miércoles, 11 de noviembre de 2020

RICARDO VALENZUELA, PELEAR ESPERANDO, EL COUNTER, DESDE MÉXICO

Cinco días después de la elección de 2016, se llevó a cabo una reunión en el hotel Mandarín Oriental en Washington con asistencia todos los odiadores de Trump. El propósito fue planear la resistencia al nuevo presidente y establecer una estrategia para conducir el partido demócrata hacia la izquierda marxista. El evento fue financiado por la Democracy Alliance de George Soros, el Atila del EP. Una coalición de más de 100 billonarios que se comprometían a contribuir $500,000 al año para promover causas de izquierda y, muy especialmente, destruir a Donald Trump. Ese ejército de la Resistencia se formó con 172 organizaciones entre las cuales, una conocida como la Indivisible, preparó un manual de guerra e iniciaron sus ataques contra el presidente.

Con el primero trataron qué la elección anulara, y fallaron. Después tratarían de sabotear su toma de posesión, y fallaron. No hubo un solo día de su presidencia en que Trump no sufriera algún ataque, una emboscada, atacaran a sus hijos, a su mujer, sus negocios, sus amigos, y no reculaba. Desesperados trataron el desaforo que ha sido el espectáculo político más humillante de los últimos tiempos. Al haber fracasado en sus intentos empezaron a planear lo que desataron en esta elección. El fraude más grande y descarado de la historia política de EU.      

EU ha estado en zozobra desde el pasado día 3 cuando, en el desarrollo de la elección empezaron a emerger banderas rojas. Se detectó que en los estados aparecían millones de votos en exceso de los votantes registrados y se consolidaba el robo. A una semana de la justa, prematuramente alguien le ha alzado el brazo de la victoria a Biden, pero como afirmara el gran Yogi Berra, “ain’t over, until is over”. Se detectó que las empresas encuestadoras habían sido una herramienta de supresión del voto, pues, al falsamente reportar una victoria arrasadora de Biden, pensaban que los votantes de Trump desanimados ya no acudirían a ejercer su derecho. Pero, estaban equivocados.

El sábado pasado, me llegaba un mensaje de una fuente creíble afirmando que se había detectado un gigantesco fraude y que agentes federales se estaban movilizando a 12 estados para detenerlo y, sobre todo, proceder al arresto de las gentes que se identificaran como participantes. Me quedé desconcertado hasta que, un par de horas después, el presidente de una fundación con domicilio en Washington me enviaba el video de una entrevista al Dr Steven Pieczenik, alguien que siempre se ha desarrollado en el área de inteligencia y fuera subsecretario de estado bajo Kissinger, confirmando la información que había recibido y la ampliaba afirmando que civiles, militares y miembros de las áreas de inteligencia honestos y patriotas, hartos de la corrupción del grupo Biden, estaban totalmente apoyando la medida que se había tomado. Continuaba afirmando que la operación se estaba llevando a cabo con especial sigilo por lo que la prensa no estaba enterada.

Pasaba a informar el crimen cometido se detectó utilizando una técnica para marcar todas las boletas de voto con una inscripción invisible llamada QFS, y así emergía un fraude gigantesco e incuestionable. Explicaba el que Trump estaba enterado de cómo operarían sus enemigos y decidió establecer una estrategia similar a la del filósofo chino Sun Tzu en su libro, “El Arte de la Guerra. Callar y dejar al enemigo que avance para que piense estar ganando la batalla, dejarlo que exhiba sus debilidades y cometa todos sus errores y, ya con esa información, iniciar el contrataque con acciones que deban garantizar ganar la guerra. Es la técnica que en boxeo se conoce como pelear esperando (counter). Trump y su equipo sabían perfectamente como lo iban hacer y tendieron la trampa.

Al terminar el video permanecí todavía confundido puesto que, un evento de esta naturaleza me parecía increíble que no se hubiera filtrado como siempre sucede. Si esto fuera cierto, y yo así lo creo, me parece que estaríamos presenciando un acto de gran valor y temeridad que haría que el presidente Trump pasara a los libros de historia como uno de los grandes estrategas políticos modernos. Creo, también, que sería una gran lección para el mundo demostrando que el espíritu rebelde, de lucha y amor por la libertad de EU, no ha muerto y, ante agresiones traicioneras, abandonaba su letargo para enfrentar ese enemigo que, de forma insolente, había transitado impunemente en su avance tratando de destruir lo que les había tomado más de 200 años edificar.

El país que hubiera nacido por el coraje de gente rebelándose contra la opresión que vivían para, sin garantías y con gran incertidumbre, se hicieran a la mar para dirigirse hacia un mundo desconocido pero llenos de fe y esperanza para construir uno diferente, uno de libertad y oportunidades correspondidas con el éxito para aquellos que, respetando las reglas, trabajaran duro y serían recompensados con una vida mejor al estar construyendo un futuro para sus hijos y descendientes. Un mundo que ahora los piratas, tratando de robar la elección, decidieron ignorar la voluntad de más de 70 millones pretendiendo regresarlos al mundo de opresión y pobreza como el que abandonaran hacía casi tres siglos. Y como afirmara Bill Bennett en el 2016, con sus diabólicas acciones despertarían a un gigante dormido.

Ahora seguirá una batalla legal y, al terminar en un sentido o en otro, entenderemos su importancia histórica al nivel de la guerra de independencia y, para quienes verdaderamente aman este país, Donald Trump se estaría convirtiendo en un símbolo de esta nueva lucha que se ha iniciado y, la combatirán como los rebeldes que pelearon para lograr la independencia y proteger su libertad, sus valores, su historia, cuando estaba peligrosamente amenazada y a punto de perderse ante un grupo que pretendieron entregarlo al peor enemigo, no solo de los EU, de la humanidad.

Porque esta habrá sido la primera rebelión contra esas fuerzas del mal que han estado tejiendo una telaraña que, por un lado, había atraído piratas hambrientos de poder ante la oportunidad de acrecentar sus riquezas en un escenario de apuestas arregladas, de omnipotencia de sus acciones, y con sus resultados garantizados, políticos soñando con el monopolio de las instituciones para moldearlas y utilizarlas de acuerdo a sus perversas intenciones. Y, por otro lado, con esa misma telaraña aprisionar a quienes que ellos pretenden convertir en sus modernos siervos con el poder para callar sus voces, usarlos y mantenerlos atrapados en esa oscuridad de la desesperanza.

Y, aun si la batalla legal no progresara, la esperanza se fortalecería porque, antes de Trump, no hubo quien con valor los enfrentara. Y, no importa una batalla perdida, habrá de convertirse en su bandera mostrando qué si existe un camino para combatir las agresiones que ha sufrido la gente de estos jinetes del apocalipsis, poseídos por los más bajos instintos, que seguirán tratando de lograr sus diabólicos objetivos porque, hasta ahora, habían transitado impunemente.

Y cuando la lucha haya terminado, el hombre olvidado emergerá victorioso con la sonrisa de la libertad.      

Ricardo Valenzuela 
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México

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