domingo, 16 de diciembre de 2018

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, CURRO EL ENMASCARADO VS. EL BOMBERO TORERO


Las novilladas en las ferias de la Venezuela rural fueron prototipos de aquello en lo que todo, totalmente todo al decir de Cantinflas, sale mal porque su planificación y ejecución eran improvisadas, agrestes, privaban la impericia, el desmañamiento y el descuido. En la remota Barinas fue una vez el mano a mano entre “el Bombero torero” y “Curro el enmascarado” quienes lidiaban con reses criollas enclenques de 200 kilos, y como los animalitos no tenían fuerza para embestir, ni eso estaba en el plan de los organizadores, “Curro”, a semejanza de Santo el enmascarado de Plata, le aplicaba al casi becerro una estranguladora y lo tiraba al piso para luchar con él.



El cuadro político nacional se asemeja enormemente al reto entre el bombero y el enmascarado. El gobierno se para embelesado frente la hiperinflación como quien observa una familia de leones en el zoológico, o se paraliza frente al sobrecogedor espectáculo de la tragavenado que se engulle a un báquiro, y por su parte la alternativa democrática protagoniza los incidentes para igualmente dejar claro que vivimos un momento perfectamente infeliz. Hace unos meses, Maduro arrancó su plan económico. En esta misma columna dijimos que era un paso torpe en la dirección acertada. 

Y que se requerían por lo menos dos rectificaciones más hasta llegar al plan correcto, el que iniciaría ciertamente la ruta de recuperación. Lo dijimos pensando en el pasado de Brasil y Argentina. Lamentablemente el gobierno no hace lo necesario para la gestación de la criatura, pues tendría que sacarse los piojos de dentro del cráneo, y hacer un plan de reformas económicas conforme le indicaron los asesores chinos y en bastante medida, la delegación técnica rusa que también estuvo por aquí.

La madre patria amarilla
Si no quiere ir al FMI por las razones que sean, ciertas o falsas, si puede pedir a sus amigos que establezcan misiones permanentes el país, para que enseñen a la burocracia que “el 90% en las empresas chinas son privadas y no pueden controlarlas”, y los asesoren en desmontar el enorme aparato de tioconejadas. La hiperinflación local está rompiendo todas las marcas latinoamericanas en la materia y, si nos dejan, batiremos también las de otros continentes. Los venezolanos nos sentimos importantes y generalmente nuestras cosas son las más notorias del mundo.

En una época disfrutábamos mitos tales como las mejores playas del mundo, el mejor ron del mundo, el popule meus, la mujeres más bellas del mundo. Pero ahora tenemos, sin duda, la peor revolución del mundo y el socialismo del siglo XXI será recordado como una de las grandes novilladas de feria del mundo. Maduro tiene para bien de todos el chance de diferenciarse de su maestro quien ya no goza de la posibilidad de lavar su imagen, pero parece dispuesto a mantenerse, no moverse de la base mientras todo el mundo espera para correr la suya.

Mientras tanto la alternativa se ha transformado en una nueva versión de la Inglaterra victoriana. Dice Balzac con su tirria antibritánica, que el símbolo de la época y de la monarquía era lo que él llamó las semivírgenes, damas de nobles familias dispuestas a protagonizar las más tántricas y enrevesadas sofisticaciones en la cama con el caballero de su gusto, siempre que no se pusiera en peligro la integridad himenal (algo un poquito innecesario porque desde la Celestina se conocían técnicas reconstructivas o “zurcidos”).

Pétalo contra hojilla

Resulta que semivírgenes que hablan con lenguaje propio de caporales, agarran a cualquiera por la corbata o la pechera, sacan madre a diestra y siniestra, regurguitan en los pozos más hondos y añejos para restregar la cara de quienes piensan distinto que ellas, reclaman la condición de dama cuando los agredidos responden. En la superficie lo que se aprecia es la viveza criolla: yo soy brava, igual o mejor que cualquier hombre, lo sacudo cuando quiera y para eso reclamo la igualdad. Pero soy una damita indefensa cuando me devuelven con el mismo calibre.

Típico de la era políticamente correcta, tenemos disfraces de heroínas, de madres espartanas, reina Búdica, Isabel la Católica, pero también modelos de Madre Teresa o Santa Rosa de Lima, que fingían no saber que existía el sexo. De hecho ciertas delicadas damas se han tomado la precaución, en ese pequeño submundo de las redes, de crear escuadrones de fanáticos, haters y bots para descuartizar en el mundo imaginario a quien ose responderles. Pero la verdad es que todo eso ocurre en la piscina porque el país real no se entera y además no reconoce ningún dirigente en quien confiar.

Lo dijo el vecino de esta página: no hay un solo activista con aspiraciones de dirigente que tenga credibilidad, ni joven ni viejo ni serio ni reilón ni hombre ni mujer ni gato ni perro ni de izquierda ni de derecha. Cada quien puede, si es su deseo, comprar puntos en su encuesta personal porque hay varias que viven de eso y montarse en la nube de una fuerza inexistente.

Pero no es más que un autoengaño. Los pobres novillos, por fortuna, regresarán vivos al corral aunque un poco aporreados y asustados. El Curro enmascarado y el Bombero torero, hicieron su tarde.

Carlos Raúl Hernández
@CarlosRaulHer

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