Fue a la comida pero no a la toma de posesión en la
Cámara de Diputados. Afuera lo esperaban con protestas y adentro, en la sesión,
los diputados panistas corearon “Dictador, dictador” al oír su nombre y los
demás no mostraron disconformidad. “Gritos de apoyo y rechazo” dice el siempre
cuidadoso Excelsior. Plantón en la calle bajo la consigna “Maduro no eres
bienvenido” cubre Reforma. “Rechazan intelectuales visita de Nicolás Maduro a
México” según El Mañanero que publica documento encabezado por Mariclaire
Acosa, Héctor Aguilar Camín, Sabina Bergman, Jorge Castañeda, Jacqueline
Peschard, Francisco Reyes Heroles y veintidós figuras del pensamiento y el
periodismo azteca. El portal Zocalo.com.mx hace una escueta nota: “recibe AMLO
a Maduro en Palacio Nacional”. El medio oficioso Telesur reseña como un éxito
la bienvenida del Sindicato de Electricistas, a cuyo acto fueron los ministros
Arreaza y Villegas. Que sean los trabajadores eléctricos es irónico ¿sabrán lo
que piensan sus compañeros venezolanos de Corpoelec? Estaban los presidentes de
Guatemala, Honduras, El Salvador, Ecuador, Perú y el Vicepresidente
norteamericano y la hija de Trump, pero la única foto que he visto de Maduro es
con Evo y el cubano Díaz Canel.
La embarazosa escena en el Congreso mexicano; los
titulares, editoriales y artículos en los medios y las protestas de calle son
una señal de la realidad que el Presidente y su equipo deberían leer y
analizar. La mala reputación internacional del gobierno no sólo es una
predecible fuente de incomodidad para él, sino un problema serio para nuestro
país y un aviso político muy fuerte para el nuevo Presidente de México, una
parte de cuyo respaldo viene de la izquierda, y para cualquier gobernante de
cualquier país: se trata de una amistad peligrosa, radioactiva. Eso resulta
particularmente nocivo para Venezuela que necesita relaciones, generar
confianza y procurarse apoyos para vencer la gravísima crisis que nos afecta a
todos. Ver cómo logramos salir de la calle ciega económica en que estamos
atrapados, para eso es indispensable autoridades con credibilidad interna e
internacional, es decir distintas a quienes nos han metido en ellas con sus
políticas, sus decisiones y sus indecisiones cuando han tenido la
responsabilidad de gobernarnos y representarnos.
Son síntomas demasiado elocuentes como para ser
ignorados. Hay que bajarse de la nube. Regresar del sueño propagandístico.
Ramón Guillermo Aveledo
@aveledounidad
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