A
debate está si Luis Inacio Lula da Silva es
o no corrupto, o si ha tenido participación
en gestionar ante gobiernos extranjeros negocios para empresas de sus
país. Lo que sí es evidente es su
capacidad de ascender y mantenerse en la cima, aunque sea a costa de los
valores que en determinados momentos defendió.
Sin
restarle a Lula talento y tenacidad, es
conveniente aclarar que tuvo la oportunidad de formarse y desarrollarse como
dirigente sindical y líder político bajo un régimen militar y no uno de corte
marxista como el que instauró en Cuba su
socio Fidel Castro.
En
1980 el dirigente sindical, con el respaldo de intelectuales, en su mayoría
devotos del marxismo, fundó el Partido de los Trabajadores, PT, de orientación socialista, una agrupación
política antisistema cuya existencia autorizó y permitió la Junta castrense,
otro hito que su colega del Foro de Sao Paulo no le hubiera permitido si lo
hubiera intentado en Cuba.
Lula
ha condenado enfáticamente a los regímenes militares que devastaron a
Latinoamérica el pasado siglo, pero ha
guardado un silencio cómplice ante las depredaciones de los gobiernos de la
Alianza Bolivariana de las Américas, en
particular ante la dictadura de Fidel y Raúl Castro y el despotismo que rige en
Venezuela.
Además
el fundador del PT, un abanderado de la lucha contra la pobreza, no enfrentó con energía y dedicación a sus
colegas del Partido que se enriquecieron ilícitamente durante sus gobiernos.
El
primer gran escándalo por corrupción en el Partido de los Trabajadores fue
conocido como el “mensalao”. Ministros, dirigentes del partido, empresarios,
banqueros, y una de las figuras claves del PT, el ex guerrillero y hombre de
confianza de Lula, José Dirceu, un
verdadero aliado de la dictadura castrista.
El PT ha sido una de esas agrupaciones políticas
cuyos líderes claman por el imperio de la justicia social, pero cuando acceden
al gobierno, la mayoría de sus dirigentes se transforman en pirañas que
devastan los bienes de la nación para su provecho personal.
La
corruptela evidenciada en el Partido se evidenció de nuevo bajo el gobierno de
Dilma Rousseff, heredera de Lula por la
prisión de Dirceu.
El
tesorero del Partido, João Vaccari Neto, acusado por corrupción en un escándalo de sobornos de
Petrobras, fue condenado a quince años
de cárcel.
El
nuevo escándalo en el partido de
gobierno y Petrobras, bautizado como Lava jato, “Limpieza a Chorro”, ha cobrado tal nivel que son muchas las
demandas que reclaman un juicio político a la presidenta Rousseff.
Propuesta
que ella y sus aliados rechazan al calificarla de conspiración, la típica
criminalización de la oposición a la que recurren los líderes populistas cuando
han sido descubiertas sus tropelías.
La
podredumbre del Mensalao apenas salpicó
al inefable Lula da Silva, pero la limpieza a chorro es posible que empape y no
precisamente con agua, su fino vestuario, muy distinto al que usaba en sus
tiempos de dirigente sindical, porque aparentemente la primera lección que se
aprende en la lucha contra la pobreza, es no regresar a la miseria por costoso
que sea ese propósito.
Es público que el líder histórico del PT ha
respaldado a los regímenes de Cuba y Venezuela,
sin considerar que esos gobiernos son más despóticos y criminales que la
Junta Militar que gobernó su país por 20 años.
Lula
defendió sin ambages a Hugo Chávez y a Fidel Castro. Calló ante sus crímenes y
abusos, sin ninguna consideración para los perseguidos.
Se
desconocía que Lula había usado su influencia para que al menos un banco de su
país, el Nacional para el Desarrollo de Brasil, entregara a la empresa
constructora Oldebrecht .S.A. más de cuatro mil millones de dólares para obras
en Venezuela y Cuba, sobre este último
país dijo desde la prisión el ejecutivo más importante de la firma, Marcelo
Oldebrecht, “es el único país en el que, de hecho, abrimos y crecimos bajo el
gobierno de Lula, y donde tenemos que decir que la relación con Lula ayudó
mucho".
En
conclusión el otrora humilde obrero ha dejado de serlo, si se toman en cuenta
declaraciones de Emilio Oldrebrecht, ex presidente de la compañía, quien dijo,
“ tendrán que construir tres celdas más: para mi, Lula y Dilma.
Contrario a lo que se espera el dirigente que organizó huelgas en demanda de mejores condiciones de trabajo, ha mutado a operador político de grandes empresas, a gestor de financiamientos para nuevas inversiones, su cambio ha sido radical pero hay que reconocer que si es consecuente en una cosa, es fiel al Foro de Sao Paulo y a su ídolo personal, el asesino Fidel Castro.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
Estados
Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario