LA FICCIÓN COMO TEORÍA PARA GOBERNAR
De inicio, expresamos nuestro ¡reconocimiento! hacia aquellos colegas
economistas ortodoxos que actúan conforme a una doctrina (conjunto de ideas
cuyo rasgo es la coherencia de sus fines y medios), y que con profundo
ejercicio intelectual se “atreven” a formular para el caso venezolano
pronósticos (predicción de la evolución de un proceso o de un hecho futuro a
partir de criterios lógicos o científicos) y proyecciones económicas (estudios
cuantitativos para describir cómo será el crecimiento de una economía en un
determinado lapso de tiempo hacia el futuro) asumiendo la existencia de una
economía ortodoxa basada en al menos cuatro variables: (1) La asignación de
recursos; (2) La producción; (3) La distribución; y (4) El crecimiento
económico; a partir de las cuales intentan explicar todos los cambios que
ocurrirán en nuestra economía bajo el supuesto que todo se regulará a través
del mercado al tiempo de asumir a la economía como una ciencia exacta que
facilita emprender cualquier curso de acción con ¡resultados previsibles!
Tan deseable marco analítico no encaja en la Venezuela actual, ya que el
“proceso revolucionario” (¿?) es apuntalado por “expertos” que actúan sin
respeto al contenido de alguna doctrina
sino que combinan medios y fines, sin la debida coherencia, con fundamento en
una economía heterodoxa que no tiene ¡ningún principio establecido! para
enfrentar las dificultades socioeconómicas y que solo enfatizan en la búsqueda
de acciones para “dominar” la motivación del pueblo a la luz de una
imprevisibilidad de los actores que emana del marco de una economía que consideran como ciencia social y por tanto la
apoyan en interpretaciones subjetivas en relación a la forma como la sociedad
debe organizarse para adelantar las etapas de producción, distribución y
consumo de mercancías, al extremo de aspirar suplantar el mercado con un
“Carnet de la Patria".
Con base en lo señalado, aunado a la manifiesta incompatibilidad entre
el socialismo-comunismo y la democracia, ha de resaltarse la obvia dificultad
(¿imposibilidad?) de evaluar por pares dos doctrinas que en esencia son
diametralmente opuestas: capitalismo—sistema de organización de economía
descentralizada caracterizado por la propiedad privada de los medios de
producción, al tiempo de regirse por la ley de oferta y demanda utilizando los
precios y el mercado como mecanismo de coordinación—y socialismo—sistema de
organización social y económica que enarbola por la abolición de la propiedad
privada y la socialización de los medios de producción, al punto de concebirlo
como un estadio intermedio de transición entre el capitalismo y el comunismo--;
hecho que impulsa “retornar” a la histórica confrontación filosófica entre lo
propuesto y lo alcanzado de cuya revisión puede surgir una verdad sobre sus
méritos al avalarse con hechos concretos y medibles. En lo atinente a nuestro
país, dicha “confrontación” se enmarca entre (A) la “mayor suma de felicidad
posible” pretendida por el socialismo-comunismo del chavismo-madurismo con un
férreo control del proceso productivo para darle “rostro y sentido a la Patria
Socialista” mediante un Programa de Gobierno 2013-2019 de transición al
socialismo denominado Propuesta del Comandante Hugo Chávez (12/06/2012) como
“alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo” y para “acelerar
el cambio del sistema económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero
capitalista al modelo económico productivo socialista”; y entre (B) la libertad
de producir y consumir para alcanzar el bienestar en una economía de mercado
que reduce el peso del Estado sobre el sector productor.
La ¡ficción! (enemiga de toda doctrina)
ha caracterizado al socialismo
del siglo XXI venezolano, hecho que se hace evidente al ponderar (aun sin
información del BCV) el “efecto visible” que emana de la revisión de un largo
índice de fracasos; tal como que (i) el país volvió a ocupar en 2016 (al igual
que en 2015) a nivel mundial el desprestigioso ¡primer puesto! en el Índice de
Penuria (Universidad de Johns Hopkins) con 573,4 puntos (Argentina ocupó el
segundo lugar con 83,8 puntos, y Brasil el tercer lugar con 75,0 puntos) habida cuenta de haber estructurado las
peores condiciones económicas del mundo en materia de inflación, desempleo e
interés como consecuencia de la rotunda ineficiencia de su “modelo” que adversa
la iniciativa privada, hasta alcanzar la denominación del país más miserable
del mundo (durante más de 10 años Venezuela se ha ubicado en los primeros
lugares); al extremo que en aras de “atender” la demanda de productos básicos
en un escenario de escasez, el “gobierno” instrumentó en abril 2016 los Locales
de Abastecimiento y Producción recientemente “transformados” (enero 2017) en
Tiendas (¿?) a las cuales debe destinarse hasta un 50% de los bienes producidos
por el sector agropecuario privado y público, siendo que a dichas Tiendas solo
se podrá accesar presentando obligatoriamente el Carnet de la Patria (otra
humillante manipulación del pueblo por intermedio del hambre, a los fines de
una obligante “adhesión” política-partidista con propósitos electorales); y
(ii) en el reporte 2016 del Índice de Libertad Económica (Fraser
Institute/Cedice Libertad) sustentado en 5 variables: 1. Tamaño del gobierno,
2. Sistema legal y derechos de propiedad, 3. Existencia de una moneda sana, 4.
Libertad de comercio internacional, y 5. Regulaciones crediticias, laborales y
de negocios; ocupamos el último puesto entre 159 países por segundo año
consecutivo. De igual modo, en la
compilación de fracasos se refleja un pésimo comportamiento de los principales
indicadores macroeconómicos en 2016: contracción del PIB: 18,6%, inflación
acumulada: 799,9%, inflación “bachaquera” de productos subsidiados: 1.150%,
disminución de las importaciones: 55%, caída de las reservas internacionales: $
5.400 millones, disponibilidad de divisas liquidas en las reservas
internacionales (04/01/17) $ 1.500 millones, pérdida del poder adquisitivo:
45%.
Reflexión final: En esta suerte de “Venezuela al revés”, donde el
ingreso nacional ha venido siendo empleado para el apalancamiento de una “sociedad socialista” a la luz de la
aspiración chavista-madurista de construir un nuevo tejido productivo con base
a un “amplio sustento público, social y colectivo de la propiedad sobre los
medios de producción” (¿?), pronosticar con fundamento ortodoxo la situación de
nuestra economía para finales del 2017 la cual pudiera transcurrir condicionada
por un heterodoxo Plan de la Patria, seria por mucho un ejercicio intelectual
ubicado en el campo de la ¡ficción económica!
De lo que si estamos plenamente
convencidos, es que el rumbo hacia la hecatombe económica solo puede ser
desviado en dirección a una Venezuela de progreso y bienestar cuando el pueblo
pida con fuerza y enojo elecciones para expresar el deseo de frenar el avance
del socialismo-comunismo. Luego de ello, y en poco tiempo, la economía será
otra y ¡el país también!
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
@jesusalexisgon
Observatorio 2012
Miranda - Venezuela
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