¿No se puede convocar al
pueblo a que se exprese en un plebiscito, consulta, referendo o elecciones
generales sin necesidad de que las convoque el CNE, que ha demostrado no ser
autónomo?
Razones para protestar
sobran. Caos fue la palabra seleccionada por la mayoría de los asistentes a un
encuentro para resumir la situación que estamos viviendo. El diccionario define
caos como desorden o confusión absoluta y ofrece como sinónimos desbarajuste,
desorganización, desgobierno. No hay duda que vivimos en un caos que se expresa
en el colapso de todos los servicios. La luz se sigue yendo con frecuencia, a
pesar de que los gobernantes nos aseguraron que el problema estaba
definitivamente resuelto. El humor maracucho dice que debemos estar muy
agradecidos al gobierno porque en vez de agua nos está enviando tamarindo o
Nestea, a juzgar por el color del agua que nos llega, cuando llega. Por ello, a
pesar de que han tenido el cinismo de afirmar que el agua es cristalina y muy
potable, son muchos los que se la pasan rascando y abundan las personas con
problemas estomacales. Maracaibo está hundida en basura. Antes culpaban a la
alcaldesa que era de la oposición, ¿y ahora que tienen todos los poderes a
quién culparán? ¿A la guerra económica? ¿Al imperio? El transporte público está
desapareciendo por completo y los que se dedican a carretear personas, sin
importar las condiciones de indignidad, cobran lo que les da la gana. Los
precios de los productos se siguen disparando sin control y han destruido en
pocos días la supuesta soberanía del bolívar que una vez más ha demostrado su
raquitismo.
¿Estarán ya seleccionando el nuevo adjetivo
glorioso para nombrar la próxima devaluación? ¿No sería preferible cambiar de
una vez el nombre a nuestra moneda y liberar a Bolívar de tanta humillación?
La supuesta revolución
sólo ha sido exitosa en inflar la inseguridad, los precios y las palabras.
Cuando todos presenciamos la destrucción completa de Venezuela, nos dicen que
Venezuela es indestructible y siguen afirmando que la revolución avanza
indetenible a paso de vencedores. Pero, ¿a dónde avanza?
Siempre he querido
preguntar a Arias Cárdenas o alguno de los jóvenes militares que se alzaron el
4 de febrero, si sospechaban que sus sueños iban a terminar en esta pesadilla.
¿Creen de verdad que Cuba es el modelo a seguir?
Pero si bien, como
comencé diciendo, sobran las razones para protestar, ha llegado la hora de
acompañar las protestas con propuestas. Si el poder reside en nosotros, los
ciudadanos, y somos mayoría los que deseamos salir de este caos, ¿por qué no
ejercer nuestro poder? Si la salida tiene que ser constitucional y democrática,
y si a partir del 10 de enero el Presidente pierde su legitimidad, ¿no se puede
convocar al pueblo a que se exprese en un plebiscito, consulta, referendo o
elecciones generales, sin necesidad de que las convoque el Consejo Nacional
Electoral, que ha demostrado no ser un poder autónomo? ¿No podría organizarlas
y convocarlas la Asamblea Nacional o el Frente Amplio, y pedir la supervisión
de observadores internacionales? Estoy convencido de que la mayoría de los
países democráticos que han repetido su preocupación y sus deseos de superar de
una forma electoral el caos que vivimos, apoyarían esta iniciativa.
¿Seguiremos
lamentándonos y protestando sin ejercer nuestro poder, drenando nuestra bravura
en meras quejas y lamentos, o seremos capaces de traducirlo en una propuesta
que nos devuelva el entusiasmo y la confianza en Venezuela?
pesclarin@gmail.com
@pesclarin
www.atonioperezesclarin.com
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