Si existe algo que es atentatorio contra la democracia y el bienestar de los ciudadanos es el centralismo, no por casualidad, los países que hoy experimentan los peores niveles de calidad de vida poseen sistemas donde el presidencialismo y el centralismo son los modelos políticos, entre los que Venezuela ocupa un sitial de honor porque, paradójicamente, a pesar de ser el más rico de todos, es el que más rápido y más grave se ha deteriorado en el siglo XXI.
No por casualidad el Estado Comunal se convirtió en el modelo político administrativo por excelencia del expresidente Chávez, a través de el logró cubanizar a Venezuela. El centralismo ultroso, el culto a su figura (hoy a Maduro), el sometimiento de los ciudadanos a través del constreñimiento de los derechos/libertades y la manipulación de las necesidades básicas a través de estructuras centralizadas/partidizadas, son los pilares de este perverso sistema, que en nuestro país tiene una connotación de injusticia mucho más trágica que en otros lugares porque fue impuesto justo después que los venezolanos lo rechazamos en la fallida reforma constitucional de 2007… más de 14 años después aún padecemos sus inhumanos efectos.
Por tal motivo, desde época del “comandante eterno” vemos y escuchamos cómo gobernadores, alcaldes o incluso cualquier director, sea nacional o municipal, de alguna dependencia pública, comienzan sus declaraciones públicas con la siguiente frase prefabricada “Siguiendo instrucciones del Presidente de la República…” anulando cualquier espacio o posibilidad a la vital e insustituible autonomía de las regiones/municipios a la que obliga la carta magna.
Los Artículos 16, 168, 187 de nuestra Constitución son violados flagrantemente, ellos exigen la autonomía y descentralización de los estados y municipios. Pero ello no es todo, la autonomía universitaria y la de los demás poderes públicos también ha sido vulnerada, la psuvización de todas estas estructuras ha hecho de Venezuela un feudo del castrismo venezolano.
Nada más cierto que aquello de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. La rimbombante democracia protagónica y participativa enarbolada como estandarte desde la campaña electoral de Chávez en 1998, ha sido el anzuelo, detrás de ello, de las leoninas estructuras del Poder Popular, se inoculó la partidización de la sociedad, la psuvización de los ciudadanos, en líneas generales, desde los círculos bolivarianos, los consejos comunales, comunas, etc. los problemas reales/sentidos de las comunidades fueron sustituidos por las líneas del partido, provenientes desde Caracas. En su comunidad pueden estar padeciendo todas las parvedades posibles, pero en la asamblea hay discutir acerca del imperio, la oligarquía, la derecha.
Todo esto explica el por qué no hay gasolina, no hay agua, no hay electricidad, explica por qué no sirve el transporte público, por qué la inseguridad campea, la inflación, por qué ni siquiera tenemos moneda, por qué no hay sistema público de salud, la hiperinflación y pare de contar… sencillamente, desde 1999, lo único que ha importado es retener el poder, el partido, eliminar la ciudadanía, convertir a la gente en militancia borrega, así sea obligadamente.
“Los del régimen” solo comienzan a interesarse por los problemas de la población (que ellos mismo empeoraron) en época electoral, en procesos electorales al margen de la ley y la democracia, donde desde 2017 solo participan cómplices. Luego de las elecciones el país retoma su rumbo donde el partido, el psuv, es más importante que todo. Mientras sigamos escuchando “Siguiendo instrucciones del Presidente de la República…” seguiremos así, siguiendo las instrucciones del presidente, su élite, no de la gente, de sus necesidades, de la realidad, de lo que necesita Venezuela.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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