La salida a la calle
precedió al voto, creando las condiciones subjetivas con el cambio favorable de
la opinión mundial, y ahora el voto conduce a la calle para hacer efectivo el
mandato imperativo de salir de Maduro.
Los sucesos de 2014 y
2015 han venido a confirmar que la estrategia correcta para liberarnos de Cuba
y su gobierno títere (la narco-tiranía de la delincuencia organizada) es
alternar y combinar todas las formas de lucha, lo que algunos resumieron en el
slogan: voto y calle, calle y voto (Remito a mi columna 123: ACTUAR COMBINANDO
TODAS LAS FORMAS DE LUCHA). Efectivamente la lección hasta 2013 fue que sólo el
voto no bastaba. Era necesario combinarlo y complementarlo con calle. La gente
votó masivamente ganándose la presidencial, pero fue traicionada por la
cobardía de quienes no llamaron a la calle rebelándose contra el fraude con el
pretexto de que correría sangre. Entonces se perdió el voto porque no se lo
combinó con calle. Y para que no se pierda nunca más hay que tener presente en
las actuales circunstancias que no hay en la historia de Venezuela un solo
precedente de que una tiranía haya entregado pacíficamente el poder. Menos cabe
esperarlo ahora de un gobierno títere de la cubana convertido en narco-tiranía
de la delincuencia organizada.
La cobardía de 2013
fue un regalo que le hicieron los colaboracionistas al ilegítimo Maduro, tenido
entonces por la comunidad internacional como un demócrata. Nadie podía acusarlo
de tirano porque era un presidente electo reconocido por los colaboracionistas
que usurpaban el rol de la oposición y como tales fueron a las siguientes
elecciones regionales. El regalo fue adornado permitiéndole a Maduro que
esconda su partida de nacimiento y las de sus padres, así como el acta de
defunción de Chávez con el certificado médico, calificados todos de “asuntos
irrelevantes” para eximirse de reclamarlos. Así terminó 2013 como un año negro.
Comenzó 2014 dominado
por el colaboracionismo. No hacer nada hasta la próxima elección, igualmente
fraudulenta. Entonces cuatro políticos (López, Ledezma, Machado y Ceballos)
disintieron proclamando que “la salida está en la calle”. A su llamado
respondieron miles de jóvenes que participaron en manifestaciones masivas,
reprimidas a sangre y fuego por la Guardia Nacional actuando conjuntamente con
las bandas paramilitares llamadas colectivos. Su sacrificio no tuvo éxito
inmediato en la caída de la tiranía, como tampoco lo tuvieron la insurgencia
estudiantil de 1928 contra Gómez ni la huelga universitaria de 1957 contra
Pérez Jiménez. Pero, igual que aquéllas, surtieron el efecto de una carga de
profundidad. A “LA SALIDA” se le debe el cambio favorable de la opinión pública
mundial ante la cual desenmascaró al gobierno títere de Cuba como una tiranía criminal,
violadora de los derechos humanos. Creada la imagen, vino la reacción. La
prensa internacional, los demócratas del mundo entero encabezados por los
expresidentes iberoamericanos (en primera fila Pastrana, Quiroga y González),
premios Nobel como Vargas Llosa, organizaciones internacionales como la Unión
Europea y ONG como HRW, condenaron a la tiranía. Entonces montaron una
vigilancia estrecha que culminó en la reciente elección parlamentaria, en la
cual su presencia fue decisiva para impedir un fraude masivo, porque fraude
hubo acompañado como siempre de un ventajismo descarado pero no pudieron torcer
la votación en la magnitud acostumbrada.
A la prisión ilegal e
injusta de López, Ledezma y Ceballos, que ha tenido repercusión mundial; a la
movilización de la señora Machado por América, de las señoras López y Ledezma
por el mundo y de la señora Ceballos en el país, a la represión brutal contra
los jóvenes presos en sitios como La Tumba cuyos gritos han llegado a los oídos
del mundo, se debe que la comunidad internacional se convirtiera en un CNE
cuidando los votos de los demócratas. Sin LA SALIDA, que creó las condiciones
para la vigilancia mundial y la movilización nacional, no hubiera habido este
resultado electoral que ha asombrado. Ahora para defenderlo y sobre todo para
que se cumpla el mandato imperativo, que es salir de Maduro, habrá que volver a
la calle. Aprendida la lección, el pueblo no puede aceptar la reincidencia en
la cobardía de 2013. Si la votación fue antecedida por la calle para crear las
condiciones favorables, ahora a la votación debe seguirle la calle para salir
de Maduro renovando el lema: CALLE Y VOTO, VOTO Y CALLE. No hay espacio para la
cobardía, porque la cobardía es colaboracionista.
P.D. Hagamos votos
porque 2016 sea el año en que nos liberemos de Cuba, del comunismo y de la
narco-tiranía de la delincuencia organizada, que nos ha traído pobreza y
corrupción como nunca antes.
Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
Caracas – Venezuela
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