Venezuela se encuentra enferma. Esta desahuciada. No
tiene bienestar ni material, ni espiritual. El cuerpo y la mente de los
venezolanos se encuentran en colapso, convulsionados y gravemente atormentados.
Si el país vive sus peores momentos económicos y está al borde de la quiebra,
sus habitantes no tienen tranquilidad alguna.
Se puede comenzar por decir que el venezolano se está mal
alimentando. Y algunos ni eso. Debido a la escasez y costo exorbitante de la
comida, el venezolano no hace las tres comidas completas, y el que medio come lo hace sin los
nutrientes básicos. Esto lo convierte en aprehensible a enfermedades, a
infecciones y a epidemias graves. Nunca los venezolanos habíamos tenido un
verdadero peligro de enfermarnos con facilidad. Pero lo insano no es sólo
corporal. También es mental. El venezolano vive angustiado, porque no puede
cubrir sus carencias básicas. El estrés, el desespero, la irritación, la ira,
por estas colas interminables, por esta pésima calidad de vida, por la campaña
de mentira evidente que trata de inocular el gobierno, lo tiene al borde de la
locura, de la demencia. Es que este enfrentamiento permanente entre dos posiciones,
esta inacción gubernamental por atender de manera efectiva la tragedia
nacional, la exposición permanente a la malas noticias y escasas buenas, ha
hecho del venezolano un ser prácticamente inadaptado, que dejó de conocer hace
bastantes años a una sociedad de paz, de convivencia, de sosiego, de
comprensión.
Es terrible que los pacientes graves, con enfermedades
terminales, con accidentes serios, no puedan ser tratados en los centros
asistenciales públicos como es debido. Y ni hablar de los costos de una
clínica, que también carecen de insumos medico quirúrgicos necesarios para
atender tanto emergencias como intervenciones planificadas.
Las divisas han
desaparecido para este tipo de suministros. Tampoco para nadie es un secreto el vía crucis que pasa el venezolano
buscando los medicamentos, inexistentes en la mayoría de los establecimientos
farmacéuticos. Ya se hizo común la petición de las medicinas por el whatsapp,
el twitter, las demás redes sociales, los medios televisivos y radiales, con la
esperanza que alguien en el país lo tenga y pueda enviarlo a su destino. Los
tachirenses vivimos esta crisis de manera acentuada, porque con una frontera
cerrada, no podemos ir ni siquiera a Colombia a comprar el remedio, al precio
que ello tenga, con tal de aliviar la necesidad de nuestros enfermos.
De tal manera que eso del derecho a la salud se quedó en
un mero postulado. Los venezolanos estamos desprotegidos en materia de salud.
Porque el sistema público nacional de salud, si es que se le puede llamar sistema,
está desconectado de la realidad y su maquinaria prácticamente se apaga. De
paso los profesionales en el área también viven desesperados porque no tienen
cómo atender a sus pacientes. Hacen lo humanamente a su alcance para comprender
y asistir al enfermo, pero no tiene apoyo alguno.
Está demostrado, entonces, que este gobierno, junto con
su intención de hacernos más pobres, nos quiere más enfermos, sin aliento
alguno para reclamar algo tan esencial como es la protección de nuestra salud.
Esta es una sociedad que no está en cuidados intensivos. Todo lo contrario, la
tienen en el más profundo descuido de su bienestar integral, deshumanizada y
padeciendo estados terminales. Tal vez a los venezolanos nos quede algún último
respiro para sobreponernos a estos quebrantos y recuperemos la dignidad de ser
tratados como verdaderas personas.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
Tachira - Venezuela
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