viernes, 7 de enero de 2022

CHELSEA FOLLETT: CENTROS DE PROGRESO, PARTE 22: MANCHESTER (LA INDUSTRIALIZACIÓN). DESDE ESTADOS UNIDOS

Hoy presentamos una nueva serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.

Nuestro Centro de Progreso No. 22 es Manchester durante la primera Revolución Industrial (1760-1850). Algunas veces llamada “la primera ciudad industrial”, Manchester personificaba los cambios rápidos de una era que transformó la existencia humana más que cualquier otro periodo en la historia. Manchester estaba entre las primeras ciudades que experimentaron la industrialización. La metamórfosis de la ciudad no fue fácil, dado que comprendía trabajar y vivir en condiciones muy por debajo de aquellas a las que nos hemos acostumbrado hoy. Pero Manchester terminó ayudando a levantar a la humanidad construyendo el camino hacia la prosperidad post-industrial que muchos de nosotros gozamos hoy.

Hoy, Manchester es la quinta ciudad más poblada en el Reino Unido. La ciudad es famosa por su equipo de fútbol, Manchester United, que ha ganado más trofeos que cualquier otro club de fútbol. Apodados los Diablos Rojos, Manchester se encuentra entre los más populares y más rentables equipos de fútbol del mundo. Manchester también es conocida por su gran universidad de investigaciones, donde el átomo fue dividido por primera vez en 1917. La Universidad de Manchester es donde funciona el Observatorio Jodrell Bank, un Sitio Patrimonio de la Humanidad, designado así por la UNESCO por su impacto sustancial sobre las investigaciones durante los principios de la Era del Espacio. Manchester también ha realizado contribuciones notables a la música, produciendo grupos como los Bee Gees, que estaban entre los artistas musicales más populares en la historia. Gran parte de la arquitectura de la ciudad data desde la era industrial, con muchas bodegas prominentes, fábricas, viaductos de vías férreas y canales que todavía existen.

El área donde Manchester se encuentra ahora ha sido habitada desde al menos la Edad de Bronce, originalmente por británicos celtas antiguos. Alrededor de los 70s EC, los romanos conquistaron la zona. Ellos llamaron este punto Mamucium. Eso se piensa que es la forma latinizada del anterior nombre del asentamiento en lengua británica antigua, que probablemente significaba “valle con forma de seno”. Mamucium eventualmente llegó a ser conocida como Manchester, con el sufijo del Inglés Viejo -chester proviniendo del Latín castra, que significa “pueblo fortificado”. Luego de que los romanos salieran de Bretaña, el asentamiento de Manchester cambió de manos entre varios reinos durante la Edad Media y con la conquista por parte de los Normandos. Manchester primero llegó a ser conocida por el comercio de textiles en el siglo 14, cuando una ola de tejedores inmigrantes flamencos que producían lino y lana se quedaron en el pueblo. Para el siglo 16, la economía de Manchester giraba en torno al comercio de lana. Siendo una industria artesanal, la producción de lana era un proceso lento y laborioso que se realizaba dentro de las casas individuales.

Manchester era un pueblo comerciante floreciente pero pequeño antes de la Revolución Industrial, con una población de poco menos de diez mil personas a principios del siglo 18. Conforme los avances tecnológicos aumentaron la eficiencia del negocio de textiles, el crecimiento de la ciudad empezó a despegar en la década de 1760s. Los canales de la ciudad, el clima amigable al algodón, y la ubicación para permitir que el transporte de productos hacia y desde la ciudad sea fácil, todos destinaron a Manchester a convertirse en un centro industrial importante una vez que surgiera la tecnología adecuada.

La Revolución Industrial muchas veces se dice que empezó cuando la “tejedora Jenny” fue inventada en Oswaldtwistle, a 25 millas al noroeste de Manchester, entre 1764 y 1765. La tejedora Jenny era un marco para tejer lana o algodón con cada vez mayor velocidad utilizando múltiples hiladoras. Esta era el primer proceso de producción totalmente mecanizado. Luego, en 1771, otra nueva invención, el marco de gua, fue instalado en una fábrica de Cromford ubicada 50 millas al sureste de Manchester. Esa invención utilizaba una rueda de agua para darle potencia a un marco giratorio. Alrededor de 1779, en Bolton, que está ubicada 15 millas al noroeste de Manchester, el inventor Samuel Crompton combinó aspectos de la tejedora Jenny y del marco de agua para elaborar la “mula giratoria”.

