REFLEXIONES
Un amigo a quien reconozco absolutamente como tal, está convencido en lo
más íntimo de su conciencia que en Venezuela no habrá elecciones durante lo que
resta del 2017 y posiblemente tampoco el año entrante. “Los comunistas (léase
chavistas en nuestro caso) no hacen elecciones. Solo remedos como en Nicaragua
y Cuba”, dice nuestro amigo. Y este servidor, optimista impenitente, pretende
eludir tanta desesperanza. Ante nuestro alegato de que no somos cubanos, cree
que aprendimos a imitarlos. La presión internacional no la avizora. El posible
estallido social lo duda porque el Gobierno juega con el sedal casi a sabiendas
de que nadie podrá impedir la represión que cada día violenta todo derecho. En
fin, ningún argumento queda sin respuesta, las cuales extrae de lo que observa
en el panorama venezolano.
No obstante, este modesto escribidor de pistoladas aún pretende ver una
imaginaria lucecilla al final de este oscurísimo túnel, al que los políticos
que aseguran ser de oposición han contribuido a ennegrecer con tanta torpeza
junta y tan repetitiva.
Los indicadores de opinión pública hablan de un rompimiento entre el
país y quienes dicen ser sus líderes. Lo único estimulante es que el abismo que
separa a los venezolanos del oficialismo cada vez es más dramático. Apenas 7.8
% de personas consultadas se manifiesta afecta al régimen lo cual envuelve todo
lo que significa chavismo. Solo Chávez, ido ya y sin posibilidad de retorno,
mantiene afectos en el sentimiento de un apreciable porcentaje de compatriotas,
razón por la cual Maduro y sus huestes buscan azorados emparentarse con “el
legado” del difunto. Tan solo esa frágil y muy delgada línea (nostálgica casi)
del divorcio del venezolano con el régimen, sostiene el tinglado emocional del
92,5 % del país, pero nadie podría asegurar cuán confiable es la estructura de
esta expectativa.
El “qué hacer” debió constituirse en la interrogante más relevante del
liderazgo partidista de la MUD, pero no con tediosos y repetidos discursos que
no calan en la conciencia de quienes pretenden mayor orientación sobre
realidades que no pueden conjurarse a base de lisonjas. Y lo decimos, porque
hasta ahora, más allá de lapsos inexplicados, nadie difunde una idea concreta
sobre cómo resolver algún problema, aunque fuere uno de tantos, cuando Maduro
ya no regente al país.
Técnicos van y técnicos vienen de muchos rincones del fogón noticioso,
pero sin que exista una fórmula para estrechar la brecha entre los ingresos del
ciudadano y sus necesidades diarias al menos. Porque cada incremento del sueldo
mínimo se traduce de inmediato en una ola impúdica de especulación prevalida de
la total ausencia de eso que los romanos denominaron auctoritas. Vivimos en un
pueblo con muchas leyes, excesivas diríamos, pero sin un solo funcionario que
las haga cumplir. Por ello los explotadores del pueblo se hacen incisivos
mientras dispendian coimas entre cuanto empleado público existe, desde
ministros hasta porteros, sin excepción alguna. Frente a tan discordante
realidad nadie puede hacer nada concreto. Pero los políticos de oposición, si se
hubieran dedicado a organizar al pueblo a través de organizaciones que han
dejado de existir por ausencia de dirigencia, habrían podido frenar el ímpetu
criminal que se yergue contra el país alevosa e impunemente.
¿Luz en el túnel? Quisiéramos que la que creemos ver no sea un
espejismo. De acuerdo a mediciones de opinión pública el país aún confía en
Leopoldo López y Lorenzo Mendoza. Uno preso por molestar al régimen y el otro
acosado por su actividad productiva; además, poco amigo de incursionar en menesteres
políticos. Detrás de ellos todos los demás “líderes” obtienen poco
reconocimiento de parte de quienes se supone son sus ejércitos. Caciques sin
indios, pues, diría Hugo Chávez acertadamente. ¿Y hacen algo al efecto? Sería
la segunda inquietud. No lo vemos. Apenas jeroglíficos indescifrables que no
concatenan con la reivindicación que ansía y merece ese colectivo que aglomera
al 92,5 % de los venezolanos.
Aspiramos que en el cortísimo plazo, entre el hoy y un mañana
irreversible, alguien comprenda que debe convocarse a la inteligencia del país
que no radica para nada en la mustia hoja de ruta de cúpulas variopintas que pretenden abanderarnos.
José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1
Anzoategui . Venezuela
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