De
nuevo un “cara a cara” de los mandatarios de las dos potencias mundiales, China
y Estados Unidos, tendrá lugar en la reunión del G20 que se celebrará en
Argentina.
En
materia de apoyos Xi está haciendo todo lo que esté a su alcance para tratar de
equilibrar el gigantesco peso que los Estados Unidos – aun con Donald Trump a
la cabeza- ejercen sobre el planeta. Y la primera visita dentro de ese
propósito de buscar aliados en su pugna con los Estados Unidos es España, en la
visita que está teniendo lugar en este preciso instante.
La
bandera que ahora agita la primera figura china es la del “multilateralismo en
contraposición a la propuesta de “America First” que ha enarbolado Trump desde
Washington y que, a los ojos de terceros, no es más que un proteccionismo a
ultranza que no le está cayendo bien a buena parte del mundo. No es un secreto
para nadie que, de mantenerse la intención de una guerra comercial entre las
dos potencias, ningún país se salvaría de su efecto devastador en muchos
terrenos.
España
es uno de los países que mayor interés puede tener en mantener y en auspiciar
una buena relación con el gigante de Asia y la razón no puede ser más válida.
El
comercio entre los dos países se ha exponenciado vertiginosamente en los
últimos cinco años que coinciden con los esfuerzos de recuperación de la
economía española del gobierno de Mariano Rajoy. La contribución de los chinos
es elocuente. El comercio bilateral que alcanzaba apenas a 12 millones de
dólares se catapultó hasta 31.000 el año pasado a juzgar por los informes de la
agencia China Xinhua.
Lo
que es más significativo es que, como consecuencia de la inclusión de la
Península española en la “Iniciativa de la Seda”, el proyecto más destacado de
Xi - o mejor dicho su proyecto vital porque es el que intenta demostrar que es
posible ser líder económico en el mundo manteniendo un autoritarismo extremo
puertas adentro- las inversiones chinas en España han estado motorizando
sectores vitales para consolidar su crecimiento económico. Hablamos de las áreas
de telecomunicaciones, la hostelería, la inmobiliaria y la energía. No es poca
cosa decir que si hace 5 años las inversiones chinas en España alcanzaban 10
millones de dólares , en esta hora la cifra se ha elevado a 1.600 millones , es
decir, que se multiplicó por 160.
En
esta ocasión lo que los chinos pondrán sobre la mesa será el acompañamiento de
las empresas españolas, constructoras de obras de infraestructura al
financiamiento que China hará de este importante sector en algunos países de
América Latina, un tema que pone a salivar a las grandes transnacionales
españolas del área.
Pero
en España están lejos de ser ingenuos. Le está muy claro a la Cancillería
española cuán importante es para el mayor rival de los Estados Unidos
consolidar respaldos duros y, sobre todo visibles, en contra del unilateralismo
y del proteccionismo norteamericano. Es un hecho reconocido por los grandes
académicos, economistas e internacionalistas a nivel mundial que la diatriba
con la primera potencia mundial puede costarle a Beijing un punto entero de
crecimiento de su PIB.
España
no pisará ese peine y la posición que mantendrá, al menos en esta visita
cimera, será la de la de mantener una sabia distancia. De paso, con ello se
pone a la altura de la proverbial prudencia china. Es que el Presidente Xi Jin
Ping publicó en los periódicos locales, el propio día de su llegada a la
capital española, un largo artículo, que es una perfecta oda a lo insípido y lo
insustancial, en el que la palabra “cooperación” es lo único que se repite
insistentemente.
Beatriz
de Majo
@beatrizdemajo1
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