El
domingo votamos. El hecho en sí, genera alegría, en particular a las
generaciones que vivieron una Argentina donde votar era una quimera, que
sucedía cada tanto y se terminaba antes de tiempo. Para los que vinieron
después, votar es algo normal, y esperamos que siga así para siempre.
Es
una alegría. Queda claro, pero esa alegría se ve empañada por la pobreza
electoral. No por los candidatos en sí, algunos son realmente interesantes,
pero las propuestas son muy mediocres. Y todas en el aire. Prometen lo que
creen es mejor para el país, pero no explican ni cómo ni con qué lo harán.
Dejamos
de lado a los candidatos testimoniales, Stolbizer, Del Caño y el “Adolfo” y nos
concentramos en los tres que tienen chances: Scioli, Macri y Massa. Dejamos de
lado las encuestas, no son confiables. Algunas por ser pagas por los
interesados, y otras porque el electorado es cambiante.
Sobre
un piso fácil, el de las PASO, los encuestadores hablan de un 40% para Scioli,
30% para Macri y 20% para Massa. No se computan los indecisos. Ni los que no
fueron a votar porque llovía torrencialmente en muchos lugares del país, ni los
que no votaron porque no tenían ganas.
Además,
los votantes pueden cambiar de idea hasta en el cuarto oscuro. Saber cómo viene
el voto de la gente y cómo va a terminar la elección, es un misterio. Adivinar
no es posible y la bola de cristal la enterraron con López Rega. Para saber si
va a haber balotaje o no, lo que definirá el perfil del país a futuro, habrá
que esperar hasta después de las 24hs, ya en lunes.
Hay
que rezar para que no haya fraude. Tema en el que los votantes tienen mucho que
ver. Dependerá de lo atentos que estén y de las ganas que tengan para
impedirlo. Los celulares representan un arma de defensa muy efectiva. Sacar
fotos o filmar lo que no esté bien y reportarlo a las autoridades de mesa y las
electorales. Es molesto, pero imprescindible si queremos transparencia.
Participar es la consigna. Se puede recurrir a www.cuidatuvoto.org.ar
Scioli,
el malquerido candidato oficialista, aceptado a medias porque no tenían más
remedio, ya que era el único que medía dentro del PJ o FPV, no se sabe. El
candidato está muy embretado por el gobierno para que sea un presidente
obediente a Cristina y no se aparte del “modelo”, que no sabemos en qué
consiste, pero que ha sido desastroso para Argentina.
Scioli
da señales de diferenciarse y se nota que lo paga caro en aprietes. La
incógnita: ¿será distinto a Cristina en sus políticas o será un simple títere en
espera del 2019 y Cristina “eterna”? De eso dependería el rumbo argentino si
llegara a ser presidente. No se sabe. Si se diferencia, ¿lo dejarán? El aporte
de Scioli a la campaña es su mujer, Karina Rabolini, un descubrimiento.
Macri
promete un país distinto, normal y posible. Se entusiasma con sus propuestas,
pero seguimos sin saber de qué manera y con qué medios va a llevarlas a cabo.
Espera que del exterior, gracias a la confianza que él va a despertar, nos
lluevan US$. ¡Sería fantástico! ¿Es real? ¡Ojalá!
Para
que Macri tenga posibilidades de llegar a un balotaje, Scioli no tiene que
alcanzar el 45%, y si llega al 40% (muy factible), tiene que achicar la
distancia a menos del 10%. Por ahora las informaciones lo ponen a 11% de
Scioli. Salvo que el electorado tome conciencia de lo todo lo que se juega en
esta elección, y se vuelque masivamente a votar a Macri, el tema es complicado.
Massa
viene 3°. Es el que habla más claro, define mejor sus propuestas, algunas sin
pensarlas demasiado (en el tema narco, habla de una ley de derribo y no tenemos
ni radares ni aviones). Pero es el que tiene más libertad para expresarse, ya
que Scioli está amordazado por Critina y Macri teme perder votos si le habla a
un electorado populista desde su rechazo a esas políticas.
Massa
hace una campaña un poco más atractiva que los demás. No es demasiado creíble,
su pasado K está muy cercano, aunque debemos agradecerle el hecho de haber
ganado las legislativas del 2013, que frenaron la re reelección de Cristina.
Massa no le saca votos a Scioli, se los saca a Cambiemos, y con eso debilita
las posibilidades de un balotaje entre Scioli y Macri.
Y
dejando de lado las elecciones en 11 provincias, la de Buenos Aires y la de
Santa Cruz, son cruciales. Buenos Aires representa el 38% del padrón total.
Santa Cruz es el pago chico, el territorio de los K desde hace 26 años. Si
Alicia K pierde la elección o lo pierde
Peralta, el actual gobernador PJ y la gana Eduardo Costa UCR, sería un golpe
mortal para el kirchnerismo.
Buenos
Aires enfrenta a María Eugenia Vidal, Cambiemos, hoy arriba de Aníbal Fernández
FPV, muy cuestionado con el tema narco (aunque nada se ha probado) y a Felipe Solá, propuesto por Massa
(buen gobernador de la provincia). Pero el que arrastra la boleta (una sábana)
es el candidato a presidente, por lo que Vidal depende de Macri y Fernández de
Scioli.
Para
que Vidal pudiese ganar, sería preciso que los intendentes pusieran en marcha
el llamado voto “delivery”, llevar casa por casa las boletas ya cortadas y
darle a elegir al votante lo que quiere, respetando al intendente de turno y a
Vidal, el resto, lo que prefieran. Difícil, pero no imposible. Sería una
tranquilidad para el país que el gobernador fuese Vidal o Solá.
Hay
que alegrarse por poder votar y pensar que se terminan (esperemos), 12 años de
pesadilla K. Basta de condenas nacionales, basta de retos públicos, basta de
mentiras, ¿basta de corrupción? No es poco.
De todos modos y suceda lo que suceda, más allá de nuestras preferencias,
nos sumamos al prestigioso Financial Times y decimos: “En las elecciones
argentinas, cualquiera sea el resultado, es mejor que Cristina Kirchner”.
Malu
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
Argentina
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