lunes, 26 de octubre de 2020

CARLOS E. AGUILERA A., UN PAÍS IRASCIBLE

“Necesitamos reunir todas nuestras fuerzas para lograr un golpe capaz de variar la suerte del país”  SIMÓN BOLÍVAR

Los venezolanos siempre nos hemos ufanado de exhibir buen talante, sentido del humor, alegría, y un toque especial, que para gentes venidas de otras latitudes, era un “algo tan singular que nos hacía personas amables, simpáticas y querendonas”. Pero ese encanto del que tanto nos preciábamos, ha ido despareciendo poco a poco como consecuencia de los avatares que venimos afrontando desde hace 21 años. No es una justificación, pero es la razón de ser de este fenómeno, que ha cambiado nuestra otrora imagen de gente feliz en todo el sentido de la palabra.

Muchos se preguntaran y ¿Cuál es la verdadera razón para que el (la) venezolan@ haya experimentado ese brusco cambio de su conducta y comportamiento social?. La respuesta ocuparía una larga y extensa lista de hechos que han hecho mella en el estado de ánimo, espíritu y carácter de las personas que cotidianamente uno tropieza en la calle, en el transporte público, comercios, bancos, instituciones del estado, empresas privadas y otros escenarios.

Comenzaríamos esta lista de hechos, por  el engaño de que fueron víctima quienes ciegamente depositaron su confianza y votó por el hijo de la gran…Sabaneta, quien se erigió en el defensor de los derechos de los ciudadanos y así lo predicó a lo largo de toda su campaña  electoral cuando aspiraba a la silla presidencial.  A ello se sumaron una vez instalado en el poder, cientos de promesas incumplidas hasta la presente fecha, pero envueltas en un papel de regalo con una tarjeta que rezaba “Hecho en socialismo”: Expropiaciones, desempleo, corrupción, nepotismo, ineptitud, burocracia (de 13 Ministerios que  hoy sobrepasan de 35), latrocinio, abuso de poder,  medios de comunicación cerrados, poderes secuestrados, narcotráfico y pare usted de contar. Su hijo putativo Nicolás Maduro, heredero de la corona, tan cuestionado por su ilegitimo triunfo y también por su nacionalidad, sigue al frente del timón del barco que ha comenzado a hacer aguas, como consecuencia del mal manejo de las políticas públicas y la falta de sindéresis no solo verbal sino gerencial, lo cual ha generado una crisis económica y de valores, que jamás el país en toda su vida republicana había experimentado. Y lógico es suponer que todos estos hechos han erosionado el carácter del ciudadano común, que observa con desesperanza el presente y futuro suyo y el de su familia, encerrado en un cielo de oscuros nubarrones.

Un país con un gobierno que se precie de ser democrático, no puede vivir todos los días con mensajes subliminales, de quien lejos de encargarse en solucionar los graves problemas que afecta al ciudadano común, se ha dedicado desde hace años a insultar y vituperar constantemente con lenguaje procaz, altanero y de guapo de barrio a sus gobernados, con el pretexto de combatir a quienes los califica de imperialistas, traidores a la patria, miserables, vagamundos, etc. etc. No puede ningún mortal que habita este suelo, “calarse” como se suele decir coloquialmente, una cansona telenovela sin episodio final.

Un país en el que los medios de comunicación son constantemente agredidos, a través de la red mediática de que dispone, amén de los cuerpos de inteligencia orientados a controlar a presuntos enemigos internos y externos sobre quienes recaen todos los males que aquejan a la república, todo lo cual no puede generar tranquilidad y sosiego a ningún venezolano.

Un país en el que sus nacionales y extranjeros viven en constante zozobra por el desbordamiento delincuencial, que todos los días suma víctimas inocentes a la larga lista de familias que lloran la ausencia física de sus seres queridos y que semana tras semana pareciera más un “parte de guerra” que una lista de venezolanos caídos a manos de desgraciados delincuentes, que han convertido a Venezuela en territorio en el que impera la ley de la selva, ha afectado innegablemente el estado de ánimo físico y espiritual de hombres, mujeres, adolescentes y niños que habitan en su territorio.

Un país en el que la vocería gubernamental predica la violencia cotidianamente, so pretexto de una supuesta invasión extranjera haciendo uso y abuso del poder que detenta,permitiendo impunemente que colectivos y motorizados circulen por las calles con armas de alto calibre y que sus cuerpos policiales no hayan sido depurados de taras y delincuentes uniformados, no  puede permitir a ningún hijo o hija nacidos en esta otrora patria feliz, disfrutar merecidamente de una holgada tranquilidad sin sobresaltos, temores ni miedos. 

Para contrarrestar este holocausto, es menester sin lugar a dudas mantener en alto nuestro estado de ánimo con fe y esperanza, pues aún cuando  el chavismo nació bajo el amparo del fusil, y no vacilará en utilizar la pólvora, no habrá nada que impida que en algún momento inesperado se confinen los problemas y se obtenga el respaldo de la comunidad internacional. El gobierno marxista y socialista y mal llamado bolivariano, sabe que la cuenta regresiva va “in crescendo” día a día, y que pese a cuanto esfuerzo haga por mantenerse en el poder, éste se está debilitando, al extremo de que el propio Dieterich, padre del llamado “ Socialismo del Siglo XXI” ,augura su estrepitosa caída. 

El país nacional sabe que Nicolás Maduro pisotea su propia Constitución, y que por otro lado, el ala petroriana del PSUV, liderada por Cabello, antes controlada por la barrera personalista del Comandante galáctico, no está contenta, pues los exabruptos e ignorancia de Maduro están pasando factura, y la resistencia crece estrepitosamente, no sólo en quienes alguna vez confiaron en la tan cacareada revolución, sino también en otros sectores mayoritariamente democráticos, y que cual alud venido desde la cima de un nevado, se llevará por delante a todo cuanto obstáculo se le presente.

Carlos Aguilera
careduagui@gmail.com 
@_toquedediana
@aguilera4246 
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas   

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