Cuando la violencia
en cualquiera de sus formas se instala en una sociedad no es posible ignorarla,
no hay forma o posibilidad de silenciar o tapar los escandalosos actos que la identifican, la sociedad venezolana está viviendo
cada vez con más horror las diferentes formas de violencia que la lleva
peligrosamente a la barbarie.
La complicidad
e incapacidad para combatir la delincuencia en un país gobernado por rateros hizo que en Venezuela se perdiera el rumbo de la legalidad
y el respeto a las leyes, la impotencia, la impunidad, el cansancio y el dolor
que produce el desamparo legal llevó a los venezolanos a tomar la justicia por
su mano, una actuación que carece de un proceso legal donde la sentencia es
expedita y condenatoria.
La crisis enmarcada
profundamente en lo político, social y económico ha hundido durante estos últimos años a la
sociedad venezolana en desacato debido a la altísima dosis de violencia estructural, física, emocional y simbólica
que ha convertido a víctimas en victimarios y a victimarios en victimas.
Cuando la violencia
asesina a un director de corales de niños especiales, a veintiocho mineros o
quema en la vía pública a un delincuente, es una sociedad que siente que las
leyes no son aliadas ni instrumentos de defensa de los ciudadanos, las ven como
una amenaza por el uso y el abuso con el que son interpretadas por las
instituciones de un Estado secuestrado por la ambición y el servilismo.
Venezuela está a
merced de un sistema degenerado que heredo un despreciable extranjero que
conduce a la sociedad venezolana a una profunda crisis de valores que en su
instinto de sobrevivencia desconoce al sistema judicial corrupto que la dejó en
manos de una delincuencia promovida como política de estado.
Las calles
venezolanas se están convirtiendo en juzgados donde los linchamientos son la
decisión colegiada de un pueblo huérfano de justicia, en un linchamiento los presentes no se acusan entre sí porque la decisión y
la acción fue colectiva, la
violencia no es solución en ninguna
sociedad sin embargo una multitud acorralada, humillada e irrespetada tiene
derecho a linchar a un régimen criminal y estafador para expulsarlo del poder.
Coronel Antonio
Semprun
coronelantoniosemprun@gmail.com
@AntonioSemprun
Caracas - Venezuela
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