lunes, 5 de octubre de 2020

SADCIDI ZERPA DE HURTADO, COVID-19 Y EL MERCADO ASIÁTICO DE CARNES

El este de Asia ha sido por mucho tiempo una región de dietas intensivas en carne, razón por la cual, en las últimas dos décadas ha incrementado la producción, el comercio y el consumo de carne. Pero la llegada del covid-19 condicionó el desarrollo del complejo cárnico regional que une a los países asiáticos entre sí y con el resto del mundo mediante el intercambio de productos cárnicos y sus materias primas. Debido, entre otras razones, al fortalecimiento de las tendencias de control estricto de la higiene, la mayor industrialización de la producción de carne, y las dificultades para el movimiento internacional de mercancías.

En materia de consumo, la región evidencia un rápido crecimiento en la demanda de carne. Esto debido al auge en el consumo de este producto en China, Japón, Corea del Sur y Vietnam. Y en el ámbito de producción y comercialización, se presenta un nuevo patrón de producción junto a mayores flujos de productos cárnicos a nivel intra e interregional. Esta dinámica ha generado que una gran parte de la carne que se consume en el sudeste asiático se produzca en la región, en gran parte a través de sistemas industrializados que dependen de alimentos para animales importados. Allí la razón de los nuevos flujos de cereales y semillas oleaginosas, tanto dentro de Asia como entre Asia y América Latina.

Pero la pandemia del covid-19 ha impulsado una reducción de la demanda de carne a nivel mundial, a razón de las restricciones a la movilidad de materias primas y bienes finales, la caída del ingreso de las economías y por el temor al contagio que tienen todos los consumidores de productos de origen animal. En este orden, China tiene un papel preponderante, ya que consume aproximadamente una cuarta parte de toda la carne del mundo. Y en dicho país asiático, las personas están consumiendo menos fuera de casa para evitar un posible contagio, y las cadenas de suministro están limitadas y enfrentan elevados costos para garantizar la salubridad de los productos que se comercializan.

Por estos motivos, hay una mayor posibilidad de que la pandemia fortalezca los controles alimentarios más estrictos, así como los requisitos de higiene que deben cumplir productores e intermediarios de productos agroalimentarios. Esto será beneficioso para la salud pública, porque favorecerá la producción de carne y otros productos a gran escala. Mientras que los mercados minoristas locales, una importante fuente de alimentos para millones de personas, deberán asumir los costos de las medidas necesarias para garantizar la calidad de los productos y la salud de los clientes.

En un contexto como este, los países latinoamericanos productores de carne y cereales deben enfocarse en asegurar los mayores niveles de calidad e higiene en sus productos; avanzar en la industrialización de la producción de carne, e incentivar los objetivos de internacionalización de su sector. Esto potenciará las opciones que tienen las economías latinoamericanas de atender la demanda insatisfecha de productos cárnicos del continente asiático.

Sadcidi Zerpa
zerpasad@gmail.com
@zerpasad

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