domingo, 24 de abril de 2022

LEOMAGNO FLORES: LAS CARTAS CRUZADAS. DESDE VENEZUELA

A propósito de las últimas manifestaciones públicas de individualidades de distintos sectores de la vida nacional, abogando ante el Presidente y el Congreso de los Estados Unidos por el levantamiento de las sanciones económicas impuestas al Régimen, así como la respuesta de los 68 abajo firmantes que piden al Presidente BIDEN mantener y aumentar las sanciones, vale la pena hacer unas reflexiones para entender el porqué de ese cruce de cartas, que han resucitado el debate epistolar tan de moda en la historia política tradicional venezolana.

Veamos:

PRIMERO: Si bien, es cierto que nadie puede abrogarse la representación del liderazgo nacional, no es menos cierto, que no se puede evitar que, en uso de la libertad de expresión y el derecho a discurrir con pensamientos propios sobre el acontecer nacional e internacional, actuando conjunta o individualmente, existan compatriotas que se atrevan a emitir juicios de valor sobre los asuntos de la República aun cuando no coincidan con la mayoría; máxime, cuando esas iniciativas encuentran amplia justificación en la anomia social, producto de la falta de legitimidad de los liderazgos partidistas y de la sociedad civil organizada que han perdido sintonía con los ciudadanos que dicen representar. Esas incursiones espontáneas o no, son consecuencia del vacío que han provocado por acción u omisión, los llamados liderazgos emergentes que durante los últimos años, han gozado de la confianza del colectivo nacional. La sociedad venezolana acosada por la crisis humanitaria que vive la patria no vislumbra lideres con asertividad y visión de estadistas, condiciones requeridas para asumir con probabilidades de éxito la vanguardia del proceso de cambio.

SEGUNDO: Debates como el generado por las epístolas cruzadas entre partidarios y rechazantes, una pretendiendo alivio a los males de la patria levantando las sanciones y otras en sentido contrario, se enfocan en los descalificativos y las etiquetas, cuando en realidad deberían centrar sus argumentos en la incapacidad de reinventarse de las organizaciones políticas, que han devenido en franquicias para promover ambiciones personales e intereses partidistas legítimos o no. Estructuras dirigidas por quienes no han sabido empinarse más allá de la inmediatez, sacrificando la unidad suprema de la oposición, en aras de mantenerse en su zona de confort materializada en cuotas de poder focalizado, sin importar la angustia de un pueblo que ha perdido la esperanza y hurga en la basura para comer y se sume en la frustración, pero que no pierde la fe en sus convicciones democráticas.

En tal sentido, el problema no son las sanciones. El meollo del asunto es el fracaso de quienes vendieron la idea de una revolución para acabar la pobreza y lo que lograron en dos décadas fue arruinarnos a todos y quebrar el país. El problema es un Régimen que ahora pretende generar una falsa sensación de apertura, una especie de glasnost económica, representada en una burbuja de fantasía, que cuando se esfume, mostrará el rostro horrible de una sociedad sometida por la nomenclatura autocrática y la pérdida de nuestra soberanía territorial.

Contra ese orden de cosas, irrumpimos en la escena política actual, en lo que atañe a Acción Democrática, los representantes más conspicuos de la adequidad, entendida ésta, como un sentimiento y modo de ser militante de un partido cargado de historia y logros en el devenir contemporáneo, que rechazamos la manera de conducir a la organización por quienes durante dos décadas son los responsables de su decadencia. Insurgimos invitando a la gente a soñar de nuevo, acompañándolos en sus luchas por la supervivencia diaria; pero, armados de la resiliencia de ese modo de ser del venezolano que no puede confundirse con abandono de sus ideales, ni con la resignación, ni con la entrega ni con el colaboracionismo.

De allí, la necesidad de convocar a todos los sectores de la vida nacional que se sienten comprometidos con la causa de la libertad y el rescate de la democracia, para que impulsen en sus gremios, en sus organizaciones ciudadanas y en sus partidos políticos, un proceso de renovación y actualización de sus liderazgos para volver a sintonizarse con ese pueblo que sufre pero se resiste a entregar su dignidad.

Hay que salir al encuentro de esa Venezuela intacta en sus ambiciones de libertad y progreso.

Leomagno Flores
magnotablet@gmail.com
@Leomagnofa
Venezuela.

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