el próximo 10 de enero.

El madurismo se ha impuesto, haciendo todas las trampas y manipulaciones posibles a nuestro vulnerado sistema electoral, y a nuestras maltrechas instituciones para mantenerse aferrado en el poder. Lo hace soportado sobre la trampa y la violencia, la ilegalidad, sobre el miedo y la triquiñuela en que han convertido el ejercicio de la política en el país.

Los patriotas del campo Bolivariano, parecen estar atrapados en el eterno chantaje de apoyar este desastre, o abrir las puertas a las fuerzas de la derecha tradicional que acechan la patria. Sin darse cuenta que hace tiempo la derecha en el gobierno, copó la escena, habiendo derrotado a los factores revolucionarios, que, debemos decirlo autocríticamente, no supimos entender, sumidos como estábamos en la parálisis del chantaje de la lealtad mal entendida que, con la muerte del Comandante Chávez, se agudizó la lucha interna por el poder, prevaleciendo lo que siempre se llamó “la derecha endógena” agazapada tras el madurismo.

Este entregó la conducción del país a la derecha, sólo que, con otro rostro, enmascarado en un populismo ramplón y un capitalismo salvaje que nos ha retrogradado a etapas ya superadas por la revolución Bolivariana, que nos ponen a la cola del mundo.

La situación de los Chavistas que aún apoyan a Maduro, se parece un poco a la tragedia de los Aztecas cuando seguían esperando que Moctezuma hiciese algo para detener a Hernán Cortés. Les costó la vida y la libertad de su pueblo, darse cuenta que hacía tiempo que éste había pactado con el conquistador y trataba de lograr, inútilmente, algún tipo de convivencia que le permitiera mantener sus privilegios.

Es lo que busca desesperadamente el madurismo: tener un pacto, un reconocimiento de los factores internacionales que le permita mantenerse en el poder, ser aceptados, a costa de lo que sea, entregando todas las conquistas populares, barriendo con la posibilidad revolucionaria, desmontandola de raíz y entregando al capital transnacional las “joyas de la corona”: PDVSA, el petróleo y el gas de la Patria.

Los más patriota y revolucionario que debe hacerse en este momento, es hacer a un lado a Maduro, reagrupar a todas las fuerzas populares, tal como hizo Cuauhtémoc ante la traición de Moctezuma, y dar la batalla por defender y reconstruir la Patria, antes de que sea demasiado tarde.

Por otra parte, cometen un grave error, aquellos dirigentes o políticos progresistas, contrarios al madurismo, que se pliegan al discurso y el plan de la extrema derecha, en su repudio al gobierno. Es un error que confunde aún más al pueblo y le da argumentos a la manipulación del miedo que hace permanentemente maduro.

Los líderes populares, chavistas, bolivarianos, progresistas, deben entender que hay que ofrecerle al país una opción verdaderamente patriótica y revolucionaria, que de esta crisis podemos salir sólo con la activa participación y dirección del bloque histórico-popular del chavismo, salir del chantaje reduccionista de: maduro o la extrema derecha.

El chavismo-chavista tiene la oportunidad de renacer: tenemos las ideas, el proyecto, el amor del pueblo por Chávez. Los usurpadores han quedado al descubierto.

La posición debe ser Patria o barbarie, entendiendo que maduro y ramos allup, son sólo caras de una misma moneda. La amenaza externa y de la extrema derecha, sólo se puede derrotar con un fuerte bloque popular, progresista, capaz de dirigir al país con éxito, unificarlo para salir de este abismo al que nos ha conducido este gobierno incapaz que ha hecho naufragar nuestra patria, no sin antes tirar todo por la borda.

Entiendo perfectamente que la opinión pública esté cansada de los balances de la situación, sólo quieren salir de ella y ya. Pero ojo, he aquí el peligro. Se trata de salir de esta pesadilla, pero nó por la puerta de otro abismo: de una guerra, de una intervención extranjera o de quedar en manos de una nueva clase política, que, entre payasadas y amenazas, ante el desprestigio y el fracaso de la clase política tradicional, nos lleve al fascismo.

Tal como en el “huevo de la serpiente”, el madurismo ha incubado al fascismo en su seno y en la extrema derecha. Existen peligrosas muestras de intolerancia, odio, revancha que están latentes, allí. Los enemigos del pueblo han hecho su trabajo: la ética del desastre, el discurso del “pranato”, el abuso del poder, la actuación criminal, el haberse saltado toda la legalidad existente, la indolencia del gobierno y sus más connotados líderes, que se reparten el gobierno como si se tratara de un asunto de familia, propio, personal, sólo ha contribuido para llevar al país al escenario de la aniquilación del contrario.

Para saber qué cosas tenemos que hacer, para reconquistar el futuro, habría que hacer un profundo análisis del daño infringido por el madurismo al país. Es como hacer una evaluación estructural a un edificio que ha estado bajo fuego, para saber qué cosas hacer y cómo hacerlas para poderlo habitarlo nuevamente.

Partamos del caso base, condición indispensable, de que se ha desplazado al madurismo del poder, que, por cierto, no le gana una elección a nadie, si estuviesen dadas las condiciones para una abierta participación popular.


Rafael Ramirez
@RRamirezVE ‏

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