Empujón,
científicamente hablando, hace referencia a una ayuda que recibe una persona
para decidir mejor e implica simplificar dicha decisión presentandole la
información en un lenguaje comprensible para el normal de la gente. Tal enfoque
de pensamiento, fue merecedor de un Premio Nobel de Economía en 2017 (Richard
Thaler, EE UU) en razón a su contribución a la economía conductual (tendencias
emocionales humanas y sociales para una mejor comprensión de la toma de
decisiones); a la luz de “empujar” a la población a tomar decisiones que las
beneficien a largo plazo mediante un mejor autocontrol.
En síntesis,
la teoría del empujón, propicia incorporar al análisis técnico y racional los
aspectos psicológicos en las decisiones que se toman día a día; asumiendo que
entre dos opciones las personas escogen a menudo la que es más fácil sobre la
que es más adecuada.
Sociedad de
cómplices, ha de entenderse como una complicidad (actitud que refleja la
existencia de conocimiento de algo que se tiene por “secreto”) asumida por una
mayoría poblacional que presenta al menos dos posturas perfectamente
diferenciables: 1.- Motivada por la sumisión y la entrega, que bien puede
calificarse e identificarse como un “pacto social clandestino”; y 2.- Asociada
con la aceptación natural de actos delictivos sin que ello implique su
participación directa en su ejecución, hasta perfilar una estructura que
responde al dejar hacer dejar pasar (incluida la “admiración” hacia aquellas
personas con riqueza mal habida) con evidente tolerancia a la transgresión
(violación de un precepto, de una ley o de un estatuto) asumiendo ese
comportamiento como una “norma social” (expectativas de comportamiento) según
la cual no resulta extraño que las personas transgredan las leyes o actúen de
forma paralela; a diferencia de aquellas que actúan con rectitud las cuales son
identificadas como “personas raras”. Esta postura puede denominarse como
“ciudadanos cooperantes”.
A tenor de
lo expresado, y vinculado con la corrupción en el contexto venezolano, se cumple
aquel principio según el cual, si un comportamiento es penado por la ley, pero
tolerado socialmente lo más probable es que muchos individuos busquen
transgredir dicha ley, al extremo de utilizar al sector público en su propio
beneficio individual o grupal con soltura y libertad, habida cuenta que tal
conducta no es percibida como ilegitima.
Es de
acotar, que la corrupción en Venezuela se intensificó en la etapa post
democrática muy especialmente desde el 2003 cuando se instrumentó el control de
cambios y por ende de las importaciones en el marco de una supuesta estrategia
antinflacionaria (¿?) definida por el entonces Vicepresidente de Planificación
Jorge Giordani, quien posteriormente en febrero 2015 denunció que durante la
década 2004-2014 se malversaron unos US$ 300.000 millones (otras estimaciones
la ubican por encima de los US$ 400.000 millones) a través de operaciones
vinculadas con el control de cambios, incluidos unos US$ 20.000 millones
“otorgados” a empresas fantasmas.
Sin
eufemismo (palabra o expresión más suave que sustituye otra), el régimen
chavista-madurista acabó con la industria petrolera y en consecuencia con el
país como un todo al haber saqueado (robo en un sitio que ha sido dominado
militarmente) los ingresos públicos que por mucho superaron un billón de
dólares estadounidenses, es decir un millón de millones (1.000.000.000.000).
Aun así, en este 2018 como es suficientemente conocido por el colectivo
nacional, dos grupos de corruptos: el RR (mediante Comisiones) y el
Tuerto-Televisivo (mediante Sobornos) han confesado ante tribunales
estadounidenses haber delinquido por US$ 2.000 millones y US$ 1.800 millones
respectivamente para un total de US$ 3.800 millones; monto que facilita inferir
unas Comisiones y sobornos para estos dos grupos por un gran total de US$
11.400 millones, lo cual de igual modo impulsa a suponer una “sustracción base”
del Tesoro Nacional por unos US$ 34.200 millones hasta consolidar un gran total
aproximado de US$ 45.600 millones desviados hacia manos privadas.
Tan inmoral,
canallesco y antipatriótico comportamiento se llevó a cabo en un periodo
durante el cual las reservas internacionales se encontraban en su peor nivel en
40 años (agosto 2017) ubicadas en US$ 9.810 millones donde un 75% era oro
mientras que las divisas apenas superaban los US$ 500 millones (equivalente al
3,3% de lo depositado en el extranjero por los “corruptos del petróleo”) cifra
por debajo de la existente cuando el paro petrolero acontecido entre diciembre
2002-marzo 2003; con el agravante que para finales del 2018 se estima una
producción petrolera de unos 1,07 m/bd cantidad inferior a la del año ¡1950!
Con la perturbación adicional que en los próximos diez años Venezuela deberá
cancelar por concepto de deuda pública externa unos US$ 91.000 millones (cerca
de US$ 12.000 millones entre 2008 y 2009); siendo que el total de la deuda
equivale al 16,7% de lo sustraído al país específicamente por ese diabólico par
de grupos; dejando claro que gran parte de esa deuda fue inducida por los
“corruptos del control de cambios”.
Reflexión
final: Asumiendo como en efecto es, que decidir no siempre es fácil se hace
urgente y necesario ayudar a la gente para una toma de decisiones más ágil y
eficiente. En tal sentido, la sociedad no comprometida, las organizaciones
partidistas desprovistas de intenciones soterradas y los intelectuales no
mediáticos (entre otros) deben armonizar una “estrategia de empujón” en aras de
propiciar formas innovadoras de conducta ante la tiranía, la dictadura y el
¡hambre! en el marco de elecciones justas, libres y transparentes.
Jesús Alexis
González
@jesusalexisgon
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