viernes, 31 de mayo de 2019

ESTEBAN FERNÁNDEZ: AQUELLOS HIPÓCRITAS BARBUDOS

La mayoría del pueblo los recibió en 1959 como si hubieran ganado la tercera guerra mundial. Lo primero que me llamó erróneamente la atención fue que tal parecía que había más comandantes que soldados. Un grupo de andrajosos -hoy en vía de extinción- que fueron convertidos en héroes por una cretinada cubana. Al recordar esa etapa inicial de nuestra tragedia me parece que estoy escribiendo sobre los dinosaurios en la era Mesozoica.

Al único que conocí personalmente -y siempre nos llevamos mal- fue a “Pepe” Duarte Oropesa a quien acusaban de haberse puesto él mismo los gradoCOMO QUINCE, s y cuando yo en California le toqué el tema se rió y me dijo: “Si, es cierto, pero todos los demás, -más o menos- hicieron lo mismo o ¿quiénes tú crees que les pusieron las estrellas en los hombros a Fidel y a Raúl? Pues, ellos mismos…”

Se hicieron famosos de sopetón. Ya para mayo del 59 yo me sabía los nombres de la mayoría de ellos. Y todo esto lo escribo de memoria. Parecían -con los rosarios y escapularios en sus cuellos- buena gente, pero resultaron ser -en un 99% de los casos- tremendos H.P.

El más joven era Joel Iglesias, el más chusma era Efigenio Ameijerias y el más viejo era el traficante Crescencio Pérez. El único con prosapia familiar era Raúl Chibás. El penúltimo en fallecer -que yo sepa- fue Víctor Bordón Machado y después en el Jackson Hospital falleció, Jaime Costa.

Fue ascendido a comandante en enero de 1959, después de haber perdido las dos piernas y una mano como resultado de su actividad terrorista.

En el grupo de comandantes estaba un sinvergüenza delincuente común condenado como falsificador de cheques llamado Raúl Menéndez Tomassevich. Fue en la prisión de “Boniato” donde se empató con los Castro. El primero en morir fue “Paco” Cabrera destrozado por la hélice del avión en el viaje inicial a Venezuela del dictador.

Cristino Naranjo fue balaceado a la entrada de Columbia por Manuel Beatón. Faustino Pérez se choteó completamente al frente del Ministerio de Recuperación de Bienes. De “león” contra Batista resultó ser un “ratón” durante el castrismo.

Me caía bien mi coterráneo Raúl Díaz Torres y como una patada en el estómago Raúl Castro, el Che Guevara, Ramiro Valdés y Faure Chomón. A Fidel Castro ni lo cuento porque mi padre me había inculcado un odio feroz contra él casi desde el mismo ataque al Moncada. Camilo, a pesar de la guataquería popular nunca fue santo de mi devoción.

Algunos como Pedro Luis Díaz Lanz, Ramón Güin, Aldo Vera Serafín, y casi todos los comandantes del Segundo Frente del Escambray abandonaron y se separaron del castrismo. Unos se fueron para Miami y otros sufrieron años de cárcel.

Como siempre me ha dicho Jorge Rodiles el primero en rebelarse, desde la misma Sierra, fue Higinio “Nino” Díaz. Las broncas entre “Nino” y Raúl fueron legendarias. Rolando Cubela participó en una conspiración para matar a Fidel Castro pero su actuación en la prisión dejó mucho que desear.

El caso más inverosímil fue el de Eloy Gutiérrez Menoyo que se escapó en bote, luchó contra el castrismo con las armas en sus manos, desembarcó allá, sufrió prisión, y a última hora “la defecó” yéndose para Cuba a vivir y murió siendo detestado por ambas partes del conflicto. Provenientes del antiguo ejército estaban Ramón Barquín, José Ramón “el gallego” Fernández, Enrique Borbonet y José Quevedo.

Huber Matos le envió una carta a Fidel Castro protestando contra la penetración comunista en el gobierno y cumplió largos años de prisión, pero no obstante eso muchísimas personas no le perdonaron nunca su actuación en Camagüey y siempre lo han acusado de haber fusilado a mucha gente. Matos fue detenido por el comandante güinero -antiguo empleado de “El Congo” de Catalina- Arsenio García Dávila.

Otros se acomodaron y utilizaron sus meses en las montañas como si se hubieran comprado el billete premiado de la lotería. Han vivido “como Carmelina” con el ‘tumbao’ de ser “Comandantes Históricos de la Revolución”, dos buenos ejemplos son los descarados Guillermo García Frías y Universo Sánchez. Otros que se hicieron conocidos del público fueron Rodiles, Lussón, Escalona, Acevedo, Casas Regueiro, Gálvez, Miret, Vallejo, Castilla. Y torturando en Vietnam estaba Fernando Vecino Alegret.

El delincuente común Juan Almeida fue uno de esos que su cercanía con Fidel Castro, y su sumisión absoluta, lo llevó a vivir como un marajá hasta el día de su muerte. Sin embargo, por mucho que he tratado no he podido conseguir un solo incidente que lo coloque participando de la represión en la Isla. “Vive bien” sí fue, pero parece que torturador no. Desde luego, él hizo buena la frase de “tanta culpa tiene el que mata la vaca como él que le aguanta la pata”.

Había algunos que eran más bien conocidos por su alias o “nombres de guerra”: “Diego”, “Villa”, “Nicaragua”, “Aníbal”, “Papito”, “Piti”, “Pinares”, “Polito”, “Olo”, “Lalo”, “Furry”, ” San Luis”. Llegó al exilio a través del puerto del Mariel -donde falleció- el comandante Víctor Mora quien fuera el primer jefe del Regimiento Agramonte en Camagüey. En Santo Domingo, desde hacía muchos años, estaba Delio Gómez Ochoa.

El repugnante del “Che” donde único se distinguió fue como asesino en serie y después como “carne de cañón” en Bolivia creyéndose que de verdad en la Sierra Maestra se había convertido -gracias a unas cuantas escaramuzas- en un verdadero guerrillero. Con anterioridad le habían dado varios puestos importantes y en todos fracasó.

Varios, como Félix Pena y Augusto Martínez Sánchez, se suicidaron, y fusilaron a William Morgan, a Humberto Sorí Marín, a Plinio Prieto, a Miguel Beatón y a Jesús Carrera. Otro criminal nato resultó ser el comunista Félix Torres en La Campana, Las Villas.

Hubo -y todavía algunos están ahí- varios que se fueron a estudiar en los países detrás de la cortina de hierro. Unos en el arte de la guerra y otros en “inteligencia, contra inteligencia y la represión” y alcanzaron los grados de generales.

Los peores esbirros han sido Ramiro Valdés, José Abrahantes y Manuel Piñeiro Losada alias “Barba Roja”. El soldado más sobresaliente de esa jornada fue el general Arnaldo Ochoa y precisamente por distinguirse tanto lo fusilaron.

Al final de la jornada fueron una monumental decepción para la tonta mayoría que creyó fanáticamente en ellos. Fue la primera ocasión en que me di cuenta de que la mayoría muchas veces se equivoca.

En resumidas cuentas, de ese grupo de barbudos con las estrellas en sus hombros yo creo que no quedan ni 15 vivos y son octogenarios pero como ninguno de ellos tiene vergüenza ni conciencia dudo mucho que internamente carguen con la pena de haber sido participes e iniciadores de la debacle en Cuba.

Enviado a nuestros correos por
Alfredo M. Cepero
@AlfredoCepero
lanuevanacion@bellsouth.net

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