La violencia es un conflicto permanente en los modelos de dominación que hemos conocido hasta ahora, llámese socialismo o capitalismo y cuando por alguna circunstancia la dominación ya no es posible y el poder se encuentra resquebrajado, aparece el recurso de la fuerza, para obligar a los pueblos a legitimar el poder que le oprime y así poder consolidar y fortalecer el llamado ESTADO anómico y el que lo adverse, ese poder del ESTADO va dirigido a encarcelar, torturar y aniquilar la vida del contrario.
Permítanme comenzar a expresar mi humilde opinión con una cita del escritor peruano Julio Cortázar: "Es necesario darse cuenta de que la violencia-hambre, la violencia-miseria, la violencia-opresión, la violencia-subdesarrollo, la violencia-tortura, conducen a la violencia-secuestro, a la violencia-terrorismo, a la violencia-guerrilla; y que es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella...". (Julio Cortázar, (1973). “Corrección de pruebas en alta Provenza”. PP. 46.)
Creo que en esta cita de Cortázar se puede centrar una discusión en la que se encuentra sumergida Latinoamérica y muy particularmente Venezuela y es bien sabido que donde hay desigualdades sociales y privilegios, la violencia tarde o temprano se presenta, aparece, se muestra sin medir las consecuencias que se pueden ocasionar. Y cuando hablamos de violencia, la más peligrosa de ellas es la silente, la que se hace cotidiana y esa cotidianidad la invisibiliza, la que mata sin que la gente se dé cuenta, la que asesina y encarcela, la que es provocada por los que administran esa cosa, esa perversidad colonialista llamado ESTADO y donde el fetichismo del poder de ese ESTADO hace presencia y de allí de que todo el que me adversa es terrorista. Es todo un enjambre ideológico y político copiado de la llamada Ley Patriota norteamericana.
Esa violencia, es la llamada violencia estructural y es el estado la que la promueve y se da cuando al pueblo se le coloca en una situación en la que de forma necesaria se encontrarán con una muerte inevitable, cuando priva a miles de personas de las necesidades vitales, ubicándolas en condiciones materiales de existencia en las que no es posible vivir, es forzar, a través de lo que llaman seguridad de estado, a permanecer en esas condiciones hasta que la muerte sea el resultado inevitable. La colectividad sabe que esos miles de víctimas morirán y aun así admite que esas condiciones se mantengan, este acto es un asesinato intencionado contra el que nadie puede defenderse por sí mismo porque nadie ve al asesino aparentemente y cuando el estado asesina no hay culpables.
La violencia es un conflicto permanente en los modelos de dominación que hemos conocido hasta ahora, llámese socialismo o capitalismo y cuando por alguna circunstancia la dominación ya no es posible y el poder se encuentra resquebrajado, aparece el recurso de la fuerza, para obligar a los pueblos a legitimar el poder que le oprime para consolidar y fortalecer el llamado ESTADO anómico y el que lo adverse, ese poder del ESTADO va dirigido a encarcelar, torturar y aniquilar la vida del contrario.
Es en éste escenario, donde hay que ubicar la violencia existente en Venezuela, promovida por el propio Estado y se expresa cuando los más humildes van a los hospitales y en vez de conseguir salud, consiguen la muerte. Cuando se va a la farmacia y no se consigue el medicamento o no se puede comprar porque es demasiado caro. Cuando el gobierno y sus bancos le dicen al empleado cuanto es lo que puede sacar de su salario o sus ahorros, si es que los tiene. Cuando se va al mercado y los precios de los alimentos son tan elevados que son incomprables. Cuando se anuncia un aumento de sueldo de 5 dólares mensuales. Cuando se desplazan a campesinos e indígenas de sus tierras. Cuando los servicios públicos no funcionan. Cuando no hay transporte colectivo. Cuando las universidades se paralizan, porque también los profesores emigran por los malos sueldos. Cuando la familia se desintegra, porque muchos de ellos emigran hacia otros países a tratar de buscar mejores condiciones de vida. Cuando los grandes conglomerados explotan nuestros suelos, sin medir las consecuencias ecológicas que causan. Cuando los apagones duran horas, además de dañar los aparatos eléctricos. Cuando se promueve la violencia horizontal y se pone a pelear a la gente entre sí. Cuando se persigue, se asesina, se encarcela, se tortura porque no se está de acuerdo con las políticas de un estado forajido. O cuando se está en la cola de la gasolina y el ciudadano se estresa, se acalora, se llena de rabia, porque observa que los carros oficiales o funcionarios del gobierno echan el combustible sin hacer la cola respectiva, cola en la cual la inmensa mayoría de venezolanos se está entre 4 o 5 días esperando el turno respectivo.
