Estar informado de lo que acontece alrededor, buscar la
noticia con la mayor libertad, incluso como mecanismo de seguridad personal,
compartir lo que se sabe a través de las propias vivencias y ser un auto crítico
de la realidad, a través de cualquier medio de comunicación e
información, es de la esencia del ser humano. Se trata de un derecho
fundamental para el desarrollo de la personalidad y un derecho colectivo que
asegura a la sociedad un clima de convivencia y armonía.
Estamos hablando del periodismo ciudadano, mecanismo de
información y reporterismo social, que
si bien surgió con potencialidad a raíz de la existencia de Internet, su
origen se remonta a los medios de comunicación comunitarios y, en particular, a
la difusión radial de la educación popular con Radio Sutatenza, en Colombia. El
periodismo ciudadano tiene un fundamento jurídico claro. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos, en su Artículo 19, postula que todo
individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión, y ello incluye la
de investigar y recibir informaciones y opiniones, así como el derecho de
difundirlas por cualquier medio de expresión. La Convención Americana de los
Derechos Humanos plantea esta facultad en los mismos términos, agregando que se
ejerce sea oralmente, por escrito o por cualquier otro procedimiento de
elección de la persona.
De tal manera que el periodismo ciudadano ha tomado gran
auge denominándose periodismo 3.0. Su uso es común en las redes sociales, en
portales, en blogs y en las cadenas compartidas en WhatsApp. El periodista
ciudadano dispone en su teléfono inteligente de todos los recursos para tomar
la información al instante y difundirla de inmediato. Fotos, videos, enlaces y
texto son manejados de manera versátil, para dejar constancia de la noticia que
recoge el interesado. Allí el ciudadano común expone su visión de los más
variados temas sociales, políticos, económicos, culturales, recreativos,
internacionales, nacionales y locales. El móvil se ha convertido en los ojos
del mundo, poderoso testigo que declara públicamente sobre la realidad, sin
presiones, sin instrucciones ni políticas editoriales, ni siquiera sin
establecer un orden jerarquizado de la noticia. El periodista ciudadano es a la
vez lector, reportero, fotógrafo y escritor. Y asume esta configuración en un
escenario totalmente interactivo.
El periodismo ciudadano se ha convertido en una
herramienta diaria para le denuncia de la violación de derechos humanos, de
toma de evidencia de los abusos del poder del Estado, de recolección de
información que los gobiernos y sus medios de comunicación controlados
pretenden censurar, de alerta sobre la inmediatez de los peligros que puede
sufrir un individuo o colectivo. No es un secreto que también el periodismo
ciudadano ha sido en muchos países un vehículo de transmisión para protestar y
llevar esa inconformidad a la calle contra las vejaciones de dictaduras y
tiranías. Es decir, el periodismo ciudadano es, en toda su expresión, un
instrumento de la más auténtica democracia participativa.
Hoy, cuando la información es ampliamente compartida,
pero cuando a la vez el Estado cierra medios radioeléctricos o no renueva sus
concesiones, cuando limita el acceso de divisas a los medios impresos para
adquirir papel y cuando impone las llamadas y anticuadas leyes de desacato en
las redes por sentirse ofendido ante la crítica pública de su mal accionar, el
periodismo ciudadano es la evolución moderna de esa esencia natural de la comunicación
libre, plural y abierta.
Howard Rheingold, ensayista, escritor y profesor de la
Universidad de Stanford, experto en el área, nos da la idea del colofón de esta
columna: “El periodismo es esencial en relación al concepto de ´ciudadano´, que
yo defino como una persona libre, que no es propiedad de un monarca, sino parte
de un público que influye sobre la política.”
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
Tachira - Venezuela
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