Si alguna perspectiva entre las varias que pueden mencionarse sobre él nos concita en esta hora oscura, triste, lamentable de la patria, es la del Sucre ciudadano, el Sucre que utilizó la fuerza de las armas para el reconocimiento de la ley, establecer la libertad, asegurar la dignidad del hombre por encima de su propia ambición, por encima de la propia victoria extendiendo su espada ante la majestad de los derechos, la justicia que no humilla a los hombres, los principios que aplican y resguardan los verdaderos magistrados, no aquellos profanadores y serviles que irrumpieron otra vez para saquear y destruir el templo de Themis.
Sucre castigaba los delitos de sus conmilitones, imponía el deber y la más severa disciplina se observaba en los cuerpos al entrar a las ciudades pacificadas y permanecer en ellas junto a los ciudadanos.
Si algo admira en Sucre no obstante su maravillosa juventud era su carácter, su templanza moral, su firme convicción que exigía ante sus propios jefes la corrección de sus errores y sus faltas, la autoridad con que enfrentó los desafueros, las transgresiones, “los caprichos” que observaba en la conducta de sus superiores y sus pares.
Una vez entre sus pertenencias de las varias que aún guarda Venezuela, una de las más representativas que aprecié una vez, era una hermosa faja de su indumentaria militar que señalaba como divisa superior las palabras: “lealtad y honor”.
Como un acto superior de constricción nos afanamos en un tiempo a descubrir el rostro de los libertadores pero, en definitiva, descuidamos, abandonamos, mancillamos en cambio la esencia de sus actos, el sentido de sus vidas, la verdad obligante y exigente de sus obras.
Exaltamos sin honrar, rendimos culto sin afecto, elevamos incienso a lo externo sin poseer las cualidades que citamos pero no practicamos, sin seguir lo que ellas representan y lo que demandan de nosotros como individuos, como ciudadanos, gobernantes y magistrados.
Sucre nos reclama como pocos el cumplimiento del deber que no tiene excepción en el momento definitivo y trascendente que amerita lo principal y superior como individuos y como nación.
Sucre nació en Cumaná un 03 de febrero de 1795 y puede ser llamado el hombre de la victoria, el héroe de la gloria.
Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui – Venezuela
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