La mula giratoria aceleró considerablemente el proceso para producir lana. De hecho, versiones de al mula tejedora todavía se utilizan hoy en la producción de lanas de distintas fibras delicadas como el pelo de la alpaca. Los molinos tejedores de agua utilizando esta nueva tecnología pronto surgieron alrededor de toda la región.

En 1781, solo dos años después de la introducción de la mula tejedora, el desarrollo de motores a vapor viable luego permitió el crecimiento de molinos tejedores potenciados con vapor que eran más grandes y potentes. La energía del vapor cambió el juego. Mientras que la humanidad había conocido acerca de la energía del vapor desde que Hero de Alejandría (mencionada en nuestro octavo Centro del Progreso) demostró que el fenómeno era una novedad en el primer siglo EC, finalmente ganando la habilidad de aprovechar el vapor de una manera práctica fue el momento crucial en la Revolución Industrial. Los motores a vapor mejorados condujeron a una industrialización rápida de la industria textil de Inglaterra, permitiendo que tejer e hilar textiles a una velocidad nunca antes lograda.

Manchester abrió su primer molino de algodón en 1782 —el Molino Shudehill de cinco pisos que es algunas veces llamado Molino de Simpson. Este utilizaba una rueda de agua de 30 pies y la innovadora energía de vapor. Para el año 1800, Manchester fue descrita como “loca por molinos de vapor”, conteniendo más de cuarenta molinos. Para ese mismo año, la población de la ciudad había crecido por un factor de al menos diez desde principios del siglo 18, alcanzando alrededor de ocho mil novecientas almas. Entre 1801 y la década de 1920 la población se duplicó. Para 1830, Manchester se jactaba de tener 99 molinos tejedores distintos de algodón.

Ese año, el primer riel moderno del mundo, “el Liverpool y Manchester” (L&MR) abrió y potenció la desde ya boyante industria textil de Manchester. Lo hizo al acelerar la importación de materia prima desde los puertos de Liverpool hacia las fábricas de Manchester, así como también la exportación de productos textiles acabados desde Manchester. El L&MR de 31 millas de extensión era tanto el primer ferrocarril que tener exclusivamente locomotoras con energía de vapor sino también el primer ferrocarril entre dos ciudades. También fue el primer ferrocarril en utilizar doble vía, operando totalmente con un horario regular, empleando un sistema de señales, y transportando correo. Para fines de la primera Revolución Industrial en 1850, Manchester era el hogar de alrededor de 400.000 personas. El oscuro pueblo de comerciantes se había convertido en la segunda ciudad detrás únicamente de Londres en importancia dentro de Gran Bretaña y llegó a ser llamada la “segunda ciudad” de la nación.

El aumento de población fue provocado por el ingreso de hombres y mujeres jóvenes que migraban desde las zonas rurales inglesas, atraídos por la promesa de trabajo en las nuevas fábricas y molinos. Comparado con el duro trabajo agrícola o las vidas de servidumbre doméstica (en una era en la que muchos empleadores le pegaban a sus sirvientes con impunidad), muchas personas encontraron incluso las conocidas condiciones severas de trabajo dentro de los molinos preferible a sus otras opciones. Los molinos pagaban salarios altos comparado con las oportunidades en las zonas rurales, y muchos migrantes que llegaban a la ciudad experimentaban un aumento considerable en sus ingresos. Gradualmente, y por primera vez en la historia, surgió una clase media importante.

Esto no es para menospreciar el ambiente de trabajo dentro de las fábricas de Manchester a principios de la era de la Revolución Industrial, con sus largas horas de trabajo, altas tasas de accidentes y el uso frecuente de trabajo infantil. Aunque debemos señalar que el trabajo infantil no era una innovación de la Revolución Industrial —esta había existido trágicamente desde tiempos inmemoriales entre los pobres. De hecho, fue solo durante la Revolución Industrial que la calidad de vida empezó tanto que el trabajo infantil empezó a ser mal visto, resultando en la Ley de Fábricas de Gran Bretaña en 1833. La ley es considerada la primera norma anti-trabajo infantil del mundo. Otras leyes siguieron después.

