A mucho colombiano le
parece inverosímil que el gobierno ataque al Estado, siendo, como deberían ser,
siameses, pues el gobierno es quien lo representa y es elegido precisamente
para mantener sus instituciones. Nuestro pacto social.
Es difícil entender
que el gobierno Santos ataque a su propio Estado, como una serpiente que se
devora así misma, porque es una acción sin precedentes en la historia de
Colombia, y menos comprensible aún, que el propósito de dicho ataque sea
entregar el país al Foro de Sao Paulo, de manos de las FARC, para convertirlo
al socialismo tercermundista, muy lejos del socialismo danés, y que en América
latina es sinónimo de miseria y descalabro social.
Un socialismo
promovido por criminales en camionetas robadas, haciendo “pedagogía de la paz”
armados hasta los dientes, y matando policías en La Playa, u ocupando terrepaz
en el Catatumbo y otras regiones donde son amos y señores, con un sentido
peculiar de justicia, del que dan testimonio los cuerpos de los dos menores
fusilados por querer desertar. ¿Cómo entender que maten hoy 13 policías y
mañana se les perdone, y que de encime se les permita juzgar como criminales a
los policías sobrevivientes?
Cómo no comprender
que la polarización Santos/Uribe, es una perversa estrategia para desviar la
gravedad de los temas de Cuba, y que por eso,
-ad portas de la firma del acuerdo de paz- la Fiscalía captura a
Santiago Uribe, y la prensa especula a 4 columnas sobre la compra de una
tonelada de chatarra de los hijos de Uribe, pero oculta que en Cuba, Santos y
las FARC se reparten a Colombia.
Aquí no se trata de
Uribe, ni de Santos, sino del futuro de nuestras familias.
Nuestras
instituciones ya fueron tomadas, no como la Casa de Cortázar, sino de cuerpo
presente por las FARC. El congreso legisla para ellas, la justicia juzga para
ellas, la Fiscalía apresa para ellas, el presupuesto se derrocha en ellas.
Estamos en la quiebra, se vendió ISAGEN y a punto de apagón, pero prensa y
ministros nos engañan con falsas estadísticas. Todo se prepara para la hora
cero, para la firma del acuerdo, que será la señal del cambio de brazalete y la
continuidad de la guerra, repotenciada desde el congreso y las instituciones
tomadas.
No hay a quien
acudir. Hasta las FFAA se erigieron en protectoras de sus verdugos, a nombre de
la paz que desmienten incluso las FARC, y es por eso que el senador Iván Duque,
asumiendo la defensa de los colombianos, alertó a la Corte Interamericana de
DDHH sobre la victimización que se nos cierne.
Me quito el sombrero
ante la estrategia de los malos, y les digo malos, porque malo es el que mata
para lograr su cometido, mientras nosotros, los buenos, acudimos a la Ley, al
derecho, a la justicia, apendejados, porque esas y las demás instituciones
fueron tomadas por las FARC. La Fiscalía, los jueces y las FFAA, favorecen a los delincuentes. Nada que hacer. La
esperanza queda en las acciones del senador Iván Duque, para abrir los ojos a
las cortes internacionales.
El poder intimidador
es tal, que muchos colombianos asumieron una actitud resignada, como los
polacos con Treblinka, como los judío/alemanes con Hitler, como los incas en la
plaza de Cajamarca con Pizarro, como muchos sudacas con Trump. Nadando
tranquilos, como la rana en el agua tibia de la olla sobre la estufa encendida;
justificando su insolidaridad con su escepticismo, y subestimando el alcance
del contubernio Foropaulista Santos/FARC/Castro y compañía.
La primera
institución tomada, hace muchos años, fue la Fiscalía, puesta hoy en manos de
un ex juco, que depravó el concepto filosófico y constitucional de la justicia,
para instrumentalizarla, como hicieron en su tiempo los inquisidores de la Edad
media, los jacobinos de Robespierre, y los revolucionarios de Castro.
Luego se tomaron al
congreso, con parlamentarios que creen que su
credencial es aval para el robo y no para el servicio, idiotas útiles
que truecan el mañana de Colombia por el hartazgo efímero de la mermelada, y que
serían los primeros fusilados si terminan de levantar el paredón socialista que
ayudan a construir.
A las FFAA las
tomaron por medio de sus generales seducidos por estrellas que rutilaban y que deslustraron al
permutarlas por sus soldados, a quienes entregaron al juicio espurio de la
Jurisdicción especial para la Paz, o tribunal de la venganza, que calificará
como crimen cada uno de sus actos por defender la patria.
Las cortes fueron
tomadas por sus propios magistrados, que encarcelan inocentes y dan impunidad a
los criminales, y que rebautizan el asesinato como baja en combate, y el
secuestro y la extorsión como fuentes legítimas de financiación.
En los países
extranjeros hay una imagen distorsionada del proceso, y lo apoyan, adornando
con alas blancas a los demonios de las FARC. Por eso es imperdible el alerta
del Senador Iván Duque, con el siguiente enlace
http://goo.gl/1Yfd71
Mario Javier Pacheco
García
mariojavierpacheco@gmail.com
@mariojpachecog
Colombia
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