viernes, 20 de noviembre de 2015

FERNANDO FACCHIN B., BOCHORNO Y MÁS BOCHORNO

Los hechos acontecidos  en los últimos días, en especial la captura de los sobrinos, demuestra que nos enfrentamos electoralmente a un régimen forajido, no hay discusión, es un hecho ominoso para el país, donde, si la familia ilegítima tuviera un ápice de ética personal, social y política, ya habría renunciado.

Hoy el régimen se ha convertido en una amenaza para la seguridad interna y externa, demuestra una vergonzosa ingobernabilidad hasta para contener a su entorno, el caso alcanza el clímax internacional para determinarnos como un  país forajido “aguantador” de redes terroristas y narcotraficantes.
El régimen no puede garantizar seguridad doméstica, orden y paz, debido a sus falencias éticas: morales, políticas, sociales y económicas, lo que se traduce en la pérdida de la capacidad oficial para desempeñar las tareas básicas inherentes a todo gobierno legítimo. ¡Bochornoso!
El régimen presenta un agravante a su desprestigio y es el silencio cómplice ante el ominoso caso de los narco/flores lo que se traduce en  avance de su desprestigio. El silencio es una modalidad sibilina de manipulación, son prácticas de quienes no se atreven a manifestarse frente a un hecho concreto  y apelan a los subterfugios del silencio cómplice. Las últimas declaraciones sobre un supuesto “secuestro”, es una actitud indignante y vergonzosa, es pretender ignorar el caso “Haití”. Bochorno y más bochorno.
La corrupción y la impunidad han destruido nuestro país y mientras sigamos tolerando la complicidad oficialista con la delincuencia y sus mafias, quienes disfrutan de gran impunidad, también nosotros seremos cómplice de tamaña infamia al país.
El caso en comento rebasa los límites de lo tolerable y así ha sido percibido claramente por un colectivo que tiene una opinión pública consciente y decidida a rescatar la dignidad nacional el 6D. La abstención en las parlamentarias se traduce en un silencio cómplice con la mafia oficialista que ampara la corrupción y el narcotráfico. ¿Cómo explicar al colectivo votante el contraste entre la mediocridad oficialista y la grave crisis moral, social, económica y política?
Ganar o vencer. La consigna es ¡VENCER! Ganar simplemente tiene una connotación mediocre en la lucha política, se corresponde con el pernicioso conformismo de un triunfo pírrico de una mayoría simple el 6D.
Vencer tiene un sentido excelso, significa triunfar, ser victorioso, obtener éxito y superar nuestras propias limitaciones. Vencer genera un ambiente de cohesión social y política. Un equipo vencedor es aquel que lucha contra su oponente, contra su enemigo y le vence. Un equipo perdedor es el que lucha contra sí mismo; si nos conformamos con ganar “algunos” diputados, no venceremos al enemigo y perdemos la oportunidad de abrir espacio para la regeneración legislativa del país. La orden es vencer.  Basta de bochornos.
Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin

Carabobo - Venezuela

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