Siempre me ha gustado
tener contacto con la gente, con el hombre y la mujer de a pie. Camino por mercados,
calles populares y barrios, por las zonas más humildes de Caracas, pero también de la provincia. Me monto en el metro y en los metrobuses,
como empanadas y arepas en los negocios más humildes y debo reconocer que, a
través de esos contactos, he aprendido cosas que jamás me habrían enseñado en
la escuela. Me dedico a escuchar las cuitas de la gente, sus planes,
esperanzas, sueños y respetuosamente plasmo esas confidencias en mi programa
radial y artículos de prensa, pero lo
más importante, me sirven para hacerme mas humano cada día.
Es así como en los
últimos meses, me he dedicado a sondear veladamente a la gente sobre como
perciben las actuaciones del gobierno y de la oposición. Apartando las
preferencias partidistas, rescato las opiniones de quienes sólo aspiran tener
un mejor país, sin importar el color de quien gobierne. He podido percibir que
el simple mortal no está tan interesado en la política pura y dura, como
nosotros creemos; en que si Maduro renuncia o no; si se le convoca un revocatorio; si se llama a una constituyente
o se legisla sobre una enmienda.
¡Me sorprendo ante la
respuesta mayoritaria! Reiteradamente los dos polos en disputa nos han venido
diciendo que los venezolanos estamos politizados y polarizados, que exudamos la
política por los poros ¿Que pasó, crucé la frontera sin darme cuenta? Si sigo
en Venezuela, conviene, entonces, pegar el oído a tierra para ver si logramos
escuchar que es lo que la población demanda
de sus dirigentes.
Esto es parte lo que
me han dicho: nosotros deambulamos todos los días de arriba para abajo buscando
comida y medicinas; madrugamos para hacer larguísimas colas y cuando salimos de
nuestro hogar, oramos para que Dios nos ampare de los ladrones y nos permita
encontrar los productos regulados porque la poca plata que tenemos no alcanza
para pagar los precios que cobran los bachaqueros Cuando regresamos tarde a
casa, después de horas en cola, en la televisión los políticos están
insultándose entre sí, sin importarles cuales son nuestras necesidades más
sentidas.
Me confiesan que
ellos no saben si los precios de los productos son caros o no; lo que sienten
es que lo que ganan no les alcanza para comprarlos. Ya casi no pueden mandar
los muchachos a la escuela porque no les alcanza la plata para darles desayuno
y muchos de ellos están comiendo, solo una vez al día. Les aterra enfermarse,
porque si por casualidad encuentran la medicina, están seguros que no
tendrán con que pagarla. ¡Dios que
tragedia!
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación
Independiente
@alvareznv
@beanavas
Caracas - Venezuela
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