LA MAYOR PREOCUPACIÓN: LA COMIDA
En Venezuela, nadie ignora que el gobierno viene controlando la distribución de alimentos, en su estrategia de manejar el control social con mayor eficacia y eficiencia. Este accionar o ejecutoria es lo que muchos estudiosos de la materia han denominado violencia alimentaria, que es parte de la violencia estructural planificada, producto de la sumisión y el papel celestino que tiene el gobierno venezolano ante los grandes conglomerados como expresión del modelo dominante del ahora llamado imperio del gran capital.
La desincorporación del proceso productivo a través del cierre de industrias y empresas alimentarias, el total descuido del campo venezolano a todos sus niveles, es lo que ha hecho de las importaciones de alimentos en general, un gran negocio para los allegados y propios funcionarios del gobierno, gobierno que ha convertido al propio estado en un estado forajido, propiciador de la violencia alimentaria, que ha traído grandes y graves consecuencias a la población venezolana.
La socióloga María Mercedes Boada estampó el término “violencia alimentaria” a partir de sus ilustraciones sobre el caso venezolano y como parte de su indagación como
tesista del doctorado en ciencias sociales de la Universidad Central de Venezuela. Lo precisó como “el sometimiento de una sociedad a partir del hambre de las personas, de la coerción de su libertad de elección en materia alimentaria y de la manipulación de toda la cadena socioproductiva de los alimentos con un fin ideológico o político”. (Tomado de elplanetaweb.com).
De otro lado y sobre la temática que tratamos, la sociólogo Carina Castillo, en una entrevista realizada por Eileen Rada, publicada en la página “El libertario” nos afirma: “Todos nosotros estamos más flacos, salvo pequeñas excepciones. La alimentación no solamente es saciarse, significa muchas cosas: compartir, bienestar, salud, afectividad, subjetividad. Lo mal que estamos comiendo quiere decir que todo está en crisis. Nuestra vida, nuestros horarios, nuestros espacios de interacción social están desordenados. Hay gente que ya está preocupada por si podrá o no hacer hallacas. Estamos desvalidos porque se nos han desordenado esos valores.
"Hoy la comida en vez de brindar un espacio de amor es una lucha. Estamos siendo una colectividad que está comiéndose su propia desesperanza y su tristeza, de alguna manera. El tema no es llenarse, sino cómo te estás llenando y a qué costo".
DÓNDE QUEDA LA CACAREADA SOBERANIA ALIMENTARIA
Entendemos que la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a resolver sobre sus métodos de producción y reparto de alimentos, mediante la experiencia y el impulso de agriculturas locales que, a la vez de originar alimentos sanos y nutritivos para las comunidades cercanas, igualmente atiendan a los ecosistemas y el medio ambiente natural para asentar una agricultura perenne, sana y sostenible.
No cabe ninguna vacilación que la soberanía alimentaria es un dispositivo fundamental para la sociedad y el de nuestros espacios agrícolas y territorios, mejorando de esta manera la calidad de vida para el buen vivir. Para colocarla en práctica será más realizable si va acompañada personal y colectivamente de una soberanía cultural y económica, que nos transporte a una autonomía política que unifique con criterio de totalidad todos los factores que la conforman.
La expresión Seguridad Alimentaria fue perfeccionada en el contexto de las agencias especializadas de la ONU que conocen sobre alimentación y la nutrición. Su actual enunciación, convenida en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 es extensa: “se dice que existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”. (FAO: Seguridad Alimentaria Nutricional, Conceptos Básicos. 2011. Disponible en: http://www.fao.org/3/aat772s.pdf (11/6/2017).
A manera de conclusión, podemos afirmar que en Venezuela la Seguridad Alimentaria, es simplemente un discurso político, que ha llenado de hambre y miseria a la inmensa mayoría de sus ciudadanos.
Enrique Contreras R.
@enriqcontrerasr
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