Si podría visitar Manchester durante la primera Revolución Industrial. probablemente entraría a la ciudad en una locomotora a vapor y su primera vista de la ciudad sería su estación de tren atestada. Saldría de la estación hacia una ciudad definida por una imagen de chimeneas industriales que el poeta William Blake famosamente describió como “molinos oscuros y satánicos”. En 1814, el servidor civil británico Johann May describió esa vista como una señal de progreso tecnológico:

“Manchester tiene cientos de fábricas…las cuales se erigen hasta cinco o seis pisos de altura. Chimeneas gigantescas a un lado de estos edificios arrojan vapores negros de carbono, y esto nos dice que están utilizando poderosos motores a vapor. Las nubes de vapor se pueden ver desde lejos. Las casas son ennegrecidas por estas”.

El sonido puede haber sido ensordecedor. El filósofo político francés Alexis de Tocqueville describió a Manchester en 1835 notando que “las crujientes ruedas de la maquinaria, el chillido del vapor en los hervidores, el ritmo regular de las tejedoras…todos estos son los sonidos de los cuales nunca se puede escapar”. Entre las personas en las calles hubiese visto a varios manifestantes. La ciudad estaba en la vanguardia de los movimientos políticas radicales, los cuales iban desde el sufragio de las mujeres hasta la promoción de las leyes en contra de la protección del maíz y el comunismo.

El filósofo político alemán Friedrich Engels vino a Manchester en 1842. Trabajó allí como un comerciante de algodón en el día y opinaba acerca del estado de los pobres de la ciudad por la noche, culminando en la publicación de Las condiciones de la clase trabajadora en Inglaterra en 1844. Un pasaje acerca de los barrios pobres de Manchester dice,

“En un hoyo relativamente profundo…rodeado en los cuatro lados por fábricas altas…se encuentran dos grupos de alrededor de 200 cabañas, construidas principalmente una pegada a la otra, en donde viven alrededor de 4.000 seres humanos, muchos de ellos irlandeses. Las cabañas son viejas, sucias y pequeñas, las calles desiguales, caídas en surcos y en parte sin drenajes o pavimento; masas de deshechos, vísceras y suciedad nauseabunda se encuentra entre charcos de agua en todas las direcciones”.

Lo que Engels no logró notar era que por la primera vez en la historia, dichos niveles extremos de pobreza de hecho estaban en declive—dentro de su propia vida el inglés promedio se volvió más rico por un factor de tres.

La miseria siempre había sido el estado por defecto de la gran mayoría de la humanidad. Luego, repentinamente, los ingresos promedios no solo empezaron a aumentar, sino que lo hicieron de manera exponencial. El famoso gráfico del palo de hockey, tal vez el gráfico más importante en el mundo, ilustra este cambio dramático. La humanidad ha generado más producción económica durante los dos últimos siglos que en todos los siglos anteriores combinados. La explosión de la creación de riqueza pronto condujo al un declive masivo en la tasa de pobreza y a mejoras en la calidad de vida. No mucho después de que despegaran los ingresos, la expectativa de vida también lo hizo. La historiadora económica Deirdre McCloskey lo denomina el “Gran Enriquecimiento”.

Engels vivió en Manchester de manera recurrente por décadas. En Manchester, fue visitado múltiples veces por su amigo y colega de filosofía, el alemán Karl Marx. Conmovido por el estado de los pobres en Manchester y otras ciudades con fábricas, y no logrando reconocer el Gran Enriquecimiento que se estaba dando, los dos hombres desarrollaron una filosofía que buscaba crear el paraíso de los trabajadores.

Sus soluciones propuestas condujeron de manera trágica a sufrimientos muy superiores —incluyendo la escasez de alimentos, los gulags, 100 millones de muertes y heridas psicológicas que todavía tienen eco hoy, con una deshonestidad mayor y menos confianza persistiendo en las zonas anteriormente comunistas. Irónicamente, los objetivos de Marx y Engels de días de trabajos más cortos e ingresos más altos se han logrado dentro de una economía de mercado.

Como la ciudad industrial por excelencia, no hay duda de que Manchester se ganó su apodo de “la fábrica del mundo”. Como un centro temprano de industrialización, Manchester soportó una transición que a veces fue difícil y con efectos profundos. La prosperidad sin precedente creada por la industrialización eventualmente permitió la mejora en las condiciones de trabajo y los estándares de vida más altos que caracterizan la abundancia post-industrial. Por ayudar a tejer la fábrica del mundo moderno, Manchester se merece ser nuestro Centro de Progreso No. 22.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 18 de febrero de 2021.

Chelsea Follett Manchester revolución industrial Karl Marx Friedrich Engels

Chelsea Olivia Follett
@chellivia
@InstitutoCato
elcato@cato.org
Estados Unidos

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