domingo, 29 de enero de 2017

ANTONIO JOSÉ MONAGAS. EL VALOR DE REINVENTARSE.

PIDO LA PALABRA
LA UNIVERSIDAD DEBE PROTESTAR

La situación que vive la universidad venezolana ante la alevosa conminación del gobierno central de usurparle el dominio correspondiente a la seguridad social universitaria para traspasarlo a una empresa militarista, es razón para elevar la más férrea protesta.

La comparación entre organizaciones comprometidas con objetivos en común, es una tarea de cotidiano cometido. Pero cuando las organizaciones tienen propósitos disímiles, su comparación no es tan inmediata. Debe recurrirse a la conciliación de variables antagónicas lo cual no es tan fácil. Se requiere de una metodología específica. Sin embargo, dicho cotejo permite entender la relación entre variables que no son funcionalmente homologables. Su análisis hace posible relacionar situaciones o condiciones capaces de optimizar el comportamiento organizacional y advertir las implicaciones del entorno. Pero no todo está sujeto a circunstancias de analogía funcional. Hay organizaciones que son incompatibles con otras, a pesar de ser expresión de importantes consideraciones trazadas por la teoría de organización y la teoría administrativa. Aunque ellas explican que organizaciones de discordante razón, no pueden medirse bajo los mismos criterios.

Vale esta disertación como prolegómeno, a propósito de explayar diferencias de toda índole que existen entre empresas de razón mercantil o comercial, y otras de naturaleza institucional, como es el caso de la organización sobre la cual se concibe a la Universidad autónoma.

La universidad, indistintamente de su cimiento financiero, no admite símil con ninguna otra. Su razón de ser, es de manejo cognitivo tanto como de carácter académico-institucional. De ahí que cualquier intención de medirla con la unidad que se emplea para evaluar el rendimiento y desarrollo de una empresa de producción o de servicio, carece de sentido y de lógica económico-administrativa. La universidad debe valerse de sus propias capacidades y fortalezas para sortear las dificultades que se ciernen a su alrededor en su transitar. El hecho de que cualquier transformación que afecta la sociedad busca evaluarse por las instancias académico-universitarias, en un indicador del talante y caracterización de su fuero institucional que ostenta de cara a las circunstancias que pueden obstaculizar su consolidación en el terreno del conocimiento.

La situación que vive la universidad venezolana ante la alevosa conminación del gobierno central de usurparle el dominio correspondiente a la seguridad social universitaria para traspasarlo a una empresa militarista, es razón para elevar la más férrea protesta. Protesta ésta que deje al descubierto la componenda que articula el régimen al atentar nuevamente contra la autonomía universitaria, Más, cuando a decir de la Constitución de la República, en el artículo 109, “las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio (…)”. Y es que la crisis financiera que viene acorralando al régimen, ha despertado en el gobierno actual una sed fiscal cuya necesidad de saciarse, desbordó en el aparato de control gubernamental medidas de chantaje y de extorsión casi que de naturaleza delincuencial. El Ejecutivo Nacional no vio otra veta de la probidad que luce las instituciones de previsión social de profesores y empleados universitarios, y de sus funcionales cajas de ahorro.

No hay duda de que el alto gobierno ha considerado que la universidad autónoma es un objetivo político contra el cual encarara su ofensiva a manera de debilitar sus fuerzas y menguar su resistencia. De esa manera, un gobierno tan impúdico como el presente, no justificaría esfuerzo alguno en valorar la misión que corresponde a la educación superior tal como lo describe el artículo segundo de la Ley de Universidad. El mismo reza: “(…) que a ellas corresponde colaborar en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales˝. Y por las tendencias que las realidades han dejado ver, al gobierno central, ni tampoco a los intereses de la “revolución bolivariana”, le conviene la intromisión de la universidad autónoma dada su capacidad de crítica necesaria para hacerle ver el grado de error y de equivocación que las decisiones gubernamentales han inducido sobre el devenir nacional.


En medio de tales adversidades, la universidad autónoma sostiene la fuerza moral y de organización para superar las trampas que un gobierno marrullero tiene preparadas para menguar el espíritu combativo y contestatario, propio de la universidad crítica, esclarecida y democrática. Si bien no son momentos para enfrentar el poder con la insolencia de quien no ha concienciado los valores morales como pivote para elevarse por encima de los conflictos a los que cae toda persona armada de indecencia, sí son tiempos para continuar acuciando el pensamiento sobre el cual se enarbola la humildad y la dignidad del hombre de sapiencia y paciencia necesaria para salir de cualquier atolladero. Vale decir, es tiempo para que la universidad continúe apegada a una praxis liderada por el valor de reinventarse.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

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