Por no usar todas las
formas de lucha, comenzando por la calle, sino maniatar al pueblo con el
electoralismo a ultranza, el pacifismo bobo y el juego palaciego
Para decirlo en
lenguaje de manual: están dadas todas las condiciones objetivas para la
insurrección popular. Ellas son: 1) Colapso del país: sin dinero porque se
robaron el que dejaba Cuba a la cual mantenemos a costa de nuestro sufrimiento,
sin alimentos porque acabaron con la producción agropecuaria y agroindustrial,
sin medicinas porque acabaron con laboratorios, sin servicios sanitarios porque
no construyeron nuevos hospitales ni mantuvieron y dotaron los existentes, sin
electricidad (racionada por ahora como “alumbrones” hasta que llegue el apagón
general) porque se robaron el dinero para comprar nuevas plantas y dejaron sin
mantenimiento las que había, sin agua porque no construyeron nuevos embalses y
descuidaron los heredados, sin moneda porque la volvieron basura y, en fin, un
país destruido y arruinado. 2) Empobrecimiento general: cada día más pobres,
aproximándonos a la hambruna, y ya en crisis humanitaria, morimos si enfermamos
porque no hay medicinas ni instrumental médico; en fin, condenados a la muerte
por mengua. 3) Inseguridad general: asaltos, atracos, secuestros, asesinatos,
salir a la calle es exponer la vida y quedarnos en la casa también. No hay
sitio seguro por la delincuencia desatada y sin control, protegida por la
impunidad.
Está dada una sola
condición subjetiva pero la más importante: la gente está desesperada y quiere
salir de Maduro ya, cualquiera sea la forma en que se haga. Lo demuestra la
votación del 6D, que debe interpretarse como mandato imperativo a los electos.
No fueron elegidos para aprobar leyes, porque el pueblo sabía que Maduro no las
dejaría pasar. Fueron elegidos para salir de Maduro y sólo después que lo
hagan, tendrá sentido aprobar todas las leyes que hagan falta. Pero los
elegidos no han cumplido con el mandato imperativo. Entonces ha sucedido lo que
tenía que suceder: Maduro los tiene maniatados mientras sigue haciendo lo que
le da la gana. El juego está trancado, pero a favor de Maduro. Ha ganado la
primera mano. Al colapso del país y la insostenible situación económico-social
de la población, se le ha unido ahora la crisis política sin solución
institucional. En este momento somos un país paralítico, sin silla de ruedas,
que pierde el tiempo miserablemente tirado en el piso.
Todo se debe a un
error estratégico que se origina en el peor error que puede cometer un
político, el cual lo lleva a la derrota si no lo corrige a tiempo. Consiste en
no identificar correctamente al enemigo, presupuesto indispensable para acertar
en la estrategia. ¿Quién es el enemigo? Es Cuba, de la cual Maduro es un
títere. A Maduro lo escogió y lo puso Cuba. Maduro preside un gobierno títere.
Y todo gobierno títere es necesariamente una tiranía. En este caso, una tiranía
comunista, encargada de implantar en Venezuela un modelo político-económico
copiado de Cuba. La causa principal de que no tengamos dinero es que sostenemos
a Cuba. Y todas las desgracias nos han caído encima por haber trasplantado el
modelo económico cubano, agregándole macro-corrupción y narcotráfico. En
definitiva, Venezuela ha sido convertida en Cubazuela bajo una narcotiranía. He
aquí la explicación de todo.
Al definir así la
naturaleza del enemigo, se crea conciencia en el pueblo sobre el objetivo: la
liberación nacional (de Cuba, de sus títeres, del comunismo y de la
narcotiranía). Al faltar esta condición subjetiva, se le ha regalado al enemigo
el patriotismo, una motivación fundamental para la lucha. Ellos, traidores a la
patria, son la patria, nosotros los patriotas somos los apátridas. Esta no es
una tiranía igual a las otras. Es la tiranía de Cuba sobre los venezolanos
valiéndose de traidores a la patria que les sirven de títeres. A quienes además
no se los llama comunistas ni narcotiranos.
Por no identificar
correctamente al enemigo surge la estrategia equivocada: el electoralismo a
ultranza, el pacifismo bobo y el juego palaciego. Es pelear en el terreno del
enemigo, que cuando te deja avanzar es para emboscarte como lo prueba lo
sucedido después del 6D. No sacar al pueblo a la calle en 2013, traicionar a
los jóvenes que salieron a la calle como se hizo en 2014 y para colmo
inculcarle cobardía al pueblo con el miedo a que lo maten si se rebela, ha sido
el mayor regalo al enemigo. Un pueblo cobarde no merece ser libre. De este
gravísimo error estratégico se deriva que el títere comunista de Cuba, sin
pueblo, aún se sostenga. Y esté ganando la partida.
Frente a un enemigo
así hay que usar todas las formas de lucha, comenzando por la calle. ¿Cómo
hacerlo? De eso hablaré la próxima semana.
Jesus A. Petitt Da
Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
Caracas – Venezuela
Enviado a nuestros
correos por
Adela Fabra Martin
adela.fabra@gmail.com
@AdelaFabra
Caracas - Venezuela
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