domingo, 29 de enero de 2017

JOSE FELIX DIAZ BERMUDEZ, LA UNIDAD NACIONAL Y EL 23 DE ENERO,

LA IGLESIA, MILITARES Y LA JUNTA PATRIÓTICA

El derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, fue el resultado de un amplio, progresivo y justificado movimiento cívico primero y después militar contra los hechos inadmisibles de su gobierno no solamente por su autoritarismo y la negación de las libertades políticas -evidenciados en múltiples actos- sino también por sus aspiraciones continuistas, la presencia de graves actos de corrupción, el sentido derrochador y faraónico de las obras públicas, todo lo cual resultaba contrario al ejercicio serio, honesto, responsable y democrático de la administración del Estado.

De manera creciente se formó en el país un sentimiento de rechazo a los actos oprobiosos del régimen, tanto por sus políticas como por la actuación de sus agentes, al contrariar a la consciencia nacional y a la opinión pública cada vez más a favor de los derechos democráticos y el cese de la represión por razones ideológicas.

Tales pronunciamientos y manifestaciones que empezaron a surgir desde el inicio de la dictadura y continuaron a todo lo largo de la misma, se profundizaron a partir de mediados de 1957 al agravarse la situación nacional. Los más diversos sectores advirtieron la crisis y fijaron respectivas posiciones coincidentes todas ellas sobre la necesidad de restablecer plenamente la democracia en el país.

A finales de 1957 Luis Herrera Campíns, entonces miembro del Comité Nacional de Copei, mediante texto publicado en Munich, alertaba sobre la conveniencia de que en Venezuela se efectuasen elecciones con: “garantías máximas” las cuales debían ser aseguradas como resultado de: “la combatividad de las masas, la organización popular y la presión partidista” y a través de: “la presencia cívica en las calles” y: “la prédica serena de la plataforma política de la oposición”.

Por su parte, desde la cárcel, la clandestinidad, el exilio y la calle, partidos como Acción Democrática,  Comunista de Venezuela y Unión Republicana Democrática, entre otros, fueron bastiones fundamentales en la lucha contra la dictadura.

La postura universitaria tanto del frente estudiantil como de los egresados fue significativa a la hora de adversar las pretensiones perpetuadoras del régimen, la necesidad de verificar elecciones legítimas y la participación en las mismas de un posible candidato de tendencia unitaria capaz de defender y sostener: “la marcha normal de los poderes públicos y el respeto de los derechos ciudadanos”.

Resulta importante destacar la posición del Partido Comunista el cual se opuso de manera categórica a las aspiraciones del gobierno de: “continuar en el poder mediante una reforma a la Constitución que prorrogue el período presidencial o mediante unas elecciones amañadas sin participación popular”. Al mismo tiempo, esa agrupación respaldó la necesidad de conformar: “un gran frente nacional anticontinuista” esperando que la unidad cívico-militar sirviese para lograr de manera fidedigna el pronunciamiento electoral de la Nación a través del voto directo, universal y secreto de su pueblo.

Contrario entonces a tendencias dogmáticas cerradas y excluyentes siempre ajenas de la pluralidad de la política, el Partido Comunista de Venezuela asumió una orientación: “elástica y flexible” para consolidar la resistencia contra la dictadura y alcanzar la integración de todas las fuerzas sociales y políticas, posición que ya habían también expuesto otros partidos y sectores ciudadanos declarando finalmente esa agrupación que: “Ningún partido, ningún grupo social, ninguna camarilla tiene el derecho de monopolizar la aspiración de todos los venezolanos”.

La digna y valiente posición de la iglesia Católica se puso en evidencia en diversas instancias y situaciones - inclusive en circunstancias riesgosas muchas de ellas- y, en particular, a través de las célebres Cartas Pastorales de Monseñor Rafael Arias Blanco, Arzobispo de Caracas, las cuales se sustentaban plenamente en su doctrina social y del derecho de la misma a intervenir en defensa de la: “dignidad de la persona humana” tal y como corresponde a su sagrado ministerio.

(Algún día el nombre de este ilustre prelado debe acompañar en Barcelona, Estado Anzoátegui, al de la llamada: “Redoma de los Pájaros”, lugar en cuyas inmediaciones falleció ese ministro del Señor, para testimoniar el agradecimiento patrio a sus elevadas virtudes pastorales y cívicas dignas de recordación y gratitud).

Finalmente, la Junta Patriótica integrada por representantes de los más diversos sectores, contribuyó a formar una consciencia nacional en torno al derecho a elegir en forma democrática a los gobernantes, afirmar el principio de la alternabilidad política e impulsar en la práctica el fin de la dictadura.

El categórico rechazo a la persecución política; las detenciones arbitrarias de civiles y militares, la prisión y tortura de numerosos presos políticos; el generalizado desagrado ante las amenazas  contra los directores de periódicos y el arresto de periodistas; la reiterada denuncia de casos de corrupción; el repudio general al pretendido plebiscito con el que se deseaba mantener en el poder al dictador; la creciente adhesión de sectores gremiales, empresariales, intelectuales, sindicales, entre otros hechos relevantes, fueron todos factores que consolidaron la unidad nacional, a la cual se sumaron sectores militares que habían sido públicamente llamados por el frente estudiantil y por la Junta Patriótica a asumir una responsabilidad histórica en defensa de su propia dignidad y de la Constitución a la que juraron garantir con el único, legítimo y prioritario propósito, tal y como lo exigía la Junta y el país en tan apremiantes momentos, de: “Salvar a Venezuela”, restablecer la convivencia y las libertades democráticas y el equilibrio institucional.


Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui – Venezuela

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