En este desfile de ciudadanos ilustres, debe haber mención especial para los críticos profesionales que gritan desde la barrera, todos adictos a los escritos de sus periodistas favoritos donde refuerzan sus ideas nacidas de la Democracia Social Cristiana y en algún momento admiraron a Lula de Brasil, la tercera vía de Felipe Gonzalez. Hablan de justicia social entendida como los gobiernos intrusos en su galante lucha contra la pobreza. Condición que, a pesar de los miles de millones que se le han dedicado, nunca se acaba porque es muy buen negocio para el gobierno, sus empresarios estatistas y, especialmente, para esa hambrienta burocracia.
Pero nos falta el segmento más grande, más inclinado a la violencia, y el más afectado en esta bacanal de la infamia; las clases populares. Y, si queremos ver los efectos de este sector, solo tenemos que voltear hacia la ciudad de México, ese monstruo que ha estado bajo el control de esos expertos en arriar gentes descerebradas y que, en muchos aspectos, se asemeja a Chicago donde el salvaje oeste palidecería de envidia ante su anarquía, su violencia y corrupción. O tal vez a lo descrito en la cinta “Escape de Nueva York”, en donde se había convertido la ciudad en una gran prisión residencia de los peores criminales, sin vigilancia, sin ley, todos libres para violar, asesinar, linchar, saquear sin consecuencias.
Y, este segmento es fácil de controlar a base del reparto de dulces para mantenerlos en paz. También, por el control de sus líderes corruptos siempre en sociedad con las burocracias. Y a base de una educación pública para formar resentidos, reforzar su actitud de víctimas y, sobre todo, fabricarlos en medio de una ignorancia fatal suministrada por maestros igualmente ignorantes, pero respaldados por poderosos sindicatos a los que todos temen. El resultado no es la formación de elementos que se sumen a la fuerza de trabajo y aporten, sino guerrilleros para las fuerzas de las elites como en EU son Antifa, Black Lives Matter, Occupy Wall Street. Los saqueos, la violencia, y la destrucción son sus políticas para la redistribución de la riqueza.
Porque, el factor más importante para mantener países inmóviles, amodorrados y estancados es la fatal ignorancia que cabalga por toda la geografía global. Una cabalgata que cubre todos los segmentos de las sociedades. Desde la vergonzosa ignorancia de las clases populares que no saben lo elemental para avanzar en este infernal pantano. La de las clases medias y altas que, lo poco que saben, no es lo que deberían de saber y su ignorancia se convierte en analfabetismo aristocrático, y sumando sus tradicionales ataduras culturales cortesía de la iglesia católica y, como sobremesa, agregamos la adicción que tienen por el tipo de gobierno que consideran ideal, el que Mises describiera como “intervencionismo”, tenemos el coctel de la fatalidad.
Seguimos pensando que el gobierno debe gastar para estimular la economía y alcanzar los objetivos establecidos para ellos y, sobre todo, seguimos pensando es el mejor mecanismo para la redistribución del ingreso y el desarrollo social. Y, en lugar de pensar en construir una economía privada, productiva, competitiva, orientada a la consecución de ganancias, no de rentas, una economía que cree esa sana riqueza y le produzca ingresos saludables al gobierno, continuamos flotando sobre ese intervencionismo estatal y en lugar de buscadores de auténticas utilidades, tenemos actores en busca de rentas garantizadas. Las burocracias no operan sobre principios comerciales, sino a base de principios políticos para proporcionar patrocinio a sus socios. El éxito profesional permanece siendo dependiente de habilidades políticas no del talento empresarial.
Este esquema ha facilitado que las elites globales, utilizando sus francotiradores económicos, nos hayan atrapado en su telaraña de la cual es muy difícil escapar. Todas las instituciones financieras multilaterales que controlan, FMI, Banco Mundial, sus Bancos regionales de desarrollo—han inundado el mundo con cientos de billones de dólares. Solo el Banco Mundial ha llevado a cabo préstamos a países en “vía de desarrollo” de unos $600 billones. Los gobiernos occidentales han seguido el ejemplo también con cientos de billones a ese sector del mundo. Sin embargo, toda esta avalancha de “ayuda” ha provocado lo contrario, desintegración social, estagnación económica, crisis de deuda, decremento en la producción, en sus ingresos y los ha dejado en situación aún peor. !El plato favorito de las elites!.
Desde la aparición de otro de sus monstruos, “Comisión para América Latina de la ONU, se crearon infinidad de monstruitos como el Banco Interamericano para el Desarrollo, el Mercado Común Centroamericano, para aprovechar lo que la CEPAL había sembrado. Sin embargo, todos los centros, institutos, ideas sucumbieron rápidamente ante la tentación de encontrar sus remedios que funcionaran mejor para los males económicos de la región. La mayoría de las recetas fueron sembradas en el fértil campo de la burocracia y maduraron transformando el bosque ya existente de reglas y regulaciones en una impenetrable jungla de leyes, reglas, más burocracia, controles, decretos, entidades, subsidios, comités, corporaciones estatales.
Y, el resultado de sus investigaciones sería almacenado en librerías por todo el mundo, empolvadas, tratando de explicar por qué los herederos americanos del momento imperial español probamos no poder con el reto frente a las dimensiones económicas de la modernidad. Y corrimos sin haber presentado algún resultado y sin informar no cumplimos con esa responsabilidad. Y, aunque no podíamos presumir de erudición e invariablemente enriquecidos por nuestras buenas intenciones, el paso del tiempo no ha favorecido el resultado de estos profundos investigadores.
De esa forma, mostrando nuestra clásica irresponsabilidad, abandonamos el proyecto con las manos vacías. Tal vez si hubiéramos trabajado con verdadero afán y con responsabilidad, podríamos haber detectado y evitado el proceso que se iniciaba endeudando toda América Latina, la estrategia de las elites para asegurar su conquista. Porque, en estos momentos, el continente entero ya se ha ubicado en la guillotina de los francotiradores económicos que han desarrollado su labor a la perfección, y estamos listos para la caída de su filosa cuchilla. Mientras los tres centros mundiales de la explotación, Washington, The City of London y el Vaticano, se preparan para el banquete.Ricardo Valenzuela
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