En Nueva
Zelanda, por ejemplo, la primer ministro de ese país ha sido enfática al
declarar que será la última persona en vacunarse contra el virus chino. Esto,
para dar ejemplo como cabeza de Estado en beneficio de sus ciudadanos. Este
gesto ennoblece a la persona y prestigia el cargo que ostenta. Algo similar han
manifestado otros mandatarios en países donde los efectos de la pandemia han
causado estragos.
Pero en
Venezuela, el país más pobre y con mayor porcentaje de desnutrición infantil y
de ancianos de América, según anuncian las agencias especializadas en el tema,
el presidente anuncia que él ya está vacunado mientras por las redes sociales
el clamor de la población es un ruego que llega al cielo, pidiendo que se
permita la entrada de las vacunas.
Los políticos se rasgan las vestiduras
anunciando, unos, que han autorizado dichas vacunas, otros que lo niegan, y
otros más, que existen impedimentos para su entrada. Mientras las escasas
cantidades que han sido autorizadas, sirvieron para vacunar a la llamada
‘nomenklatura’ del Estado, con el presidente a la cabeza, militares de alto
rango, políticos y personas cercanas al poder. El resto, la población más expuesta
y de mayor riesgo, ancianos y personal sanitario de primera línea, tienen que
lidiar en los hospitales, mal dotados y con una infraestructura en malas
condiciones, con el doloroso saldo de poco más de 400 médicos fallecidos y
otros cientos más, del área sanitaria en general, que han muerto por la
precariedad de equipos de bioseguridad y falta de vacunas para su inmunización.
Esta
dantesca realidad que exponemos es consecuencia de la intromisión de políticos,
sea del bando que sea, militares que actúan fuera de su ámbito y hasta
empresarios que sugieren soluciones, mientras las opiniones de profesionales y
especialistas en el tema de la pandemia y cómo tratarla, se los deja a un lado
actuando bajo orientaciones del poder político, militar y económico. Pareciera
que el personal sanitario solo debe actuar únicamente dando diagnóstico y
atendiendo al enfermo. De resto, las directrices fundamentales de orientaciones
científicas y técnicas, que son la base para enfrentar la pandemia, se dejan en
manos de improvisados políticos, militares y empresarios, quienes de manera
marginal y con mentes obtusas, con el autoritarismo y la arbitrariedad que les
caracteriza, toman decisión tras decisión desacertada, con el saldo diario de
infectados y fallecidos.
Desde hace meses la Federación Médica
Venezolana, la misma Academia de Ciencias y la organización de Médicos sin
Fronteras Venezuela, han indicado, razonadamente, lo que debe y lo que no se
debe hacer en Venezuela en materia de pandemia, contagio y tratamiento del
virus chino y sus diferentes variantes.
La experiencia de las instituciones
venezolanas en materia epidemiológica y sanitaria ha sido ofrecida de manera
pública, incluso, especialistas de reconocida trayectoria internacional han
manifestado lo que debe hacerse para enfrentar esta grave enfermedad y sus
complicaciones. La población venezolana ha sido estudiada desde hace décadas y
se llevan registros del comportamiento biopsicosocial por estrato poblacional.
Hay especialistas que incluso estudian estas y otras enfermedades y su
vinculación con las áreas de mayor riesgo, relacionadas también con la ingesta
alimentaria. En fin, de lo que se trata es dejar que los especialistas en el
tema tengan libertad, tanto para dedicarse con los implementos especiales que
el caso amerita, como también se les permita asumir técnicamente las decisiones
profesionales, que obedezcan estrictamente a razones humanitarias y de
solidaridad con toda la población venezolana.
Sobre ello es imprescindible acotar que el
único documento, si es que el caso lo amerita, para ser vacunado es la
tradicional ‘cédula de identidad’, vigente o vencida. Salvo esto, cualquier
otra identificación resultaría, evidentemente, una violación del derecho humano
a la vida, por discriminación y exclusión.
Mientras siguen los enfrentamientos y las
discusiones entre el liderazgo del poder en Venezuela, con la realidad de una
población desguarnecida y con los centros de salud saturados, todos los días
continúa el aumento de los contagios y el terrible número de fallecidos por una
pandemia que técnicamente puede ser controlada por verdaderos profesionales y
no por improvisados políticos, militares y empresarios jugando a ser médicos.
Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis1
Venezuela
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