lunes, 28 de septiembre de 2020

ROMÁN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN XX (FIN)

La situación venezolana no admite atenuantes; nuestras condiciones de vida son las peores de toda la historia republicana, y a pesar de ello, no se ve elaboración racional alguna –ni en el gobierno, ni en la oposición representada en la AN- para solventar la crisis terminal –en mi opinión- que vivimos los venezolanos hoy.

Es tan cruel y criminal la conducción de la economía, que la paridad del bolívar con el dólar supera el monto del salario mínimo, lo cual, pone al ciudadano promedio en condiciones de supervivencia, o de pobreza atroz, tal como lo ha descrito la ONU, para quienes viven con menos de un dólar diario.

Hoy es imposible acceder a servicios básicos o esenciales, como agua; luz; transporte superficial y subterráneo; salud; gasolina; gas; alimentos, y otros, que anulan las condiciones mínimas de dignidad para el ser humano.

Por una parte, el gobierno lleva adelante el proceso electoral para renovar el parlamento mediante la violación de normas constitucionales y legales, tal como denuncia con fecha 25 de septiembre de 2020, la Alta Comisionada para los DDHH de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet. Previo a ello, el ex presidente del CNE, Andrés Caleca, introdujo ante el TSJ un amparo para suspender las elecciones y corregir los vicios en ella contenidos, sin que haya habido respuesta de ese tribunal. Y por la otra, Guaidó como representante de la AN, llamó a la abstención a manera de boicot contra el proceso electoral, en lugar de luchar contra la adversidad y el ventajismo grotesco impuesto por el régimen.

Tanto el informe de expertos de la ONU presentado la semana anterior, como esta nueva denuncia de la Alta Comisionada, ponen al gobierno de Maduro francamente en entredicho frente a la comunidad internacional, pero encuentran  a la oposición fragmentada de manera incomprensible, entre quienes auspician por una parte, abstención; quienes queremos condiciones para participar y derrotar al gobierno, y quienes solo ven como salida, una intervención militar, acerca de la cual, todos los que tienen como hacerla, la rechazan.

Frente a esa negativa reiterada, en lugar de procurar la unidad de la oposición para presionar por condiciones electorales, ofrece un discurso dirigido a la ONU en el que solicita protección, con lo cual demuestra que no sabe como hacer para resolver la crisis, en medio de la renuncia en pleno de la comisión de ética de su propio partido, y el reclamo de su aliado Primero Justicia, por la claridad en el manejo de recursos de la nación.

Mayor desmadre, imposible. Y Mientras todo eso ocurre, aparecen tesis jurídicas irrealizables, según las cuales, la actual AN se puede prorrogar el mandato sin participar en elecciones, y con ello sostener el interinato presidencial. Y por si fuera poco, aparece una ex magistrada de la Corte Suprema de Justicia, diciendo que no, que lo que hace falta es una ¨ley de mutación¨, mejor que la tesis de la prórroga, según ella, para conjurar la crisis.

Como se ve, tanto el gobierno, como la oposición venezolana, comportan un laboratorio inigualable, de experimentos políticos, que de no ser porque en medio de ello, hay un padecimiento socioeconómico trágico e inmenso que nos lleva incluso a la muerte, sería el escenario perfecto para la risa y la burla sostenidas.

Parafraseando al Presidente Betancourt, quien se refería a los comunistas en tiempos de su gobierno, como: ¨un arroz con pollo, pero sin pollo¨, hoy valdría decir que la oposición venezolana se comporta igual.

Dilapidado el inmenso capital político producto del 6D/15 en divisiones y megalomanías innecesarias, y ¨liderazgos¨ extemporáneos, hoy somos tristemente desesperanza, y frustración, en lugar de fuerza, coherencia, y estímulo para quienes más sufren: los pobres.  

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra

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