jueves, 16 de marzo de 2017

LUIS GARRIDO, CAPITULO CERRADO

HABLA LA CONCIENCIA

Cuántos pudieran ser los interesados en el diálogo de que tanto se habla como salida a la crisis social, moral y política venezolana.  Suficientemente conocidos son los expresidentes  Martin Torrijos, Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper, Leonel Fernández, el comisionado Jorge Rodríguez y la representación del Vaticano, que aunque aparezca metida en el mismo saco, la buena fe es  percibida porque ha puesto empeño en la salvación de lo que pudiera ser la última esperanza  para lograr acuerdos serios que obliguen al régimen a darle cumplimiento.  En las bondades de un diálogo entre las partes enfrentadas todo aporte es favorable, pero aquí hablamos de dos modelos tan desiguales como es el comunismo y la democracia;  de una oposición decente y un gobierno tramposo, corrupto y descalificado  internacionalmente.   
            
¿Porqué continuar con esta farsa?  Entendemos el diálogo dentro de un amplio espectro de opiniones, personalidades y gestiones para lograr el fin de restaurar la vigencia de los derechos  humanos en el país.  Si el propósito de Maduro  es sembrar falsas expectativas sobre acuerdos que pudieran lograrse, los engañados serían todos los componentes de la "Mesa del Diálogo", porque descubiertas las intenciones que se dieron a conocer en la primera sentada anunciada con bombos y platillos, se necesitaría ser unos pillos con intereses oculto para seguir prestándose a un juego diabólico donde quien más sufre es el pueblo.  Nuestra afirmación es categórica: el diálogo debe ser un capítulo cerrado. 

No hace falta un día más para estar conscientes de cómo el socialismo bolivariano del difunto que no terminan de enterrar y su protegido Nicolás Maduro, dispusieron de las riquezas del país.  Destruyeron la economía, acabaron con la producción alimenticia despojando tierras y robándose propiedades que no llegaron a pagar. Con esa misma política se multiplicaron los nuevos ricos  robolucionarios  que se extendieron de manera increíble más allá de nuestras fronteras, apareciendo señalamientos nunca imaginados que comprometen a altos funcionarios, siendo que lo más triste no es la verdad o la falacia sino la solidaridad del presidente, traduciéndose en responsabilidad compartida. 
    

Todo esto nos indica que ciertamente no estamos para diálogo sino para mayor acción de calle;  considerémoslo un capítulo cerrado.  Nuestros pasos deben estar claramente definidos ante un gobierno que encarcela y reprime, que está acabando con Venezuela.    No son fantasiosas la respuesta en la calle ni la disposición  sobre la base de la ruta electoral;  es así como se derrumban las dictaduras y esta no será la excepción. 

Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela              

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